Editorial:
¡Viva la Revolución Cubana!
Cuando el 8 de enero de 1959, un triunfante Fidel Castro entró en La Habana, llamó a los revolucionarios cubanos a “acomodarse a los objetivos pacíficos de la Revolución”. Habló con una paloma blanca en el hombro, un símbolo asociado a Fidel durante toda su larga vida.
Pero el imperio estadounidense, con su punto más meridional a sólo 90 millas de la nación isleña socialista, nunca ha permitido que Cuba conozca la paz. La invasión de Cuba patrocinada por Estados Unidos en 1961 en Playa Girón (Bahía de Cochinos) sufrió una estrepitosa derrota, pero el presidente John F. Kennedy impuso un bloqueo económico en 1962.
Este acto de guerra económica sigue vigente hasta hoy y, de hecho, ha sido endurecido por el Congreso en más de una ocasión. Los cubanos siguen sufriendo los efectos del bloqueo a través de la escasez de alimentos, medicinas, suministros médicos, materiales de construcción y mucho más. Aunque la ciencia médica cubana está muy avanzada, incluyendo el desarrollo de las propias vacunas cubanas COVID, la distribución de las vacunas se ha visto obstaculizada por la escasez de jeringuillas.
La guerra económica de Estados Unidos se ha combinado con numerosos actos terroristas de contrarrevolucionarios con sede en Miami y una larga historia de intentos de asesinato contra Fidel.
Es en este contexto que hay que ver las llamadas “protestas” que tendrán lugar el 15 de noviembre en Cuba. Son un ataque financiado por el imperialismo estadounidense, que ha pasado las últimas seis décadas creando la misma escasez por la que los “manifestantes” dicen estar “protestando”. Agentes pagados han manipulado las redes sociales para fomentar y movilizar el resentimiento derivado de la escasez.
Como señaló acertadamente el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, “los funcionarios diplomáticos estadounidenses se reúnen con frecuencia con los líderes de la contrarrevolución, a quienes proporcionan orientación, estímulo y apoyo logístico y financiero.” (Reuters, 25 de octubre)
Estos agentes cuentan con el pleno respaldo de los medios de comunicación capitalistas estadounidenses y sus títeres en falsos grupos de “defensa” como Human Rights Watch.
Sin embargo, el gobierno cubano y las organizaciones de masas, como los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas y la Confederación de Trabajadores de Cuba, se han acercado a las personas que tienen quejas en un esfuerzo por involucrar a la gente en la solución de problemas.
Política de Estados Unidos: no hay paz para Cuba
El presidente Joe Biden o el Congreso podrían poner fin al bloqueo de un plumazo y permitir que Cuba persiga sus “objetivos pacíficos” -alimentación, vivienda, empleo, educación y atención médica para todos bajo una economía socialista- sin interferencias. Pero el bloqueo siempre ha contado con el apoyo bipartidista, a pesar de las décadas de repetidos llamamientos de la Asamblea General de la ONU para poner fin a esta violación de los derechos humanos. Esto se debe a que el modelo de Cuba contrasta con el modelo neoliberal que el imperialismo ha impuesto en gran parte de América Latina: explotación despiadada, servidumbre por la deuda y brutal represión política.
El gobierno cubano tiene derecho a utilizar cualquier medio necesario, incluyendo la fuerza o las acusaciones legales, para defender su soberanía de este último ataque imperialista.
Desde la fundación del partido Workers World Party/Partido Mundo Obrero en 1959, el mismo año del triunfo de la Revolución Cubana, hemos defendido este brillante ejemplo socialista de los subterfugios imperialistas, la guerra económica y las mentiras descaradas.
Hoy nos unimos a otros para denunciar las manifestaciones orquestadas por Estados Unidos en Cuba y para enfrentar a los reaccionarios que amenazan la Misión de Cuba ante la ONU en la ciudad de Nueva York.
Volvemos a proclamar: ¡manos de Estados Unidos fuera de Cuba! ¡Viva la Revolución Cubana!