En un sorprendente anuncio realizado el 5 de agosto, el Presidente de China, Xi Jinping, informó al Primer Foro Internacional de Cooperación en Materia de Vacunas COVID-19 de la donación por parte del país de 2.000 millones de dosis de vacunas COVID-19 a países en desarrollo y pobres en los próximos cuatro meses. Esta medida urgente fomenta la solidaridad y hace accesibles las vacunas en el mundo en desarrollo.
Lo más significativo fue el mensaje de China de que, a través de la cooperación y el intercambio de recursos, habilidades y tecnología, muchos países podrían desarrollar la producción en el extranjero de las vacunas desarrolladas por China. El aumento de la capacidad de producción local ahorrará tiempo, vidas y costes de transporte internacional.
La decisión de compartir tecnología y ayudar a los países a producir sus propias vacunas sitúa a China en una trayectoria de colisión con la Organización Mundial de la Salud. La OMS está dominada y financiada significativamente por una de las personas más ricas del mundo a través de la Fundación Bill y Melinda Gates. Gates está comprometido con la protección de las patentes, incluso en los medicamentos esenciales que salvan vidas. El desarrollo de la capacidad de producción mundial es una profunda amenaza para las empresas estadounidenses.
Enseñando a pescar
CGTN, un medio de comunicación chino, explicó la importancia de que el Foro transfiera tecnología a los países en desarrollo y ayude a estos países a establecer líneas de producción nacionales. Es la diferencia entre dar un suministro de pescado y enseñar a los países a pescar. Esta es la mejor protección ahora y en el futuro, cuando se desarrollen otras posibles pandemias.
Afrontar el reto es mucho más complicado que entregar paletas de vacunas en el asfalto. Hay que resolver rápidamente los complejos problemas logísticos de almacenamiento, transporte y necesidad de técnicos médicos y personal administrativo cualificado. Las materias primas y la tecnología industrial son esenciales. Comenzar una planificación concreta fue el objetivo del foro internacional del 5 de agosto, presentado por el Consejero de Estado y Ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, y al que asistieron por videoconferencia 30 países.
Los medios de comunicación corporativos de Estados Unidos, que sólo son capaces de ver el mundo desde una perspectiva capitalista de competencia, apuntaron inmediatamente al anuncio de China de 2.000 millones de dosis de vacunas y cuestionaron sus motivos. Sin embargo, no cuestionaron la capacidad de China para lograr estos objetivos.
Los medios de comunicación estadounidenses afirmaron que el anuncio de China sobre la cooperación mundial en el foro internacional estaba eclipsando el anuncio del presidente Biden sobre las donaciones de Estados Unidos. El presidente Biden había anunciado el 3 de agosto que Estados Unidos había entregado 110 millones de dosis de vacuna COVID-19 en todo el mundo.
Esto supone apenas un 5% de los 2.000 millones de dosis procedentes de China. Sin embargo, el comunicado de prensa de la Casa Blanca del 3 de agosto se jactaba de que la donación “consolida a Estados Unidos como líder mundial en donaciones de vacunas COVID-19” y que esta cantidad es “más que las donaciones de todos los demás países juntos y refleja la generosidad del espíritu estadounidense”.
El anuncio de Biden fue recogido acríticamente por los medios de comunicación corporativos estadounidenses, sin molestarse en comprobar los hechos de esta declaración salvajemente exagerada sobre la importancia de 110 millones de dosis a 65 países. China ya ha distribuido 750 millones de dosis a 104 países y lo ha publicitado ampliamente. Los 2.000 millones de dosis anunciados el 5 de agosto se suman a la enorme cantidad ya entregada. (Global Times, 5 de agosto)
La declaración de la Casa Blanca, engañosa y fraudulenta, refleja la decidida negativa de la clase dirigente estadounidense a reconocer los logros de China en la lucha contra el COVID dentro del país y en la ayuda al mundo para hacer frente a la pandemia.
Rara vez se menciona en los medios de comunicación estadounidenses que Estados Unidos sigue teniendo el mayor número de muertes por COVID que cualquier otro país: 631.000 en el momento de escribir este artículo. No se incluye una comparación con las 4.638 muertes de China. Ahora se está jugando el mismo juego de números en torno a compartir las vacunas con el mundo.
Proteger las patentes a toda costa
Los medios de comunicación corporativos distorsionan y ocultan los hechos y las cifras, porque están en juego los enormes beneficios farmacéuticos.
Washington está sintiendo la presión mundial para compartir recursos y vacunas y suspender los derechos de “propiedad intelectual” (PI siglas en ingles) sobre las patentes de vacunas COVID. Pero las empresas farmacéuticas siguen decididas a proteger las patentes privadas, una fabulosa fuente de beneficios garantizados en el futuro. Se ven amenazadas incluso por una interrupción temporal de las protecciones de PI.
Un gobierno capitalista existe para proteger los “derechos” de las empresas a obtener los máximos beneficios. Esto se considera más sagrado que el derecho humano a la vida. Pfizer y Moderna aumentaron el costo de sus vacunas – Pfizer en más de un 25%.
Con la compra de decenas de millones de dosis por parte del gobierno de Estados Unidos, se pueden obtener grandes beneficios. Pfizer ha gastado $3.000 millones de dólares en la investigación de vacunas, pero tiene previsto obtener $26.000 millones de dólares en ventas de vacunas en 2021. La inversión en investigación de Pfizer fue cubierta con creces por $12.000 millones de dólares en subvenciones del gobierno. (Reuters, 4 de mayo)
Las grandes farmacéuticas han utilizado su enorme poder para impedir que los países del Sur Global desarrollen vacunas alternativas. En octubre de 2020, cuando se estaba sintiendo todo el impacto de la pandemia mundial, India y Sudáfrica presentaron una propuesta radical a la Organización Mundial del Comercio: Que se permitiera a todo el mundo fabricar la vacuna sin penalización.
La propuesta de exención de patentes fue rechazada en la OMC por Bill Gates y todos los países capitalistas más ricos, incluidos Estados Unidos, la Unión Europea, Gran Bretaña y Suiza, países que albergan importantes empresas farmacéuticas. Todos estos países disfrutaron de un acceso temprano a la vacuna.
Apartheid de las vacunas
Las empresas farmacéuticas de Estados Unidos y de otros países imperialistas han obtenido miles de millones de beneficios durante el azote del SIDA, que se cobra un precio especialmente alto en África. Las fundaciones Gates y otras creadas por multimillonarios son utilizadas para defender la medicina monopolista mientras se hacen pasar por salvadoras.
Dado que la propia fortuna de Gates se basa en la propiedad intelectual, concretamente en los derechos de autor y las patentes asociadas a los productos de Microsoft, Gates ha utilizado una parte de su enorme riqueza empresarial para garantizar la protección de todas las patentes.
La Fundación Gates es el segundo mayor donante, después de Estados Unidos, a la Organización Mundial de la Salud. Los puntos de vista de Gates tienen una influencia desmesurada. Por supuesto, Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y los otros mayores financiastas están comprometidos a mantener la tecnología médica en manos de empresas privadas.
Dan prioridad a la propiedad capitalista en primer lugar y a la atención sanitaria en el mundo anteriormente colonizado en un lejano segundo lugar. Menos del 2% de los 1.300 millones de africanos están totalmente vacunados.
Este es el doble papel de todas las fundaciones empresariales. Fundaciones como la Fundación Bill y Melinda Gates mantienen los precios altos comprando medicamentos y donándolos, al tiempo que protegen las patentes o la propiedad intelectual, junto con su reputación. Con mucha publicidad y bombo y platillo, la Fundación Gates dice combatir la polio, la malaria y el sida en África, pero sus donaciones no desarrollan la infraestructura sanitaria esencial.
Los defensores de la salud se centran cada vez más en el papel de Bill Gates y de las grandes farmacéuticas en el afianzamiento del mortal apartheid de las vacunas. “Gates impulsó un plan que permitiría a las empresas tener derechos exclusivos sobre medicamentos que salvan vidas. . . . Dada la enorme influencia que tiene Gates en el mundo de la salud pública mundial, su visión acabó imponiéndose en el programa COVAX, que consagra los derechos de patente de los monopolios y depende de los caprichos caritativos de los países ricos y de los gigantes farmacéuticos para proporcionar vacunas a la mayor parte del mundo.” COVAX describe engañosamente su objetivo como “trabajar por un acceso global equitativo a las vacunas COVID-19”. (Wired, 19 de mayo)
Las primeras esperanzas de una colaboración cooperativa y de compartir información en un esfuerzo conjunto contra el virus se estrellaron contra las rocas capitalistas de los derechos de propiedad intelectual y la ciencia patentada.
La determinación de China de compartir la tecnología de las vacunas es un desafío fundamental al dominio corporativo de la tecnología.
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