La Revolución Bolivariana continúa con Maduro presidente
Tarde en la noche del domingo 14 de abril el Consejo Nacional Electoral (CNE), emitió su veredicto: Nicolás Maduro ganó la presidencia de Venezuela. Miles de compatriotas le esperaban en las afueras de Miraflores para celebrar el triunfo que era no sólo de un puesto, sino de la continuidad misma de la Revolución Bolivariana.
Se jugaban dos opciones opuestas: la profundización de la revolución hacia el camino socialista representada por Maduro y las fuerzas chavistas, o el regreso al neoliberalismo liderado por el representante de la burguesía y de imperialismo estadounidense, Henrique Capriles.
Con gritos de ¡Victoria! y ¡No Volverán!, venezolanas y venezolanos expresaban su júbilo y hacían ver claro su disposición de defender su proceso iniciado por el fallecido pero siempre presente Hugo Chávez.
Los mensajes de felicitación comenzaron a llegar desde muchos lugares del mundo, tanto de gobiernos como de grupos e individuos. Algunos gobiernos latinoamericanos y caribeños mostraban en su mensaje la alegría de que la victoria aseguraba además la continuidad de la integración latinoamericana y de los procesos de cambio que vive la región.
Con un 79,2 por ciento de participación electoral, Maduro ganó con un 50,7 por ciento de los votos. Capriles obtuvo 49,0 por ciento.
Campaña infame contrarrevolucionaria
La participación, aunque alta comparada con países como EEUU, fue un poco menor que el 82 por ciento en las elecciones presidenciales ganadas por Chávez el pasado 7 de octubre. Estas rápidas elecciones, obligadas por la constitución luego de la falta física de la figura presidencial, en este caso por la muerte del Comandante Chávez el 5 de marzo, vieron una abstención del 20,8 por ciento del electorado.
Según diferentes fuentes, incluyendo al diputado Juan Contreras, diputado de la Asamblea Nacional por el Movimiento Popular, residente de la famosa y militante parroquia 23 de enero, con quien Workers World-Mundo Obrero conversó el 16 de abril, la mayoría de las abstenciones fueron del pueblo pobre que según dijo Maduro, estaba confiado en una victoria asegurada y por lo tanto no veía una gran urgencia en ir a las urnas. Desde el inicio, se proyectaba la victoria de Maduro y las estimaciones daban una amplia ventaja a las fuerzas chavistas.
La oposición, sin embargo, estimuló los votos de la clase media y parte de la pobre con discursos oportunistas que semejaban al proyecto revolucionario. Como máximo de cinismo, denominó su comando de campaña electoral “Comando Simón Bolívar”. Decía Capriles que “perfeccionaría” las misiones y terminaría con la inseguridad causada por la violencia. Esa violencia que realmente preocupa al pueblo pero que ha sido causada por décadas de gobiernos de derecha del mismo campo de Capriles.
Usando vestimenta y logos semejantes al chavismo, con la bandera venezolana, trató de imitar superficialmente las fuerzas revolucionarias. Su motivación sin embargo, es llevar al país de vuelta a la dominación de la oligarquía. Capriles fue parte del golpe del 2002 contra Chávez que canceló la constitución bolivariana y se vio entre los que participaban en el ataque contra la embajada de Cuba durante el golpe.
Han venido preparando esta campaña de desestabilización a través de sus medios de comunicación privados que son la mayoría en el país. Desde el principio insultaban y menospreciaban al Presidente y al CNE, sembrando la idea de que el CNE iba a cometer fraude y que no reconocerían el resultado de las elecciones si Maduro ganaba. Capriles se negó a firmar el acuerdo de reconocimiento de los resultados. Fue una campaña a nivel internacional ayudada por el Departamento de Estado estadounidense que amonestó a Venezuela, exigiendo que fueran elecciones claras, ignorando la transparencia de los procesos electorales venezolanos, los más transparentes y sofisticados del mundo con reconocimiento internacional, incluyendo el del Centro Carter.
Sin embargo, lo peor fue la campaña infame con los cortes de electricidad, desabastecimiento de alimentos y campañas mediáticas de mentiras. En su discurso de investidura de la presidencia en el CNE el 16 de abril, Maduro describió esa campaña: “Sabemos el papel de la embajada de EEUU. Fue una guerra eléctrica, una guerra contra el pueblo, cuatro meses de guerra económica, con desabastecimientos. Fue una guerra brutal, psicológica. Hackearon mi cuenta de Twitter y la de muchos dirigentes”. También la página del PSUV, Partido Socialista Unificado de Venezuela, el partido oficialista, fue intervenida.
El 15 de abril, el vicepresidente Jorge Arreaza, ofreció una conferecia de prensa para informar que la página web del CNE había recibido 45 mil ataques frustrados en una hora. Dijo que estos ataques habían venido del exterior, al ver los códigos de diferentes países, entre ellos, EEUU y algunos de Europa. (Telesur)
Días antes, el presidente Maduro había informado de un atentado en su contra por dos salvadoreños.
“De nuevo, la inclusión de la derecha salvadoreña en actos de terrorismo se pone en evidencia en conversaciones filtradas por organismos de inteligencia que delatan la incorporación de mercenarios centroamericanos con una orientación clara de generar condiciones que propicien una mayor embestida de Washington sobre la revolución Bolivariana. Dos salvadoreños se encuentran participando de este plan: el ex-coronel David Koch Arana y Roberto D´aubuisson, actualmente diputado del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), hijo de Roberto D´aubuisson, fundador de ARENA y de los escuadrones de la muerte en El Salvador y actor intelectual de la muerte de Monseñor Oscar Arnulfo Romero en marzo de 1980”. (http://alainet.org/active/63173)
Ya se ven los augurios de un golpe de estado en preparación. Capriles el 16 de abril dijo que si el CNE otorgaba la presidencia a Maduro, harían un cacerolazo en la noche y al día siguiente marcharían al CNE.
Todas estas amenazas son extremadamente peligrosas, pero el peligro más acuciante viene del imperialismo estadounidense sin el cual la oposición derechista venezolana no tendría sustento.
Nueva fase de la Revolución
A pesar del gran dolor por la pérdida del gigante Chávez, hay muestras de una gran esperanza que indica una nueva fase de la Revolución Bolivariana. En su discurso el 16 de abril, el presidente Maduro volvió a mencionar la necesidad, y su voluntad, de “construir un poderoso movimiento revolucionario”, “consolidando la dirección política militar colectiva de la revolución”.
En esto, está la participación del pueblo. Juan Contreras dijo a WW-MO: “La tarea fundamental para profundizar la Revolución Bolivariana …. tiene que venir acompañada de un conjunto de medidas importantes para este pueblo pobre, hambriento de revolución que le dijo sí al socialismo y lo sigue ratificando.
“Eso tendría que ver con la propuesta que hoy se levanta desde nuestras calles. [Por ejemplo] si bien es cierto que hubo una devaluación, pues tiene que haber un programa de ajuste de medidas y nosotros decimos que ese programa de ajustes de medidas que lanza el gobierno tiene que ser con la consulta del pueblo. Y ahí el pueblo es sabio. Por ejemplo, nosotros creemos en una propuesta desde abajo que está discutiendo el Movimiento Popular, obreros, estudiantes, campesinos, indígenas y la gente de nuestro barrio, de por ejemplo nacionalizar la banca y el comercio.
“Que se respete el PDP, el precio de venta al público que los alimentos tengan en su etiqueta, que se desmercantilice para que no haya especulación. Los que tienen las grandes empresas son los que tienen que pagar mayores impuestos. No debe recaer el tema de los impuestos sobre el pueblo pobre que no tiene nada. Que haya un conjunto de medidas y mecanismos para seguir avanzando en este proceso revolucionario que giren a la izquierda, que van a acompañar la clave de este proceso que es la participación y la disposición del pueblo a seguir rumbo al socialismo”.