Entrevista de Lorena Guillen, de ABYA YALA TV, Bolivia, a Julio Gambina, presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, Argentina, sobre los acuerdos entre China y Brasil para el intercambio en monedas locales, sin depender del dólar. El acuerdo se realizó el 29 de marzo y la nota fue realizada en vivo el sábado 1 de abril 2023. Publicado el 7 de abril por rebelion.org
Lorena Guillén (LG): ¿Qué opinión te merece el acuerdo entre Brasil y China?
Julio Gambina (JG): es una noticia de fines de marzo, muy reciente, y es muy importante porque China ha pasado a ser el socio comercial nº1 de Brasil, y eso tiene consecuencias no solo en la relación bilateral entre China y Brasil, sino que va a tener impacto en la región.
Hay que pensar que para el caso argentino Brasil es el socio comercial nº1, China es el socio comercial nº2 y hace ya un tiempo que las relaciones comerciales y monetarias mundiales están complicadas, sobre todo por las sanciones unilaterales de EE.UU. a varios países, agravado en la situación de guerra en Ucrania.
La verdad es que en el último tiempo se ha desordenado el sistema de relaciones internacionales tanto comerciales como monetarias. Por lo tanto, China viene emergiendo como una nueva potencia que abre puertas para multiplicar los lazos comerciales, económicos y monetarios.
Tengamos en cuenta que el sistema bancario mundial se mueve históricamente a través del sistema Swift, un sistema de canje, de intercambio, que involucra a más de 3500 entidades financieras del mundo y que con la guerra de Ucrania el año pasado empezaron sanciones muy fuertes contra Rusia, suspendiendo operaciones en el sistema Swift.
Venían ya sanciones comerciales de EE.UU. con China, y China viene, ya hace más de una década, generando vínculos y lazos para favorecer y sortear de alguna manera las sanciones de EE.UU. contra China, Rusia y otros países de la región latinoamericana y caribeña (Cuba, Venezuela, etc.) y por lo tanto, este anuncio que tiene que ver con dos países de un peso relativo importante.
Hay que aclarar que su implementación requiere de un proceso para su instrumentación El acuerdo se firmó recién el pasado 29 de marzo. Vale recuperar que Brasil tiene una experiencia de intercambio en monedas locales con Argentina desde 2008, pero no necesariamente eso se transformó en el principal vínculo monetario entre ambos países.
Claro que China tiene otro volumen en la relación comercial con Brasil y por lo tanto es de esperar que ese importante volumen de intercambio operado entre el gigante asiático y el latinoamericano pueda tener impacto en la región y de alguna manera le da salida a muchas dificultades que existen en el sistema productivo, económico, comercial, monetario. Digamos que la circulación y la producción mundial están afectadas por esta dinámica de sanciones y es interesante e importante que aparezcan señales como esta, que muestran caminos distintos.
Quisiera recordar que, a comienzos de este año, en la reunión de la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños, realizada en Buenos Aires cuando Brasil retornó a la CELAC, porque en los últimos años durante el gobierno de Jair Bolsonaro Brasil estuvo afuera de la CELAC.
En dicha ocasión, Lula, el presidente de Brasil señaló que “si por mi fuera, impulsaría una moneda única en la región”. Es una voluntad individual y personal, pero me parece que este acuerdo entre China y Brasil marca una tendencia o un rumbo de cierta voluntad expresada por el presidente brasileño de que América Latina y el Caribe transite por otros carriles en la cooperación monetaria y financiera.
Por eso hay que verlo con expectativas. China no es solo el primer socio comercial de Brasil, sino que es un importante socio comercial de muchos países de la región, ha crecido mucho el peso de las inversiones chinas en América Latina y el Caribe y crecientemente se ha ido constituyendo en un prestamista de última instancia.
En este último sentido, por ejemplo, en el caso argentino, necesitado de divisas, el acuerdo swap entre Argentina y China favorece que, en un momento de escasa disponibilidad de divisas para la Argentina, esta acuda a este acuerdo financiero con China y resuelva sus problemas de límites de divisas.
Por eso creo que es auspiciosa esta apertura monetaria mercantil donde se asocian dos países de tremenda importancia en el sistema mundial y en la región.
¿Estamos listos?
LG: ¿Estamos listos los latinoamericanos para el deseo del presidente Lula de una moneda única?
JG: Bueno, no es sencillo, hace falta voluntad. Yo siempre recuerdo que el actual presidente de Bolivia cuando era ministro de economía en el gobierno de Evo Morales y tenía a disposición el capital exigido para el Banco del Sur, un banco que se creó en 2007 y nunca pudo funcionar, Luis Arce dijo que Bolivia tiene el capital para aportar al Banco del Sur y sugirió que las reservas internacionales de los países que suscriben al acuerdo Banco del Sur se canalicen hacia el Banco del Sur, lo que le daría a un eventual Banco del Sur un fundamento económico financiero muy importante para pensar en desarrollos productivos alternativos para la región.
Fue la voluntad de un ministro de economía de una de las economías más exitosas en ese tiempo, hoy presidente de Bolivia y un animador del proceso de integración no-subordinada e integración alternativa de la CELAC.
La voluntad personal de Lula, más estos comentarios que estoy haciendo realizados en su momento por el ministro de economía de Bolivia, podrían sumarse a otras voluntades personales como se pusieron de manifiesto cuando se discutió una nueva arquitectura financiera para la región, que fue una política enunciada en UNASUR, en la primera década del siglo XXI.
Quiero señalar que hay instrumentos, hay iniciativas, hay propuestas, a veces a título individual, a veces formuladas colectivamente en ámbitos de articulación política en la región latinoamericana y caribeña, que son una base muy importante para generar lo que llamaría un gran debate político, social, cultural, ideológico en la región para que sean los pueblos de América Latina y el Caribe los que presionen para una nueva arquitectura financiera, para terminar de constituir el Banco del Sur, para generar una dinámica donde los recursos generados en Nuestramérica sean orientados para el financiamiento de una producción que resuelva las necesidades de nuestros pueblos.
América Latina y el Caribe tiene todo lo que se necesita para producir bienes y servicios que resuelvan las necesidades de nuestros pueblos. Muchas veces se ha dicho que “la riqueza tiene padre y madre: el trabajo y la naturaleza”. Bueno, América Latina y el Caribe tienen una clase trabajadora altamente capacitada, con disposición para llevar adelante la producción de riqueza y tenemos la dotación de unos bienes comunes para un desarrollo soberano en defensa de los intereses de nuestros pueblos, de la reproducción de la naturaleza, la vida y la sociedad.
Por lo cual contar con un financiamiento genuino sustentando en procesos de soberanía financiera en la región, sería una muy buena noticia y una posibilidad para intervenir en un momento de desorden de la economía mundial, precisamente por los elementos de descomposición que muestra esta actitud de unilateralidad de las sanciones de EE.UU., las que lamentablemente en general acompaña Europa y genera tensiones adicionales que impacta en la inflación y en el crecimiento de la desigualdad, y por lo tanto un impacto en la pobreza, donde América Latina y el Caribe sin ser el territorio más pobre del mundo si es el territorio donde más crece la desigualdad.
¿La misma moneda?
LG: Un proceso como ha vivido la unión europea en su momento de integración no solamente a nivel ideológico sino en hechos de tener una misma moneda como es el euro. Las económicas latinoamericanas son muy diversas ¿cómo se tendría que regular esta situación en América Latina?
JG: Lo más importante sería una voluntad integradora, yo mencione hace un momento a la CELAC, por que incluye países con gobiernos con orientaciones políticas diferentes, incluso contrarias, pero eso no impide que haya diálogo, capacidad de encarar proyectos compartidos, de desarrollos que sean favorables para todos los pueblos. Es cierto que hay diversidad en los desarrollos económicos, políticos, culturales e incluso de lengua: Brasil distinto del resto de la región no habla español, Haití se comunica con el creole.
Pero que importante sería que el conjunto de la región latinoamericana ante una pandemia que continúa, potencie los desarrollos que tiene Cuba en materia de vacunas, que la experiencia del Cono Sur en materia de alimentos se propague y difunda para el desarrollo de políticas de soberanía alimentaria en toda la región, que la potencialidad energética que en algún momento Venezuela planteó “construyamos Petroamérica”, en aquel momento la Argentina tenía una petrolera privatizada y por lo tanto no era atractivo para la petrolera privatizada avanzar en una lógica hidrocarburífera de soberanía energética, de carácter regional. Brasil se ha transformado en una potencia de reservas internacionales de petróleo muy fuerte, Argentina también, Bolivia tiene una larga tradición en ese aspecto, ni hablar de Venezuela que es el principal reservorio de hidrocarburos, Ecuador, Colombia.
Insistamos que América Latina y el Caribe aún con las diferencias de rumbo, si hay voluntad política podría avanzar en programas de soberanía alimentaria, de soberanía energética y como dijimos hace momentos, de soberanía financiera.
Pero me da la impresión de que no solo tiene que ser una voluntad de los gobiernos, sino que debe ser una presión del movimiento social, de las organizaciones sindicales, sociales, territoriales, de mujeres, de jóvenes para que presionen a un rumbo distinto.
Tengo la sensación de que las luchas juveniles que animaron el cambio de escenario político en América Latina, estoy pensando en los acontecimientos en Chile, en Colombia, por supuesto toda la movilización social boliviana para confrontar la situación de golpe, y la dinámica popular de lucha que muestra un país empobrecido como Haití, nos muestra que hay una voluntad política social extendida que necesitaría articularse en un proyecto político y popular de integración regional.
América Latina y el Caribe tiene que contestar con integración a los problemas que hoy presentan la economía mundial que es un momento de gran desorden y crisis y donde los grandes estados del capitalismo mundial solo atienden a las necesidades de los grandes bancos, de los grandes capitales en un tiempo en que la inflación extiende los problemas de la pobreza en el mundo. CEPAL lo confirma para América Latina y el Caribe: en los últimos 10 años es una nueva década perdida para la región, hemos bajado en todos los indicadores sociales deteriorando un ritmo de mejora a la situación económico social en nuestros países.
Por eso América Latina y el Caribe lo que necesitaría es una mayor presión social para que se asuma como propuesta creíble desde el punto de vista de los estados de la región.
¿Qué repercusiones tiene?
LG: Volviendo al acuerdo entre Brasil y China ¿Qué repercusiones puede tener en los países, sobre todos los del alrededor como en el caso de Bolivia o Argentina?
JG: Va a ser un desafío para toda la región. Hay que pensar que ese acuerdo se suscribió por agencias de China y de Brasil, Lula suspendió un viaje que tenía a China por razones de salud, pero en estos días se está materializando ese acuerdo, habrá que ver cómo se potencia este acuerdo bilateral y que curso de acción sigue en la región.
No hay ninguna duda de que tanto Bolivia como Argentina, Uruguay o Paraguay con regímenes gubernamentales distintos, con objetivos distintos, pueden potenciar e involucrarse en esta iniciativa.
Sin lugar a duda es una noticia muy importante que impacta, yo insisto con la importancia que tiene Brasil en la región y la importancia que ha ido asumiendo China, un tema que preocupa sobremanera a EE.UU., que está ejerciendo presión, por ej., con la Argentina y su relación con el FMI, para que Argentina no potencie las relaciones con China. Pero China es el 2º socio comercial de la Argentina y Brasil es el 1º.
No hay ninguna duda de que hay que acercar a los países sudamericanos a una estrategia común y compartida, incluso en el vínculo con China, porque el problema es que las relaciones con China son de carácter bilateral. Que importante sería que estas relaciones bilaterales tengan lazos integrados, que sean un vínculo del Mercosur con China, de una recreada UNASUR con China, de la CELAC con China. Que haya un vínculo más estrecho, multilateral y que responda a una estrategia compartida, donde no sean los intereses nacionales sino los intereses regionales, porque insisto en que hay mucho para trabajar en conjunto.
La mejor prueba fue el abastecimiento histórico de gas de Bolivia a Brasil y a Argentina, del mismo modo que la Argentina completa la soberanía alimentaria de Bolivia con las exportaciones de harina. Por lo tanto, hay muchos puntos en común de necesidades irresueltas de los países que se pueden resolver con procesos de profundización de la confianza, de la articulación productiva, económica y social en beneficio de los pueblos y no de la ganancia o de las trasnacionales, que es la lógica que impone la mercantilización, la privatización, la financiarización con que se ha venido desarrollando el sistema económico a nivel mundial.
Creo que es auspicioso el vínculo Brasil-China y que eso puede potenciar relaciones articuladas de nuestra región con China que es indudablemente una potencia emergente que, en lo productivo está a la cabeza del sistema mundial, y claro que, en una disputa en sentido integral por la hegemonía del sistema mundial, principalmente con EE.UU.
La región tiene que actuar integrada y articuladamente y no tanto en la relación bilateral que es lo que acontece.
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