Detrás del llamado de Xi Jinping para un retorno al marxismo
El presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, ha emitido declaraciones que buscan frenar la erosión de los valores socialistas que se ha generalizado en China.
El Press Trust de India informó el 1 de julio: “los funcionarios del gobernante Partido Comunista de China deben descartar la obsesión con las cifras del PIB para obtener promociones y volver a los principios del marxismo, que sufrió una crisis ideológica en el curso de las reformas del país, dijo hoy el presidente Xi Jinping”.
Después Xinhua, la agencia de prensa oficial de China, informó el 12 de julio: “el presidente chino Xi Jinping ha instado a los/as 85 millones de miembros del Partido Comunista de China (PCC) a trabajar duro y a servir al pueblo con entusiasmo para ‘garantizar que el color rojo de China nunca cambie'”.
Xi, quien también es el Secretario General del PCC, hizo estas declaraciones en la víspera del 92 aniversario de la fundación del Partido. El 11 de julio visitó Xibaipo en la provincia de Hebei, donde los líderes del Partido Comunista Chino estuvieron basados desde mayo de 1948 hasta principios de 1949 mientras se preparaban para tomar el poder y convertirse en el partido gobernante de China.
Según Xinhua, Xi dijo que “las observaciones del difunto líder chino Mao Zedong sobre el estilo de trabajo de los miembros del Partido antes de la fundación de la nueva China en 1949 aún tienen un gran alcance ideológico e histórico”.
“En una reunión importante del PCC en marzo de 1949”, continuó Xinhua, “Mao exhortó a todo el Partido a llevar adelante decididamente el estilo de trabajo de mostrar modestia y prudencia mientras se previene contra la vanidad y la impetuosidad y decididamente llevar adelante el estilo de trabajar duro y llevar una vida simple”.
“Calificando la historia de la China revolucionaria como ‘el mejor nutriente’, Xi dijo que estudiando y recordando esa historia puede traer ‘energía positiva’ a los/as miembros del partido”.
Xinhua parafraseó a Xi diciendo “el pueblo debe ser alentado a cuidar del PCC y ser guiado para ejercitar su deber de supervisión”.
El artículo de Press Trust citó a Xi diciendo que “los cuadros del partido deben ser firmes seguidores de los ideales comunistas, verdaderos creyentes del marxismo y devotos luchadores por el socialismo con características chinas”.
El PTI continuó citando a Xi: “la integridad de un funcionario del Partido no crecerá con los años de servicio y la promoción de su puesto, sino con los persistentes esfuerzos para disciplinarse a sí mismo y estudiar los clásicos marxistas y las teorías del socialismo con características chinas, dijo Xi”.
Estos no fueron discursos pronunciados una sola vez. Son parte de una campaña para intentar restablecer la reputación del Partido, estimulando una base ideológica pública. La campaña comenzó en abril del 2013, como una campaña contra la corrupción poco después que Xi asumió la presidencia. En aquel momento era conocida principalmente por una consigna contra los “cuatro platos fuertes” para los funcionarios, lo que significa el fin de los banquetes extravagantes y otras indulgencias. Ahora se está poniendo en el contexto de la renovación ideológica marxista.
La campaña se ha venido desarrollando paso a paso hace poco, con informes diarios en la prensa del gobierno chino sobre la realización de la “línea de masas” y con consignas como “de las masas para las masas”.
Todas las 31 regiones a nivel provincial, los órganos del gobierno central y las organizaciones populares están programadas para convocar conferencias de trabajo para llevar a cabo una campaña educativa, atacando los estilos de trabajo indeseables tales como “el formalismo, la burocratización, el hedonismo y la extravagancia”. Esto es parte de la campaña anticorrupción iniciada por Xi.
Xi promueve la rectificación del estilo de trabajo llamando a la “auto-purificación, auto-perfección, auto-renovación y el auto-progreso”.
Una cuestión de ‘supervivencia o extinción’ para el PCC
En una declaración contundente en una reunión del Comité Central el 18 de junio, haciendo un llamado para lanzar la campaña en su totalidad, Xi expone los riesgos muy claramente. Xinhua reportó: “‘Ganar o perder el apoyo del público es un tema que atañe a la supervivencia o la extinción del PCC’, dijo Xi, haciendo hincapié en que la línea de masas, o la promoción de las relaciones con el pueblo, es el sustento del partido”.
El mismo mensaje habló de lazos de “carne y hueso” con el pueblo y hizo un llamado para integrar al Partido a más trabajadores/as con conocimiento de las bases y las condiciones sociales.
Li Junnu, un ex vice presidente de la Escuela del Comité Central del Partido dijo a Xinhua: “Mantener estrechos vínculos con las masas es la ventaja política más grande del Partido, mientras que el aislamiento del pueblo es el mayor peligro que enfrenta el PCC”. (Xinhua, 18 de junio)
Debe recordarse que en el primer viaje de Xi después de asumir la Presidencia en marzo de 2013, fue a la provincia de Guangdong y dio una charla a un grupo del Partido advirtiendo sobre los peligros en China de un desarrollo tipo Gorbachev. Él habló seriamente acerca de cómo el Partido Comunista de la Unión Soviética fue derrocado y el socialismo completamente destruido. El destino a largo plazo del Partido es sin duda una profunda preocupación de Xi y sus colaboradores.
Un observador debe concluir que se trata de un intento serio de revertir los efectos de tres décadas de erosión de la moral socialista bajo el impacto de los avances capitalistas y toda la decadencia, corrupción e inmoralidad del mercado que los explotadores, nacionales e internacionales, llevan junto con el apetito por ganancias.
La corrupción masiva es la norma bajo el capitalismo. Y estas normas se han vuelto omnipresentes en toda China socialista, socavando seriamente la conciencia de la sociedad en su conjunto y engendrando cinismo y alienación entre los/as trabajadores/as y los/as campesinos/as.
La reputación del Partido ha sufrido enormemente, especialmente a nivel provincial y local. Ha habido decenas de miles de “incidentes de masas” anualmente, reportados por el propio gobierno. Incluyen a campesinos/as protestando porque sus tierras están siendo vendidas a los promotores inmobiliarios; trabajadores/as que protestan contra los empleadores que violan sus derechos; protestas contra la contaminación; y otros numerosos agravios.
En esta campaña liderada por Xi para bregar con la decadencia política y social provocada por las concesiones al capitalismo y el imperialismo, el liderazgo está evocando recuerdos y asociaciones con el período heroico de la Revolución China.
Es notable que Xinhua, sin duda con el acuerdo y tal vez con el consejo de Xi, se refiriera en forma muy favorable a Mao como la autoridad en la prescripción del “trabajo duro” y la “vida sencilla” como la práctica correcta para los cuadros. La referencia al estudio de la historia revolucionaria de China como “alimento” para fortalecer el Partido es una bocanada de aire fresco. Hablar de “línea de masas”, “de las masas para las masas” y “servir al pueblo, con alma y corazón” — varias recetas para la auto-corrección y la reflexión — son claras referencias a las primeras etapas de la Revolución China.
El liderazgo está evocando la época anterior más revolucionaria, para advertir a los elementos corruptos y para inspirar a las masas.
Arraigados intereses burocráticos deben combatirse desde abajo
Esta campaña es un paso loable, sin duda en cuanto a sus intenciones, y esperemos que traiga resultados positivos. Pero existen profundas contradicciones y limitaciones en la campaña que deben ser superadas para alcanzar sus objetivos.
Hay intereses burocráticos en el Partido que están vinculados a funcionarios del gobierno y a los que apuestan al capitalismo quienes no abandonarán sus posiciones basados solamente en apelaciones morales o en presión social. Encontrarán mil maneras de eludir u obstruir la campaña, mientras ésta se base en el cumplimiento voluntario.
Estos intereses arraigados deben ser combatidos. Y la manera más segura y más confiable para luchar contra ellos es alistando a las masas en la lucha. Sin esto, la campaña estará severamente limitada.
Los funcionarios corruptos deben ser expuestos. Y esto no puede hacerse desde arriba. Debe venir desde abajo, de las masas que están sujetas al abuso oficial, que conocen de primera mano quiénes son corruptos, quiénes son oportunistas, quiénes solo están por ellos mismos, quiénes están colaborando en privado con los propietarios o los promotores inmobiliarios y los empresarios, quiénes violan las normas que protegen los intereses del pueblo, quiénes tratan al pueblo con desprecio, y así sucesivamente.
Es irónico que Bo Xilai, un popular ex oficial del Partido y miembro del Buró Político a cargo de la provincia de Chongqing, ahora languidezca en detención porque fue perseguido por la actual dirigencia. Entre las cosas que lo dejaron en desgracia con el liderazgo fue que hizo un llamado a las masas en Chongqing para que denunciaran a los funcionarios, empresarios y funcionarios del partido corruptos. Bo libró una dura campaña para enjuiciar y encarcelar a estos elementos como parte de su campaña integral para frenar la marcha por el camino capitalista. Y Bo intentó restaurar la cultura maoísta.
Leer los clásicos marxistas y popularizar la idea de permanecer leal al comunismo es un programa sano y de limpieza ideológica. Mientras más ampliamente se implemente, mayor será el beneficio para las fuerzas socialistas en China.
Pero se requiere mucho más que la lectura para superar a los pragmáticos, los oportunistas y los capitalistas que fueron permitidos ingresar al Partido por Jiang Zemin en 1992. El marxismo afirma que el ser determina la conciencia. Mientras que algunos individuos pueden reeducarse a sí mismos, las amplias capas de funcionarios privilegiados no lo harán voluntariamente. Tomará una pelea. Tal vez el liderazgo de Xi haya previsto esto y tenga un plan para romper la resistencia de los elementos recalcitrantes. Eso sería todo para el bien.
La economía determina la política
Pero hay un problema más fundamental. El problema es la existencia de un escandaloso privilegio en el mismo partido. A principios de la Revolución Bolchevique, Lenin y sus colaboradores instituyeron la “ley del máximo”, siguiendo el ejemplo de la Comuna de París. Ningún/a miembro del partido podía ganar más que los/as trabajadores/as mejor pagados/as.
Esto era una medida diseñada precisamente para evitar el privilegio y su acompañante, la corrupción. Fue el abandono de esta práctica y el crecimiento de la desigualdad lo que constituyó uno de los factores decisivos que condujo a la alienación de los/as trabajadores/as soviéticos/as y el declive de la dirección del partido soviético, haciendo que la URSS fuera vulnerable a la contrarrevolución capitalista cuando vino por todos los lados bajo la presión del imperialismo.
El privilegio en China bajo el régimen del llamado “socialismo de mercado” está al descubierto. Se aplaude como un signo de realización, no tanto en el partido sino en la sociedad en conjunto. China se ha desviado muy lejos de las normas socialistas y se ha envuelto en las normas capitalistas.
Cuando Xi exhorta a los/as miembros del Partido a ser leales al comunismo y a estudiar el “socialismo con características chinas”, lo que no reconoce es la relación entre la política y la economía. Es un principio fundamental de marxismo que al final, la economía determina la política — y también la moral, la consciencia social, la legalidad y la ideología.
“El socialismo con características chinas” es una frase cuyo contenido es en realidad una China socialista en colaboración con los capitalistas nacionales e internacionales. Pero esta es una alianza totalmente antagónica — una en la cual el lado capitalista intenta destruir el lado socialista.
Además de ser afectadas por la propagación de capitalistas privados — que son corruptos y corruptores — el sector socialista, las empresas estatales, el sistema bancario, y los planificadores han adoptado modelos de mercado capitalista. Esto es una gran fuente de corrupción dentro del propio estado.
Xi todavía no ha declarado abiertamente su programa económico ni ha tomado una posición pública sobre la orientación económica del primer ministro Li Keqiang. Li pide la reducción del papel del gobierno central en la economía, incluyendo la reducción del papel de las empresas estatales, el fin del uso de estímulos económicos para ayudar la economía, el aumento del papel de las empresas privadas pequeñas y medianas en la economía china, y la apertura amplia de la inversión extranjera en las finanzas y en otras aéreas cruciales.
De hecho, el año pasado Li fue copatrocinador, junto con el Banco Mundial, de un largo y detallado informe titulado “China 2030”. Este era un plan para socavar profundamente las restantes estructuras fundamentales del socialismo chino – la planificación gubernamental, las empresas estatales y el control financiero y económico central por el Partido Comunista.
Xi mismo es un dedicado defensor del llamado “socialismo de mercado”. Socialismo de mercado significa socialismo al lado del, y contaminado por, el capitalismo. La búsqueda codiciosa de ganancias y de beneficios individuales que caracteriza el capitalismo ha permeado a China y erosionado el espíritu socialista.
Los derechos y los beneficios de la clase obrera y de los/as campesinos/as a puestos de trabajo, tierra, educación, salud y vivienda que eran los cimientos de la revolución de 1949, fueron abandonados por el liderazgo de Deng y los liderazgos posteriores.
Ahora esto ha repercutido en forma de enajenación de las masas. Xi, para su crédito, ve esto como una amenaza al Partido y a la base de lo que queda del socialismo en China.
Pero el liderazgo de Xi está tratando de combatir el síntoma sin atacar la enfermedad: la penetración capitalista en la economía y en las costumbres sociales, la ideología, y el centro mismo del espíritu socialista de la Revolución China.
Tal vez el intento por revertir esta ola reaccionaria de corrupción y burocracia conducirá a mayores luchas en las cuales las masas puedan intervenir y actuar por cuenta propia y por su beneficio.
Pero una cosa es cierta: la política de lucha contra la corrupción, y las reformas anti burocráticas por un lado y la economía capitalista de mercado por el otro, están completamente opuestas.