La noticia principal en los medios capitalistas es la detención de un miembro de 21 años de la Guardia Nacional Aérea en Massachusetts por la filtración de unos 100 documentos estatales “clasificados”. Supuestamente fueron compartidos en un chat para jugadores en la plataforma de medios sociales Discord y posteriormente compartidos por rusos en Telegram. El aviador de primera clase Jack Teixeira ha sido acusado de violar la Ley de Espionaje y se enfrenta a 10 años de prisión por un cargo, pero podrían seguirle más cargos.
Teixeira no se asemeja en nada a Daniel Ellsberg, Chelsea Manning, Edward Snowden o Julian Assange, que asumieron grandes riesgos personales para denunciar los crímenes de guerra del imperialismo estadounidense. Ha mostrado tendencias supremacistas blancas y antisemitas. Si las acusaciones son ciertas, es posible que Teixeira sólo estuviera mostrando a sus compañeros de juego lo que creía que podía hacer: sacar informes clasificados de “inteligencia”, colocarlos en la encimera de la cocina y fotografiarlos para publicarlos en Discord.
La Ley de Espionaje fue aprobada por el Congreso en 1917, poco después de que Estados Unidos entrara en la Primera Guerra Mundial. Sólo se ha utilizado ocasionalmente para acusar a individuos, principalmente a los acusados de espiar para la antigua Unión Soviética. El caso más famoso, y el único en el que se impuso la pena de muerte, fue contra Ethel y Julius Rosenberg. Estos dos miembros del Partido Comunista de Estados Unidos fueron acusados falsamente de pasar a la URSS la fórmula de la bomba atómica.
El espionaje per se -denominado eufemísticamente “recopilación de inteligencia” cuando lo realiza el Estado capitalista- no es un delito para el gobierno estadounidense, que mantiene un enorme aparato de espionaje nacional e internacional, que incluye al FBI y a la CIA. Desde COINTELPRO hasta el derrocamiento de gobiernos elegidos democráticamente en todo el mundo, estos organismos gubernamentales “legítimos” realizan actos mucho peores que el mero espionaje. El coste total de estas operaciones, que la clase trabajadora financia con sus impuestos, ni siquiera es de dominio público.
El espionaje sólo viola la Ley de 1917 cuando supuestamente se lleva a cabo en nombre de un “enemigo”. Pero en este caso el “enemigo” es un grupo de chat de juegos online, Thug Shaker Central. El New York Times, portavoz de las grandes empresas, fue el primero en investigar estas filtraciones. El periódico entregó sus conclusiones al gobierno federal. ¿Por qué?
¿De quién son los intereses?
Las principales preguntas que se hacen los medios de comunicación parecen centrarse en cómo “alguien tan joven y emocionalmente inseguro, y con opiniones racistas y contrarias al establishment, pudo tener acceso a un sitio que contenía información de inteligencia altamente clasificada”. (theguardian.com, 13 de abril)
Eso no es un problema para la clase trabajadora y los oprimidos. Damos la bienvenida a la rara filtración que expone las maquinaciones del Pentágono, cuyos planes “clasificados”, envueltos en secreto, se hacen con mucha antelación y se guardan estrechamente bajo el pretexto de la “seguridad nacional.” Nuestros intereses de clase son diametralmente opuestos a los del Estado capitalista, que es, como observaron Karl Marx y V.I. Lenin, un instrumento del dominio de la clase burguesa.
Pero las filtraciones pueden ser interesantes si revelan una creciente división entre facciones rivales de la clase dominante, división que los trabajadores pueden utilizar en su lucha contra el capital. ¿Existe una ruptura de la unidad de clase en torno al apoyo a Ucrania en la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia? Se dice que algunos de los documentos filtrados pintan un cuadro pesimista de las perspectivas de una victoria de Ucrania. Pero, al parecer, el gobierno ucraniano ve en ello un argumento para obtener ayuda militar adicional de los miembros de la OTAN.
Los medios de comunicación consideran que las filtraciones son “embarazosas”, porque algunos documentos muestran que Estados Unidos espía a sus “amigos” -buenos amigos, entre ellos Israel, Corea del Sur y el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky-, probablemente para asegurarse de que estos amigos no olvidan quién es su jefe.
Hay muchas partes en movimiento en este último y muy publicitado acontecimiento, y el movimiento antiguerra no debería apresurarse a sacar conclusiones. El movimiento no puede ser arrastrado a tomar partido por una u otra facción de la clase dominante. Todo el sistema capitalista es enemigo de la paz y de la justicia social y económica.
¡Abolir la máquina de muerte del Pentágono! Abolir el FBI, la CIA y todo el aparato represivo del Estado.
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