Contemos los crímenes que el actual presidente de los Estados Unidos ha cometido contra la clase trabajadora y todas las masas oprimidas.
Su campaña vilipendió a los mexicanos y otros migrantes y refugiados centroamericanos, llamándolos mafiosos y violadores. En el cargo, cerró el asilo legal, encarceló a inmigrantes y separó a los padres de los niños, y restringe la entrada a los musulmanes.
Toda su vida, Trump lució abiertamente su misoginia, alardeando de abusar de las mujeres. En el cargo nombró jueces misóginos a los tribunales federales e incluso al Tribunal Supremo.
Mucho antes de postularse para un cargo, Donald Trump emprendió una campaña racista contra Central Park 5, jóvenes negros y latinos encarcelados en la cárcel por falsas acusaciones de violar a una corredora, quienes finalmente fueron exonerados. En el cargo, despotrico a varios países, llamándoles “basura” todos los cuales eran países de África o habitadas por personas de ascendencia africana.
Entre otras cosas, este presidente ha insultado a las personas con discapacidad por su discapacidad, ha tratado de prohibir su participación a las personas transgenerxs en el ejército y con todo lo anterior escrito ha cometido delitos graves contra las masas trabajadoras y oprimidas.
Sin embargo, los cargos que el Partido Demócrata y varios sectores de la clase dominante han intentado usar contra este presidente han sido los más aislados de la clase trabajadora y las personas que enfrentan la opresión.
Primero, investigaron las relaciones de Trump con el presidente ruso, intentando vincularlo con ayudar a las elecciones de este. Eso falló.
Ahora los cargos de destitución involucran el intento de Trump de utilizar un régimen ucraniano instalado por Estados Unidos contra Joe Biden, uno de los candidatos demócratas más probables para presidente el próximo año.
El primer año de la administración Trump trajo sonrisas a los rostros de la clase dominante cuando redujo los impuestos para los ricos y las corporaciones y abrió nuevas áreas de la Tierra para la explotación desenfrenada de los recursos naturales. Ahora están sonriendo menos. El negocio es inestable, y la jactancia de “hacer que Estados Unidos vuelva a ser grandioso” le ha costado a Estados Unidos estratégica y económicamente.
La acusación parece posible, quizás también para Trump, quien explotó contra los demócratas que lo atacaron. En su habitual estilo descaradamente racista, llamó a esos demócratas que encabezan la investigación de la Cámara contra él “salvajes”, señalando a Alexandra Ocasio-Cortez y al resto de “The Squad”, además de Adam Schiff y Jerrold Nadler, cuatro mujeres de color y dos hombres judíos. El presidente también insinuó que su juicio político podría provocar una guerra civil.
Estos crímenes verbales son dignos de una movilización masiva para deshacerse del presidente. Pero lo que realmente se necesita no es una maniobra legal que reemplace a Trump con el subordinado Mike Pence, sino un movimiento de masa que arrase con toda la pandilla racista y prejuiciosos.
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