15 de noviembre – El día 10 de noviembre renunció Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, junto con el vicepresidente y la mayoría de su gabinete. Vino después de que la policía nacional abonó su cargo y se unió a las protestas de la derecha, y las Fuerzas Armadas anunciaron en la televisión que pedían su renuncia, uniéndose también al.golpe de estado.
No importaba que el gobierno ya había aceptado lo que supuestamente pedían los manifestantes: nuevas elecciones con nuevo Tribunal Supremo Electoral.
Fernando Camacho, líder del movimiento opositor, entró al Palacio Quemado para tomar una foto arrodillado ante la bandera y la biblia. A su lado, un pastor declarando que “Bolivia es de Cristo”.
En los días siguientes se desarrolló una situación que no debe sorprender a los que conocen la historia de América Latina: la policía reprimiendo con toda fuerza a las protestas en los barrios populares causando por lo menos seis muertes, persecución de los funcionarios y oficiales electos del partido gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS), y deteniendo a los líderes sindicales, campesinos, e indígenas.
El golpe se hizo realidad con la traición del ejército y varios sectores de la policía, pero fue también resultado de una campaña de terror contra la mayoría indígena del país y todos los que apostaron por el “proceso de cambio” del MAS. Los que llevaron este terror son, aparte del sector empresarial, grupos de la extrema derecha con una ideología neocolonialista y las peores características del evangelismo.
Evo Morales se retiró a la región de Cochabamba, protegido por el sindicato de cocaleros que antes de ser presidente había dirigido. Despues de refugiar a 20 miembros de MAS en su embajada, el gobierno mexicano ofreció asilo, y a la hora de escribir Evo Morales está en la Ciudad de México.
Mientras tanto, en las calles de Bolivia se está desarrollando una gran resistencia al golpe, para defender la democracia pero también en rechazo contundente al racismo desatado por la victoria del golpismo.
En la ciudad de El Alto, cercana a la capital administrativa de La Paz y famosa por su historia de derrocar dictadores, los habitantes, en su mayoria indigenas, forzaron la retirada de la policía nacional, quienes tuvieron que pedir refuerzos del ejército.
En el resto del país, los sindicatos, organizaciones indígenas, campesinos, feministas, y otros movimientos sociales empezaron a movilizarse también. Desde varios puntos en el país llegan a La Paz, donde las marchas y los bloqueos de carretera van aumentando.
Integrantes del golpe
“El signo de la cruz en las empuñaduras de las espadas.” Así se titula la primera parte del libro, “Las Venas Abiertas de América Latina”, por Eduardo Galeano, y así fue el golpe en Bolivia. El movimiento “cívico,” en realidad fascista, liderado por Camacho quiere, por sus propios comentarios públicos, “devolverle” Bolivia a Cristo.
El origen de este movimiento es la alianza entre la vieja élite colonial del país, los empresarios, y las iglesias evangélicas. En realidad son grupos con gran coincidencia, y su objetivo es la restauración de los criollos y su Cristo neocolonial.
Los actos iniciales de los dirigentes del golpe, después de que renunció Evo y antes de nombrar un presidente interino, fueron quitar la Wiphala de los edificios gubernamentales y tomar fotos arrodillados ante la Biblia y la bandera nacional. En sus festejos sus integrantes queman la Wiphala y atacan a los símbolos de los pueblos originarios que consideran “satánicos”.
Cuando finalmente los golpistas nombraron Jeanine Añez al “presidente interino”, que se autoproclamó rodeada de militares en una cámara legislativa sin quórum ni banco mayoritario presente, eligieron una mujer vinculada al uribismo colombiano por su marido y que entró al Palacio levantado una Biblia mas grande que su cabeza.
Por otro lado el golpe no pudo materializarse sin el apoyo de la Policía y las Fuerzas Armadas. Esta fue la diferencia clave entre este momento y el golpe fracasado en Venezuela, por lo que se deben notar algunas cosas.
Es una prueba de la idea que elaboró Lenin: el estado burgués, y en el contexto latinoamericano se puede hablar también del estado neocolonial, en el momento crítico servirá los intereses burgueses.
Lo primero es que quedó obvio que los cuerpos policiales del país no cambiaron suficientemente su carácter durante los años del proceso de cambio. En el momento que les convenía, regresaron a las faldas de sus viejos amos oligarcas. Y cuando se materializó el golpe, quitaron la Wiphala de sus uniformes e iniciaron una campaña de terror en las calles.
Williams Kaliman, el comandante de las fuerzas armadas bolivianas, fue entrenado en la Escuela de las Américas, una academia militar de EEUU que ha producido los peores dictadores, criminales de guerra, y genocidas en el continente, así como muchos de los oficiales. Medios bolivianos descubrieron también que un grupo de graduados de esa academia, incluyendo varios miembros del alto mando, ya habían conspirado para derrocar al gobierno (tinyurl.com/yf7estss/).
El gobierno de Evo había cerrado las bases militares extranjeras en el país, y dejó de enviar sus militares a entrenar en EEUU. Incluso inició una escuela anti-imperialista, pero por lo visto no fue a tiempo, y los lacayos del imperialismo pudieron mantenerse en el alto mando.
Lo bueno es que ahora esos lacayos están desenmascarados, y sus verdaderas intenciones son innegables. Le cae al pueblo, en el proceso de organizar una resistencia al golpe, elaborar sus propias fuerzas armadas originadas en las masas populares que podrán servir como la base de un estado libre de influencia oligarca e imperialista.
La constitución de 2009
El movimiento fascista que formó la vanguardia del golpe no habría podido generar el caos necesario para el golpe sin una base social. Como se evidenció, esta base se motivaba por un fuerte racismo y un deseo de masacrar al indígena y destruir sus culturas.
En este contexto hay que entender que uno de los logros más importantes del proceso de cambio, quizás por encima del crecimiento económico, fue el establecimiento del Estado Plurinacional con la constitución de 2009.
La primera cláusula que provoca la rabia de los herederos de la elite colonial es que por primera vez estableció una Bolivia legalmente secular. Por eso es que los golpistas ahora entran con biblia en la mano.
Junto con la separación entre religión y el estado, decreta la igualdad de 36 idiomas indígenas y el español como lenguas oficiales del estado. Todo territorio tiene como mínimo una lengua indígena oficial ademas del espanol. Las naciones indígenas ganaron representación explícita en la legislatura y los puestos judiciales ahora son electos por voto.
Esta constitución rompe con los siglos de colonialismo y neocolonialismo que han dominado el continente entero, y por primera vez formaron un estado que no estaba controlado por las elites coloniales.
El litio y los recursos naturales, factores económicos del golpe
La constitución del 2009 se decreta también que los recursos naturales del país son el dominio exclusivo del pueblo Boliviano, administrado por el Estado. Declara un límite máximo en la propiedad privada de la tierra.
Bolivia tiene una de las reservas mas grandes de litio, cuyo valor está en alza por ser materia prima esencial de las baterías que usan los carros eléctricos. En general es indispensable para las soluciones a la crisis del cambio climático que propone el “capitalismo verde”. Unas semanas antes del golpe, Evo Morales había cancelado un acuerdo con una firma alemana para desarrollar sus reservas de litio, y había empezado a negociar con China.
Sin duda la crisis climática requiere soluciones tecnológicas que dependen del litio, pero la pregunta es quien debe beneficiarse de su desarrollo: el pueblo que con su labor lo extrae de la tierra y, según los planes de industrialización del gobierno, lo procesa, o las transnacionales, en este caso principalmente las alemanes?
La oligarquía del país, cuando logra dejar de lado a su racismo, se enrabia nuevamente cuando se acuerda de las minas perdidas en la nacionalización. Grita y prepara su golpe cuando ve lo que consideran sus ganancias “malgastadas” en programas educativos, un sistema de salud universal, y financiar la emancipación del país del FMI.
El litio es solo parte de la riqueza del subsuelo Boliviano, también son importantes los hidrocarburos y los minerales. Lo mismo se puede decir de los productos agriculturales.
Pero sea el recurso que sea, el deseo de la oligarquía es el mismo en todo el continente: vender los recursos minerales y agriculturales a las transnacionales, bajar los sueldos, y por lo tanto la calidad de vida, a su nivel mínimo, y quedarse con la diferencia.
En consecuencia la resistencia que se está organizando ante el golpe, además de defender los derechos de los pueblos originarios, representa la lucha de clases y la oportunidad de crear una nueva fuerza pública fuera del control de la oligarquía. Por lo tanto, esta lucha merece el apoyo de la clase obrera de todo el mundo, así como de todos los antirracistas.
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