Una victoria indiscutible y en unidad del pueblo panameño
By Polo Ciudadano – Panamá
La gran explosión social del pueblo panameño, que salió masivamente a las calles a repudiar el alza indiscriminada de los precios de la comida y los combustibles, ocurrida durante la primera quincena del mes de julio de 2022, ha obtenido una victoria indiscutible.
La fuerza combinada del paro de educadores, que abarcó a todas las escuelas del país, junto con la combatividad de los pueblos originarios, en particular de la nación Ngäbe-Buglé, así como la participación decidida del movimiento obrero organizado y popular, han doblegado al gobierno neoliberal de Cortizo-PRD obligándolo a negociar con la totalidad del movimiento, sin divisionismo, y ante las cámaras de televisión nacional.
“Sin luchas, no hay victorias”, dice la consigna, y una vez más se ha demostrado cierta. Una de las principales conquistas de esta lucha ha sido la rebaja (del 30%) y congelamiento de precios de una canasta básica de alimentos y bienes de primera necesidad compuesta por 72 productos, que superan ampliamente el popular “arroz con tuna”. Una canasta variada y saludable, que incluye proteínas y vegetales, y no solo carbohidratos, como pretendía el gobierno de Cortizo.
La rebaja de la gasolina en todas sus variantes hasta B/. 3.25 por galón es otra victoria importante que hay que reivindicar. Aunque la demanda original del movimiento era una reducción hasta B/. 3.00, lo conquistado hasta ahora es un ahorro significativo si lo comparamos con los B/. 3.95 que pretendía el presidente Cortizo. (B/. = U.S. $)
Se ha logrado que esta rebaja sea reconocida incluso para los motores de pescadores y maquinarias agrícolas con la sola presentación de la cédula del consumidor. Los transportistas y productores que se quejan de los bloqueos le deben esta conquista al movimiento sindical y popular, como a la población indígena Ngäbe-Buglê.
A la fecha en que redactamos este comunicado se siguen avanzando acuerdos sobre precios de medicamentos y el presupuesto para la educación pública, del que se exige cumplir con un presupuesto equivalente al 6% del PIB.
El conjunto de todas estas medidas concretas, que implican un importante alivio para el sufrido bolsillo de las clases populares, son producto de esta lucha y no una dádiva del gobierno.
Pero la victoria popular va más allá: el país entero ha empezado a comprender que el problema no está solo en el gobierno de turno y su corrupción, sino que el problema es el “modelo económico” del país, que está puesto al servicio de un puñado de monopolios que controlan la distribución de combustibles, alimentos y medicinas.
Tanto en las calles, como en la mesa de diálogo televisada, el pueblo panameño ha empezado a caer en cuenta que las alzas de precio que le agobian son impuestas por capitalistas extranjeros y nacionales para cuyos intereses trabajan los gobiernos.
La movilización y la mesa de diálogo han permitido avanzarla conciencia popular para comprender que incluso las conquistas alcanzadas son efímeras, son parciales, mientras subsista el actual modelo económico capitalista neoliberal.
Que mientras manden los políticos y partidos al servicio de este sistema corrupto que permite el enriquecimiento de unos pocos a costa del hambre del pueblo, el congelamiento de la gasolina y la comida, en realidad se transforma en un “subsidio a los ricos”, que pagaremos las clases explotadas indirectamente con impuestos.
Que la solución de fondo es limitar los márgenes de ganancia que sacan estas empresas, llámese importadoras y distribuidoras de gasolina, de alimentos o medicinas. Que los “intermediarios” y cadenas de supermercados son los responsables de imponer precios de quiebra a los productores agropecuarios y venderle caro a los consumidores.
Que las importaciones desmedidas, y no los bloqueos de las organizaciones indígenas, son los que llevan a la quiebra a los productores. Que hay que acabar con los Tratados de Libre Comercio que solo benefician a los comerciantes. Que hay que hacer una reforma fiscal en que quienes más ganan paguen más, que se acaben las exoneraciones y la evasión fiscal.
Poner sobre la mesa de diálogo esta discusión ha sido un acierto de los negociadores que representan a los y las indígenas de la Comarca Ngäbe Bugle, las dos “alianzas” populares por el impacto educativo que tiene ante la opinión pública.
Pero, desde el movimiento popular y sindical también debemos comprender que, reconociendo las conquistas logradas en esta lucha, el fondo de la cuestión va más allá de la mesa de diálogo, pues el gobierno, apoyado en las quejas de los empresarios, que ahora exigen ser incluidos, no van a cambiar el “modelo”, porque no les interesa resolver la situación socioeconómica del pueblo panameño.
Para cambiar el modelo económico antipopular, para cambiar el régimen político corrupto, para construir un país más justo, democrático, inclusivo e igualitario debemos organizar un movimiento político que aspire a ser gobierno. Un movimiento político que supere el divisionismo y el sectarismo, así como se ha logrado en la actual mesa de diálogo.
Al gobierno como a los empresarios y empresarias, que se preocupan ahora por el “modelo” y que dicen querer “dialogar” sobre eso, les expresamos que la ocasión para hacerlo es en el marco del debate y la constitución de una ASAMBLEA CONSTITUYENTE ORIGINARIA, que debe convocarse cuanto antes, en el contexto del clamor popular por un mejor país.
Panamá, 28 de julio de 2022.