¿‘Golpe’ o revolución popular en el Sahel?
Catalinotto, redactor gerente de Mundo Obrero/Workers World, entrevistó al periodista y escritor europeo Alex Anfruns acerca de su libro Níger: ¿Otro golpe de Estado o Revolución panafricana? 2024, El viejo topo, Barcelona,
John Catalinotto: Decidiste escribir un libro sobre los acontecimientos ocurridos en el Sahel africano en el último año y la expulsión del imperialismo francés de la región. ¿Por qué cree que es tan importante?
Alex Anfruns: El golpe de estado en Níger fue el desencadenante que me empujó a escribir el libro. Me pareció que lo que llamaban de manera simplificadora el « golpismo», estaba volviéndose otra cosa muy diferente : el apoyo del pueblo estaba determinando su orientación y estableciendo una agenda original. Pero la propaganda de guerra insiste en llamar a esos dirigentes « golpistas », mientras que quizás fuera la culminación en el plano político de un largo proceso de lucha de los pueblos del Sahel en defensa de su soberanía y desarrollo.
En ese caso serían grandes líderes de un proceso histórico que podría llamarse « la segunda y definitiva Independencia » de las naciones africanas. ¿Son las potencias extranjeras o los pueblos africanos los que deben juzgar eso? A diferencia de la era de las Independencias de 1960, no solo asistimos a la identificación de los problemas y desafíos del neocolonialismo, como Sekou Touré, Modibo Keita, Kwame Nkrumah o Mehdi Ben Barka hicieron, sino que los gobiernos nacionalistas del Sahel están desmantelando ese sistema con paso seguro y firme.
Contar la lucha del pueblo nigerino y de los pueblos del Sahel, no solo desde una perspectiva geopolítica, sino también desde una perspectiva social, me parecía urgente.
JC: Siendo europeo y de origen catalán, ¿donde nació su interés en el continente africano?
AA: En parte surgió del contacto con la lucha de los trabajadores sin papeles, porque estoy convencido de que a los pueblos europeos y a los africanos nos une la misma batalla contra la explotación capitalista. De hecho, suele olvidarse que la Unión Europea es sobre todo un club hecho a medida para los capitalistas, y que el chovinismo no solo sigue siendo tolerado, sino que es ampliamente fomentado en cada nación.
De tal modo que estigmatizar al « extranjero » -o quien es percibido así- se ha vuelto común. Aunque lleve una, dos, tres décadas o toda la vida viviendo allí, se le seguirá llamando « extranjero ». Por ejemplo, en Francia se habla de « inmigrantes de segunda o tercera generación ».
Los jóvenes europeos de origen africano se hacen controlar a diario por la policía en los lugares públicos, alimentando el resentimiento hacia el sistema. Se inculca el odio contra esos jóvenes, como si todos fueran potenciales delincuentes, ignorando que sus padres ayudaron a liberar a Francia del fascismo, borrando su aporte a la construcción de la nación. El abuso y la explotación de cualquier trabajador deben ser condenados por todos los trabajadores.
Aunque el colonialismo clásico fue derrotado, la mentalidad colonial no ha desaparecido aún. La respuesta a esa colonización mental es el sometimiento o la rebeldía. Contrariamente al nihilismo que propaga la ideología dominante, poniendo las ideas -y no el sistema económico- como responsables de todos los males, hay organizaciones que luchan por nobles causas y canalizan la rebeldía hacia el progreso y no la reacción.
En las manifestaciones semanales para defender los derechos de los trabajadores sin papeles, se canta este eslogan : «première, deuxième, troisième génération…on s’en fout, on est chez nous ! », es decir « primera, segunda, tercera generación… !no nos importa, somos de aquí ! » (o estamos en nuestra casa).
JC: ¿Puede hablarnos de su trayectoria como periodista ? ¿En qué áreas ha trabajado ?
AA: Entre 2014 y 2019 trabajé como periodista y redactor jefe en un medio asociativo de Bélgica. Después de haber traducido y escrito sobre Palestina y el Oriente Próximo, decidí centrar mi área de investigación periodística en América Latina. Junto al periodista camerunés Olivier Ndenkop, publicábamos juntos un mensual sobre las nuevas dinámicas en el continente africano. Nos unía la convicción de que muchos de los problemas y desafíos de África y América Latina eran indisociables debido a la intervención de las potencias neocoloniales y a las élites locales que traicionaban los intereses de los pueblos.
La insurrección popular burkinabé de octubre del 2014 fue un claro aviso de que los pueblos de la región no estaban dispuestos a seguir bajo esa dominación neocolonial. Que la patria de Sankara lograse liberarse de su opresor, Blaise Compaoré, no era un hecho banal. Podíamos ver, en aquella época, que la juventud africana buscaba la teoría que acompañase y profundizase su lucha. Nuestras publicaciones ponían en relación las diferentes luchas que emergían.
Entre los temas que analizamos había los « Acuerdos de Asociación Económica » (APE en francés), la moneda neocolonial, el franco CFA, pero también las estrategias de desestabilización occidentales en el continente africano. El común denominador era que el viejo sistema de dominación colonial europeo estaba siendo renovado en nuevos mecanismos neocoloniales. Muchos de esos combates estaban desarrollando una toma de conciencia en la juventud sobre la necesidad de pasar página del sistema que había prevalecido desde las Independencias nominales.
Hay que recordar que el papel del ejército francés estaba siendo claramente cuestionado desde hacia años. A finales del 2021, Níger, un destacamento militar francés fue objeto de protestas en Tera. En una actitud perfectamente colonial, el ejército disparó a los manifestantes que bloqueaban su paso, provocando la muerte de dos personas inocentes. Antes ya hubo bombardeos « por error » en los cuales fueron asesinados decenas de civiles en Malí.
Esos ataques eran percibidos como un ataque contra el conjunto de los pueblos del Sahel. Se podía pensar que era un ejército ocupante, cuya misión no era la de ayudar a la población local, sino la de proteger intereses extranjeros…Esa sospecha fue aumentando in crescendo, hasta formalizarse en la acusación realizada por el gobierno de Malí ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Según los gobiernos nacionalistas del Sahel, las potencias occidentales no han ayudado a combatir el terrorismo, sino que lo han alimentado. Contrariamente a quienes lo ridiculizan como un discurso demagógico, en mi opinión debe ser escuchado. Ha habido demasiada injerencia: una misión africana deberá asumir la tarea de una comisión de investigación que analice los objetivos y el balance de la presencia militar occidental en la región, y saque conclusiones de manera independiente.
JC: Como periodista, se ha especializado en el análisis de la propaganda de guerra. ¿Qué implicaciones han tenido las guerras en la reciente transformación del Sahel?
AA: Los pueblos tienen derecho a conocer la verdad sobre las guerras y sus motivaciones, que siempre se producen por razones económicas y estratégicas, aunque los factores culturales e ideológicos suelan ser utilizados como argumento de propaganda. La invasión de la OTAN a Libia [2011], con sus consecuencias de desestabilización en el Sahel, pero también el apoyo occidental a extremistas en Siria -que ahora puede observarse a la luz del día- no dejaban lugar a dudas sobre el doble discurso y la hipocresía de las potencias occidentales.
En mi libro Niger ¿Otro Golpe de Estado o la Revolución Panafricana? analizo muchas de las contradicciones de la estrategia militar francesa en Malí, que es el país donde se inició el proceso que ha culminado con la creación de la Alianza y luego la Confederación de Estados del Sahel.
Hay una mirada eurocéntrica y de arrogancia típicamente europea. Los pueblos africanos suelen ser infantilizados, pero su conciencia sobre sus desafíos es entera. Su comprensión y lucidez de las cuestiones geopolíticas es de una gran madurez, mayor de lo que muchos creen. Y su exigencia de expulsar las tropas extranjeras y la defensa de la soberanía nacional no se detienen ahí, sino que son planteadas como el requisito para la defensa de una verdadera soberanía popular.
JC: ¿Hay referencias ideológicas en el seno de los ejércitos que dirigen la Confederación de Estados del Sahel?
AA: La visión defendida por los ejércitos es la defensa de la nación y los valores de la República. Es preciso darse cuenta de que son países que se enfrentan aún al complejo problema del terrorismo, pero han dado un paso gigante al identificar el camino sin salida al que conducía la política de anteriores gobiernos. Además, su lucha práctica contra el neocolonialismo se alimenta de las ideas de combatientes anticoloniales en defensa de los pueblos del Sahel, y su contacto con el pueblo les ayuda a conocer mejor sus aspiraciones, que se arraigan en luchas históricas.
En Níger, por ejemplo, un decreto del presidente Abdourahamane Tiani ha apoyado la creación de un comité de historiadores con el fin de que profundicen la investigación y la difusión de conocimientos sobre la historia anticolonial que ha sido ocultada. Se están recuperando testimonios y se rinden honores a figuras como Saraounia Mangou, así como a los protagonistas de batallas contra el invasor colonial a inicios del siglo XX. A través de medios de comunicación modernos, se está contando al pueblo las hazañas de quienes se rebelaron contra la opresión.
Otros combatientes como el burkinabé Thomas Sankara o el nigerino Djibo Bakary -oficialmente relegados al olvido durante décadas pero mantenidos en el corazón y la memoria de los pueblos-, hoy pueden ser conocidos mejor gracias a la educación popular. A pesar de que sus luchas terminasen en derrotas temporalmente, ahora están siendo transformadas en una fuente de ejemplo e inspiración para la juventud africana.
JC: En la actualidad podemos creer que el imperialismo francés no es lo suficientemente fuerte como para recuperar el control del Sahel. Pero, ¿no es posible que EE.UU. sustituya a Francia en esta parte del mundo?
AA: Para comenzar, es preciso señalar que no solo ha habido una denuncia del papel de Francia en el Sahel, sino también de otras tropas extranjeras, como las alemanas o las estadounidenses. Así que no les ha quedado otra opción que volverse a su casa.
De hecho, los gobiernos revolucionarios del Sahel tienen muy presente que las potencias europeas han estado jugando un papel complementario en la región, bajo el pretexto de la defensa, la doctrina de la « lucha contra el terrorismo » y la « seguridad » relativa al fenómeno de la migración. Había un mecanismo cuyo objetivo era preservar una supuesta « seguridad europea », financiando con ello a gobiernos africanos que criminalizaban a las poblaciones que huían de conflictos armados. El enfoque occidental hacia estas cuestiones ha sido denunciado y deslegitimado por completo en las calles de los países africanos.
Se suele olvidar que, en una época no tan lejana, los pueblos europeos también salían por millones a las calles para denunciar la falacia de la « guerra contra el terror » de George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar. Hoy en día, ante el genocidio en Palestina, los pueblos del mundo rechazan la propaganda que identifica a los palestinos como terroristas, y en su lugar denuncian el sionismo como una política colonial de terrorismo de estado.
Así mismo, los gobiernos del Sahel no pueden ignorar que Estados Unidos tiene unos intereses y un enfoque similares a los de la Unión Europea. La agresión contra Libia y la participación de la OTAN en la agresión contra Rusia en la guerra de Ucrania no dejan lugar a dudas de la complementariedad y la estrategia compartida del imperialismo occidental.
El embajador de Ucrania en Senegal fue convocado por el gobierno, después de unas declaraciones en apoyo a terroristas que derramaron la sangre rusa y maliense en Malí durante una batalla en la frontera de la región de Kidal, que fueron motivo de escándalo. Así que el régimen neofascista de Ucrania es percibido como un enemigo de los pueblos del Sahel y de la humanidad, al igual que los gobiernos miembros de la OTAN que apoyan el genocidio en Gaza.
Por otro lado, la expulsión de las tropas y el cierre de las bases militares estadounidenses se produjeron después de que la representante de EE.UU. plantease exigencias a las autoridades del CNSP. Pretendían que Níger no tuviese relaciones soberanas con países del Sur global como Irán. Esa actitud arrogante y neocolonial obtuvo la respuesta que merecía. Sin embargo, aunque es probable que EE.UU. trate de instrumentalizar a sectores de la población del Sahel a través de ONG o redes sociales, esas tentativas están abocadas al fracaso por la sencilla razón de que el pueblo nigerino muestra un apoyo sin fisuras al gobierno de Tiani.
Las medidas aprobadas por el gobierno del CNSP como la rendición de cuentas y del financiamiento de las actividades de ONG, son cruciales para preservar la soberanía en su territorio y defenderse ante tentativas de injerencia en el marco de la « guerra híbrida ».
JC: ¿Como analiza las reacciones en otros países de la región, por ejemplo, en Senegal?
AA: El contexto de redacción de mi libro Níger fue el de los tiroteos contra la población civil senegalesa que se manifestaba a diario contra el dictador Macky Sall, quien para dirigentes occidentales como Macron era un gran amigo « demócrata ». En aquel contexto de crecientes movilizaciones, era evidente, para cualquiera que conociese un poco la juventud senegalesa, que aquel régimen no podía durar más de algunos meses.
Ninguna medida de criminalización de la oposición, ya fuera por la violencia contra la juventud que se manifestaba o por el encarcelamiento de los dirigentes del PASTEF, podía detener su victoria en las elecciones presidenciales del 2024. La tentativa de postergarlas por Sall no dio resultado y finalmente Ousmane Sonko y Bassirou Diomaye Faye obtuvieron la victoria. [PASTEF es el partido de Sonko]
Es importante darse cuenta de que la visión de defensa de la soberanía expresada por Sonko no es un discurso demagógico, sino que es una cuestión de principios. Por lo tanto, existen coincidencias en el programa de acción que defienden los gobiernos del Sahel y el de Senegal.
Sin embargo, la victoria en las urnas le impedía avanzar en sus medidas de la misma manera que lo permite un gobierno de transición militar. La tradición política de Senegal, así como los efectos de la historia del colonialismo en los países costeros y los del interior, tampoco es la misma. La reciente victoria aplastante en las elecciones legislativas ha reforzado el PASTEF, y ello ha permitido dejar claras algunas de sus prioridades, contando con el apoyo necesario.
El anuncio de la decisión de sacar a las tropas francesas, que se produjo al mismo tiempo que el de Chad, muestra que la dinámica de los gobiernos del Sahel no es el producto de un vulgar « golpismo » en el que unos dirigentes improvisan, sino que responde a la voluntad popular de los africanos, que han analizado correctamente quienes son sus enemigos históricos y están defendiendo su derecho a una vida digna para sus hijos. Que los gobiernos respeten la voluntad de sus pueblos es una buena noticia.
La Confederación de Estados del Sahel representa una dinámica imparable, que solo está en su fase inicial : quienes juzgan estos gobiernos de manera apresurada se equivocan, puesto que la revolución panafricana no hace sino comenzar.
En Níger, el CNSP está aprobando varias medidas sociales, como la reducción del costo del cemento para la construcción, del acceso a la salud o a los alimentos. El apoyo popular que hubo bajo el terrible sufrimiento del bloqueo y las sanciones ilegales en los primeros seis meses, fue clave en la victoria del CNSP. Y otras medidas adoptadas hace poco, como la resciliación del contrato de explotación de la mina de Imouraren por la empresa francesa Orano, que históricamente ejerció el monopolio de extracción del uranio en Níger, son la demostración de la firme voluntad del gobierno del CNSP de que el pueblo se beneficie de los recursos nacionales, como lo ha expresado el presidente Tiani en varias ocasiones.
Que, además, ese proceso político de revolución nacional popular se esté dando lugar en tres países como Malí, Burkina Faso y Níger, permite que las ideas del panafricanismo revolucionario se extiendan mucho más allá, incluso a países con una historia reciente muy marcada por los estragos del neocolonialismo, en los cuales los pueblos también exigen un giro histórico. Hoy, la Confederación de Estados del Sahel es claramente la vanguardia de la Revolución Panafricana.