La cuestión de la Palestina ocupada volvió a ocupar un lugar central en la prensa mundial cuando dos mujeres miembros de la Brigada del Congreso -Ilhan Omar (D-Minn.) y Rashida Tlaib (D-Mich.)- le fueron negadas inicialmente el derecho a entrar a Israel por su fascista Primer Ministro Benjamin Netanyahu el 15 de agosto, a instancias del presidente de la supremacía blanca de Estados Unidos, Donald Trump.
El mes pasado, en una manifestación xenófoba en Carolina del Norte, Trump pidió que estas dos congresistas, junto con Alexandria Ocasio-Cortez (demócrata de Nueva York) y Ayanna Pressley (demócrata de Massachusetts), fueran “regresadas” a sus países de origen en respuesta a sus críticas al racismo de Trump contra los inmigrantes.
Fue la primera vez que a los representantes del Congreso de Estados Unidos se les negó el derecho a visitar a Israel hasta ahora. ¿Por qué ahora?
Netanyahu explicó la negación en una declaración: “Como una democracia libre y vibrante, Israel está abierto a los críticos y a las críticas, con una excepción: La ley israelí prohíbe la entrada a Israel de aquellos que piden, y trabajan para imponer, boicots a Israel, al igual que otras democracias que impiden la entrada de personas que se cree que son perjudiciales para el país”. (New York Times, 15 de agosto)
Omar, que es somalí, y Tlaib, que es palestina, han sido especialmente francos contra el trato inhumano al pueblo palestino, al que se le ha negado sistemáticamente el derecho a su patria desde que se estableció el estado sionista de Israel en 1947. Las dos mujeres también son firmes partidarias del movimiento estadounidense de boicot, desinversión y sanciones contra Israel. De hecho, Omar presentó una resolución en el Congreso en apoyo al boicot a Israel y a la afirmación del derecho de los grupos a llamar a tales acciones.
Tlaib ha exigido que el dinero que financia los asentamientos sionistas y el ejército israelí se gaste en proporcionar atención médica, educación y otras necesidades humanas en el país.
Al describir su viaje a “Palestina”, no a “Israel”, las dos dijeron que esperaban reunirse con un representante árabe en el Parlamento de mayoría israelí y visitar los territorios ocupados de Hebrón, Ramallah, Cisjordania y la mezquita de Al Aqsa en Jerusalén del Este. Tlaib también tenía previsto visitar a su abuela de 90 años, Muftiyah Tlaib, que vive en la Ribera Occidental.
La negación de la entrada creó oposición dentro de los dos grandes partidos empresariales, e incluso los republicanos que apoyan a Trump dijeron que la decisión sentaría un precedente no deseado para otros funcionarios electos y figuras prominentes que planean viajes a Israel. Incluso el Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí de extrema derecha y pro-sionista denunció la decisión.
Esta crítica tenía más que ver con tratar de proteger la ilusión de décadas de que Israel es un modelo de “democracia” en la región rica en petróleo. En realidad, Israel es un régimen racista de colonos blancos y un estado de guarnición que protege las superganancias del imperialismo yanqui.
Rechazar los términos de Netanyahu
Mientras las denuncias continuaban creciendo, Netanyahu rápidamente revirtió su decisión sólo 24 horas después, el 16 de agosto, con la condición de que Omar y Tlaib no propagaran las campañas a favor de BDS durante su visita.
Tlaib dijo enfáticamente que no iría debido a las restricciones opresivas de Netanyahu.
Su declaración decía en parte: “El gobierno israelí utilizó mi amor y mi deseo de ver a mi abuela para silenciarme y condicionó mi capacidad de hacerlo a que firmara una carta, lo que refleja cuán antidemocrático y temeroso es de la verdad que mi viaje revelaría sobre lo que está ocurriendo en el Estado de Israel y a los palestinos que viven bajo ocupación con el apoyo de Estados Unidos”. (Washington Post, 16 de agosto)
Los funcionarios israelíes afirman que el rechazo de Tlaib a las restricciones de viaje fue sólo una provocación, tratando de dar la falsa impresión de que cualquiera que se oponga a las políticas de Israel es antisemita o antijudío.
La clase dominante de Estados Unidos, incluidos demócratas y republicanos, está unida en su defensa del estado israelí, a pesar de las diferencias en las políticas o tácticas que sus miembros puedan tener con varios gobernantes israelíes.
El hecho de que Israel recibiera este año $3.300 mil millones de dólares en ayuda del gobierno de Estados Unidos, un aumento de $200 millones de dólares desde 2018, refleja la fuerte alianza geopolítica y estratégica que ha existido entre los dos países durante más de 70 años.
El movimiento debe continuar defendiendo a los funcionarios electos, especialmente los de color, cuando son el blanco de la derecha, que se basa en tácticas de dividir y conquistar para mantener el status quo. Grupos como Jewish Voice for Peace han tomado posiciones de principios para defender tanto a Tlaib como a Omar. Comparando la detención de migrantes en Estados Unidos con el internamiento de judíos en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, los grupos han estado organizando protestas dentro de Estados Unidos.
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