23 de mayo, 2018, un agente de Customs and Border Protection mató con un tiro a la cabeza a Claudia Patricia Gómez González, migrante del pueblo Maya Mam. Una semana después, murió en detención Roxana Hernández, una mujer trans hondureña.
El dia 20 de mayo de este año se reportó la muerte en detención en la frontera estadounidense de Carlos Gregorio Hernández Vásquez, del pueblo Maya Achi y con 16 años de edad. Es el tercer niño migrante muerto este mes en detención o menos de un mes después de salir de detención, sumándose a Wilmer Josué Ramírez-Vásquez, con 2 años y medio de edad, muerto el dia 14. Juan de Leon Gutierrez, del pueblo Maya Ch’orti’, de 16 años, murió el 30 de abril.
En diciembre murieron Jakelin Caal Maquin, del pueblo Maya Q’eqchi, 7 años; Felipe Gomez Alonzo, del pueblo Maya Chuj, 8 años. El dia 22 de mayo, CBS reportó que había muerto otra niña a finales de Septiembre 2018, pero hasta ahora no se había reportado. (May 22, CBC News)
El aniversario de la muerte de Claudia Patricia Gómez González es un recordatorio de la guerra abierta contra los migrantes por parte del gobierno estadounidense.
Es una guerra de muchos años, y que se ha luchando en varias frentes, pero que explotó en el escenario mediático el año pasado cuando se revelaron los campos de concentración en la frontera y la política de separar a las familias que cruzaban la frontera.
En respuesta a estos crímenes de lesa humanidad, el pueblo de los Estados Unidos tomó las calles y se puso a luchar. Muy pronto, el gobierno estadounidense tuvo que reunir a las familias, pero los migrantes siguen acorralados debajo de puentes. Siguen muriendo niños en detención.
Niños migrantes y niños futuros
Mientras mueren niños migrantes en la frontera, la alianza de neo fascistas, evangélicos, y grandes empresarios conocidos como el partido Republicano ha avanzado una serie de leyes a nivel estatal que efectivamente prohibiría el aborto, en algunos casos con pena de muerte.
Para justificar este ataque patriarcal, han asignado un gran valor a la vida de los niños que podrían existir en el futuro. Se supondría que también serían los primeros en denunciar la muerte de niños que ya existen, pero ellos son los que tomaron una política fronteriza que desde su inicio era racista y la elevaron al nivel de crimen de lesa humanidad.
A la misma vez que avanzan su ataque contra los derechos reproductivos, buscan intensificar la represión de migrantes y endurecer aún más las condiciones en la frontera. En la Casa Blanca, se habla abiertamente de perdonar a los oficiales que sean convictos criminalmente por cumplir las órdenes racistas del presidente.
Está muy clara cómo piensan los oficiales del gobierno estadounidense: para ellos los migrantes, aunque sean niños, no cuentan como personas, y se les trata peor que a animales. Para ellos un feto a las seis semanas tiene derecho a la vida, sagrada e inviolable aunque muera la mama, pero una vez nacido el niño, si es migrante, sólo tiene derecho a morir.
Los Estados Unidos y el odio hacia los niños
El hecho de que los niños muertos son migrantes es le conviene al gobierno estadounidense porque por racismo hay una parte de la clase obrera que no se rebela al enterarse. Pero no son solamente los niños migrantes los que son abusados y condenados a la muerte por el gobierno.
De los países ricos del mundo, los Estados Unidos es el único que no garantiza licencia de maternidad pagada. Además, ya es caro tener un niño por las características generales del sistema de salud. ¿Como se espera que una madre trabajadora pueda cuidar a su bebé si tiene que ir a trabajar dentro de una semana para poder pagar el hospital?
En los Estados Unidos cuando un niño tiene alguna deuda en su cuenta de almuerzo, hay varias respuestas que recibe. A veces, tiran su comida en la basura en frente de todos sus amigos. Otras, se le niega comida caliente y se tiene que conformar con pan. Muy pocas veces se le trata con cariño y compasión.
Si un niño no puede pagar el almuerzo escolar, es porque viene de una familia pobre, y por lo tanto en muchos casos es la única comida que reciben. Tanto odio hay por los niños a nivel institucional que cuando un empresario en Rhode Island ofreció pagar la deuda de todos los niños de un colegio, el distrito escolar rechazó la oferta. (thehill.com, May 8)
Cada invierno, salen noticias de escuelas públicas que no pueden calentar los edificios porque no tienen fondos. Los Estados Unidos tiene uno de los niveles per cápita más altos de jóvenes encarcelados, y la mayoría de ellos por crímenes no violentos.
Algunos niños ni siquiera llegan a ser encarcelados, particularmente los niños negros. Uno de muchos ejemplos que tuvo la atención mediática nacional fue el caso de Tamir Rice, un niño de 12 años disparado por la policía.
Como el racismo pervade la fábrica de los Estados Unidos, el odio es más fuerte hacia los niños no blancos. Para ellos, las generaciones de discriminación se sumen a la destrucción continuada de los servicios sociales del país.
Los colegios en comunidades de color han vivido décadas de un proceso de militarización. El edificio lleno de policías, los detectores de metales y otras políticas que hacen que los colegios parecen cárceles.
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