Por Becca Ren
13 de junio de 2024
La historia de Julia Chinamo
“A los nueve años me di cuenta de que me gustaban los hombres,” me cuenta Julio Sánchez, conocida popularmente como “Julia Chinamo” y socialmente como “Nahomy Campbell”.
“Mi padre era militar, machista. Mi tía le dijo: ‘Mirá, Julito lo miro desviado, solo juega con muñecas, solo juega con cosas de niña.’ No me gustaban las cosas de varones, nada de la cebollita, nada de chibolas, nada de trompo, nada de carritos para mí. Me encantaban las muñecas, peinaba las muñecas, me encantaban ponerme los tacones de mi abuela, el delantal de mi abuela, eran las cosas de las mujeres que ya eran lo mío”, se echa a reír Julio.
A sus treinta y pocos años, Julio tiene una sonrisa deslumbrante. Fundador de la Asociación Nicaragüense de Comunidades Diversas (ANCD), Julio visita a los 3.000 miembros de la ANCD repartidos por todo el país y habla a menudo de su propia vida. Pero a medida que me va contando su historia, Julio va hablando más despacio.
“Cuando tenía 12 años, mi profesor de matemáticas encontró un cuaderno en la que yo había escrito poemas de amor a un chico”. Los ojos cafés de Julio se llenan de dolor cuando cuenta lo orgulloso que estaba de que su padre consiguiera un pase diario para ir al colegio a recoger su boletín de notas. Cuando el profesor pidió hablar a solas con su padre, el joven Julio fue enviado al merendero a tomar un refresco con quesillo. “Yo estaba alegre porque yo saqué ni un rojo, todo todito azulito. Fui un estudiante muy aplicado”.
Cuando llegaron a casa, su padre llevó a Julio a su habitación. “Me dijo: ‘Mirá, necesito hablar con vos de algo.’ ‘Dígame papa?’ ‘Oíme bien hijo de la gran tal por cual’ y dijo una gran mala palabra. ‘Sos hombre o sos cochón?’ Pum. Yo me quedé, ‘Papá, no, yo soy hombre, me gustan las mujeres,’” Julio hace una pausa.
“Recuerdo palpablemente esa historia en mi vida porque fue tan tan tan doloroso para mí”, dice, sacudiendo la cabeza. “Entonces mi papá me pegó no con una faja, si no que me dio con una manguera y cuando la manguera se abrió en la espalda, me dio con un cordón de plancha. Y fue una discriminación tremenda para mi vida porque recibí golpes y golpes y golpes y golpes y golpes y golpes que me inflamó el ojo derecho y posteriormente me reventó los labios, me tiró a la calle, con toda y mi ropa. Ese día sentí que, para mí, era mi último día de la vida.”
Nicaragua neoliberal: “No había dignidad”
Incluso dos décadas después, cuando Julio habla de lo que pasó después de que lo echaran de su casa, inconscientemente se desliza hacia la tercera persona, como si necesitara distanciarse de aquella época.
“Cuando su papá lo tiró a la calle, Julio se drogó,” dice. “Hizo muchas cosas: ejerció el trabajo sexual en la calle, amanecía, dormía en las calles, en los parques porque no tenía donde estar.”
La historia de Julio es común alrededor del mundo para los miembros de la comunidad LGBTQ+: cuando las familias de los adolescentes los sacan de la casa, muchas veces recurren al trabajo sexual para sobrevivir y a las drogas y el alcohol para sobrellevarlo. La mayoría no puede terminar el bachillerato. Por desgracia para Julio, lo echaron de su casa en la década de 1990, bajo el régimen neoliberal de Nicaragua. Durante la revolución popular sandinista de los años 80, ni la homosexualidad ni el trabajo sexual eran ilegales. Pero tras la llegada al poder de Violeta Chamorro en 1990, su gobierno neoliberal aprobó en 1992 una ley que criminalizaba la homosexualidad.
“No nos podríamos agarrar de la mano como hombre porque íbamos preso,” recuerda Julio. “No nos podríamos dar un beso en la mejilla porque ya estabas promoviendo la homosexualidad y te echaban preso. Antes del 2007, nuestra comunidad diversa había existido en una sociedad en una forma cautiva, clandestina. No tenías derechos. No había dignidad”.
Regreso sandinista al poder, restablecimiento de los derechos
En 2008, tras el regreso al poder del gobierno sandinista, se aprobó una ley que anuló la penalización de la homosexualidad y declaró ilegal discriminar a alguien por su orientación sexual. Desde entonces, el gobierno sandinista también ha aprobado leyes que garantizan específicamente la igualdad de derechos y oportunidades para la comunidad de diversidad sexual. Además, las instituciones públicas cuentan con reglamentos administrativos para garantizar que nadie sufra discriminación por su orientación sexual o identidad de género.
“Si yo comparo Nicaragua con otros países del mundo”, explica Julio, “nosotros tenemos normativa, política pública, marco jurídico, leyes, que nos respaldan. Aquí no podés tocar a una mujer trans que por el hecho de ser trans. ¿Vas a violentar sus derechos? ¿La vas a privar de su vida, de su libertad? No. Yo considero que Nicaragua es un ejemplo para toda la región centroamericana y para toda América Latina.”
Julio explica que, según su experiencia, la comunidad de la diversidad sexual cuenta con una red de apoyo y una vía clara para recurrir a través de la policía y la procuraduría especial de la diversidad sexual.
“Si me siento seguro y siento que esta seguridad va a trascender a las a las nuevas generaciones. Este gobierno ha reivindicado los derechos de la diversidad sexual, es un gobierno que viene avanzando de la mano e incluyendo a nuestra diversidad en todos los planes de gobierno.”
Centrarse en el apoyo a la familia
En 2023, el gobierno nicaragüense publicó una cartilla sobre diversidad sexual llamada “Diversidad Digna: El derecho a elegir y el deber de respetar”. La cartilla está dirigida a las familias y su objetivo es disminuir la discriminación en el seno de las mismas.
La cartilla se presentó inicialmente en todo el país en reuniones comunitarias con un enfoque especial para incluir a los lideres de las iglesias. Desde entonces, se ha utilizado para iniciar conversaciones durante las visitas rutinarias a domicilio de la procuraduría especial de la diversidad sexual, la policía y otras entidades gubernamentales como el Ministerio de la Familia, el Ministerio de Salud y el Ministerio de la Mujer.
“[La cartilla] establece que la diversidad en la identidad sexual o de género no es una enfermedad”, explicó la Ministra de la Familia, Johana Flores, en la presentación de la cartilla en Granada el año pasado. “Por eso tenemos que respetar a la pareja, al compañero, a toda la comunidad diversa”.
Para Julio, la cartilla representa un apoyo explícito a la comunidad de la diversidad sexual por parte del gobierno nicaragüense, y ha presentado una oportunidad para iniciar conversaciones y mejorar la comunicación en el seno de las familias.
“Es una cartilla donde hemos tenido la aceptación de miles y miles de padres de familias nicaragüense en todo el territorio nacional”, explica Julio. “Yo creo que es muy importante el llamado al padre de familia la tolerancia, la reflexión, a la unidad familiar. Que tengan una comunicación asertiva con sus hijos… Crecer en familia es hermoso”.
Apoyar la educación
Para muchos miembros de la comunidad de la diversidad sexual, la educación es clave para labrarse un futuro diferente. Julio atribuye a una profesora el mérito de haberle ayudado a salir adelante.
“Llegué a las manos de una maestra allá por el quinto año, la profesora Marta Martínez, que nunca se me va a olvidar. Yo ejercía el trabajo sexual días viernes, sábado y domingo; entonces el domingo yo estudiaba el bachillerato por madurez y yo me dormía en el pupitre de la profesora porque llegaba a amanecer el sábado por el domingo”, recuerda Julio. “Ella sabía cómo era mi vida, y sucedió que me comprendió mucho. Me apoyaba demasiado y logré pasar el año.”
Julio fue a la universidad y sacó su licenciatura en Comunicación, y después de cuatro años decidió volver a estudiar.
“Ahora estudio Derecho en la mejor universidad del país, UNAN Managua”, dice orgullosamente.
Julio ha participado integralmente en la organización del Programa de Bachillerato Comunitario para la Diversidad Sexual del Ministerio de Educación de Nicaragua. Se trata de un programa escolar acelerado y gratuito que se imparte los sábados por y para la comunidad de la diversidad sexual: todos los estudiantes y profesores pertenecen a la comunidad LGBTQ+. Los alumnos sacan su bachillerato en dos años asistiendo a clase los sábados.
“Vimos la gran necesidad que el compañero y la compañera trans, lesbiana y gay no habían terminado sus estudios por el tema de la discriminación. Nos reunimos con el Ministro de Educación y salió la propuesta y se apertura el bachillerato comunitario…Pero vimos la necesidad también de que nuestros docentes pudiesen ser parte de nuestra diversidad sexual. El maestro de inglés es gay, la maestra de matemática es lesbiana, el maestro de literatura es gay, la maestra de física y química es una chica trans.”
A través de este programa, el Ministerio de Educación ha graduado hasta la fecha a tres promociones, con 110 miembros de la comunidad de la diversidad sexual que son bachilleres en ciencia y letras.
Crecer juntos en familia
“Llegué a mis 25 años y hasta esta edad mi papá dijo ‘perdóname,’” cuenta Julio. “Yo estaba en la universidad, estaba estudiando comunicación, me regalaron una beca y él me dijo, ‘Perdonáme por todo lo que hice, por todo el daño psicológico, físico, mental.’ Y lo perdoné.”
Julio tiene un hermano menor por parte de padre que es gay y una hermana trans por parte de madre. Está orgulloso de que sus luchas hayan allanado el camino para la aceptación de sus hermanos por parte de la familia.
“Cuando mi papá se dio cuenta, aceptó a mi hermano menor, lo ama y lo quiere y lo respecta mucho, tiene su pareja”, dice Julio. “Lo perdoné porque al final es mi padre y considero que sí, que los padres quieren lo mejor para uno, pero también considero que nosotros tenemos el derecho de elegir y ellos tienen el deber de respetar.”
Julio es un activista, y sus luchas y triunfos personales están intrínsecamente ligados a los de su comunidad en general y a los de su país.
“Hoy en día me he convertido en hombre gay público, defensor de los derechos de la comunidad LGBTQ+ que ha marcado la historia que ha recorrido tanto este país y de tantas experiencias vividas que por eso hoy me empeño a seguir apoyando, acompañando y dirigiendo mi diversidad sexual en Nicaragua. Me siento muy seguro de quién soy, de quién quiero ser. Pero también me siento seguro porque en Nicaragua existe un marco legal que protege a las personas; vos podés pasear por las calles y no te discriminan por tu orientación sexual. Todos somos Nicaragua”.
* Becca Renk ha vivido en Ciudad Sandino, Nicaragua, por más de 20 años, trabajando en Desarrollo comunitario sostenible con la Jubilee House Community. Becca coordina el Proyecto de solidaridad Casa Benjamin Linder en Managua. Para dar apoyo al proyecto, email a becca@jhc-cdca.org.
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