Los ataques anti-LGBTQ+ han sido agresivos e implacables – desde cientos de proyectos de ley punitivos hasta un ataque mortal contra personas – homosexuales, trans, heterosexuales – en el Club Q. Las mezquinas voces burlonas han sido ruidosas en la radio, la televisión y las redes sociales.
Pero, ¡noticias de última hora! A pesar de estos ataques coordinados, las personas LGBTQ+ están muy por delante en la opinión pública. En una encuesta previa a las elecciones de mitad de mandato realizada por la Campaña de Derechos Humanos y la empresa de análisis de datos Catalyst, los votantes clasificaron las cuestiones LGBTQ+ en un lugar tan bajo entre los temas que les preocupan que la atención sanitaria y la participación en deportes de los transexuales quedaron en último lugar con sólo un 5%, frente a la preocupación sobre la inflación con un 59%.
En general, la gente -aunque no se identifique como LGBTQ+- no ve la fluidez de género o la sexualidad queer como una amenaza. Una minoría muy pequeña es despiadada y asesina.
Esta encuesta equivale a un amplio sondeo de opinión pública: una comprobación de la realidad de hasta qué punto las personas LGBTQ2S+ han creado un futuro del sexo, el género y la sexualidad que refleja el amplio y hermoso espectro de la vida humana.
Así que hagámonos cargo de la realidad y del valor y la épica historia de la organización. Recordemos las grandes victorias que se han conseguido con coordinación e inteligencia y determinación, por un movimiento amplio y decidido del que Workers World Party/Partido Mundo Obrero ha formado parte desde el principio.
Estábamos organizando en 1975, cuando la derecha estaba empezando a meter fundamentalistas cristianos en la legislatura de Carolina del Norte para oponerse a la Enmienda de Igualdad de Derechos. Debatimos en las bibliotecas públicas contra el Foro Eagle, contrario a la igualdad, mientras ellos temblaban de miedo con la transfobia y las tácticas de miedo de que hombres y mujeres “usaran los mismos baños”.
Luchamos contra la campaña de desprestigio de Anita Bryant de Florida en 1977 para “Salvar a nuestros hijos”. Hicimos retroceder la odiosa Enmienda Briggs de California en 1978, que amenazaba con prohibir a todas las personas LGBTQ+ enseñar en las escuelas públicas. En 1987 nos unimos con la mayor manifestación de desobediencia civil y detenciones de la historia ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos, después de que los jueces confirmaran el infame caso Bowers contra Hardwick para mantener las leyes de “crimen contra natura” en los libros, dejándonos marcados como delincuentes en muchos estados.
Salimos del armario ante amigos, familiares, compañeros de trabajo y jefes, y celebramos marchas estatales y nacionales año tras año. Y en 2003, once historiadores de la comunidad LGBTQ+ presentaron un escrito ante el Tribunal Supremo que destripaba las actitudes religiosas intolerantes y las mentiras históricas utilizadas para defender el caso Bowers, lo que dio lugar a la sentencia Lawrence contra Texas, que despenalizó nuestra sexualidad.
En 2015 Obergefell v. Hodges afirmó el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, y las encuestas Gallup concluyeron que el apoyo público a la igualdad matrimonial alcanzó el 50% en 2011, el 60% en 2015 y el 70% en 2021.
Estos detalles no hacen más que arañar la superficie de la organización diaria, decidida, arriesgada, estimulante e imaginativa que ha transformado la cultura social y familiar en Estados Unidos.
Las personas trabajadoras y oprimidas han creado familias de amor y supervivencia a lo largo de la historia de este país: desde las naciones indígenas hasta los esclavos negros, desde los trabajadores blancos de las textileras hasta los trabajadores del sexo LGBTQ+.
Ahora, la retórica de la derecha sobre el sexo y el género “tradicionales” vuelve a subir de tono, mientras las empresas intentan apoderarse de cada hora que los trabajadores tienen para sus familias y para ellos mismos. Los trabajadores luchan y se declaran en huelga para poder dedicar tiempo a sus relaciones humanas y amorosas: desde los mineros del carbón de Alabama hasta los asociados de la sanidad en línea y los trabajadores ferroviarios, desde los mozos de almacén de conglomerados de distribución como Amazon hasta los baristas de cafeterías como Starbucks.
El movimiento LGBTQ2S+ ha dado al mundo una visión de la vida que eleva el amor humano, el afecto y la familia elegida muy por encima del beneficio empresarial.
Luchemos por esta visión de un mundo en el que todo el espectro de sexo y género esté disponible para todos, y en el que puedan crearse múltiples formas de vida familiar y amor que nos ayuden a sostenernos frente a las depredaciones corporativas.
Inspirémonos en el Código de Familia de Cuba, aprobado en septiembre tras años de discusiones, debates y adiciones en el vecindario, por una mayoría de dos tercios.
Ahora hay un reconocimiento oficial del estado cubano de las familias de elección, desde parejas heterosexuales a abuelos con nietos a amigos LGBTQ+ en combinaciones amorosas. (workers.org/2022/09/66878/)
En lugar de dejarnos intimidar por las voces y la violencia de los intolerantes, organicémonos, concentrémonos, marchemos… ¡hagámoslo alto y con orgullo! Sigamos avanzando hacia un futuro colectivo aún más radical.
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