Han pasado varias semanas desde los desgarradores eventos en la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas. Semanas desde que 19 niñas y niños y 2 de sus maestras fueron abatidas por un joven con un rifle semi-automático AR-15 que disparó cientos de balas dentro de la escuela.
Al principio los policías se pintaron como héroes abnegados que defendieron las vidas de estudiantes y maestras — hasta que las cámaras telefónicas los mostraron en los pasillos de la escuela esperando, esperando, esperando, esperando. Los niños y niñas fueron asesinados lenta y metódicamente mientras los policías quedaron a unos pocos metros de distancia.
¿Cuántos policías? Más que los que caben en un estacionamiento de Dunkin Donuts. Varias docenas. Por lo menos 19, 20, 50, más de 100, casi 400 policías.
El ataque duró casi una hora y media, precisamente 77 minutos, hasta que la amenaza fue neutralizada. 77 minutos de muertes de criaturas de 7 a 10 años. Niños y niñas inteligentes, con aspiraciones. Algunos marcaron 911 para pedir ayuda, sin saber que los policías ya estaban ahí.
Desde los primeros minutos estuvieron ahí, armados con rifles semi-automáticos y escudos. Esperando. ¿Para qué sirvieron?
¿Y ahora cómo pueden los padres sentirse seguros al enviar a sus hijas, sus hijos, a la escuela de nuevo? ¿Cómo será posible confiar en la policía?
Con amor, no miedo, soy Mumia Abu-Jamal.
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