Ante nuevas amenazas norteamericanas, Venezuela lucha por la liberación de un continente
23 de marzo – Esta semana se reunieron los presidentes Donald Trump de Estados Unidos y Jair Bolsonaro de Brasil. Los dos presidentes de extrema derecha parecieron hacerse buenos amigos, proclamándose “en contra de la ideología de género” y otros eslóganes neofascistas.
Pero la verdadera razón por la visita del mandatario brasileño quedó muy obvio: preparar una nueva fase de agresión contra Venezuela. Antes de reunirse con Trump, Bolsonaro visitó a la CIA, y en rueda de prensa Trump habló de la posibilidad de incorporar a Brasil en la OTAN, la alianza militar del imperialismo.
La expansión anterior de la OTAN sólo fue posible gracias a la 1999 guerra que fracturó a Yugoslavia. Parece ser que el imperialismo tiene toda la intención de provocar una nueva guerra en América Latina, en particular contra Venezuela, para cumplir sus objetivos estratégicos.
Trump no es el único responsable de tomar una decisión así, pero los Estados Unidos tienen la fuerza militar y la economía más grande de toda los otros miembros de OTAN. Tampoco sería Brasil el primer país Latinoamericano en la OTAN, ya que Colombia se incorporó el año pasado como “socio global.”
Colombia tiene una larga historia de cooperación con el imperialismo, y es uno de los títeres más fieles del imperialismo. Pero Brasil en su momento era un importante aliado de Venezuela revolucionaria.
El golpe de estado contra Dilma Rousseff en 2016 y el encarcelamiento del ex-presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que en 2018 era el candidato con más probabilidad de vencer a Bolsonaro, fueron pasos importantes que tomaron los imperialistas para aislar y amenazar Venezuela.
La batalla por el destino de un continente
Los agentes del imperialismo que actualmente dirigen el esfuerzo de cambio de régimen en Venezuela, como Elliott Abrams, John Bolton, Marco Rubio, y otros, tienen muy claro sus objetivos. Primero conquistar a Venezuela, y después Cuba y Nicaragua. Hasta nombre les dieron: la famosa “troika de la tiranía.”
El conflicto no es sólo entre la Venezuela bolivariana, soberana y orientada al poder popular, y la fantasma de la Venezuela del siglo pasado, dominada por una oligarquía racista y completamente servil al imperialismo norteamericano. En Venezuela se está luchando una batalla por todo el continente latinoamericano.
Recientemente regresaron activistas anti imperialistas y periodistas progresistas de Estados Unidos y Canadá que viajaron a Venezuela como parte de una delegación del Consejo de Paz de EUA. Visitaron a varios proyectos comunales y se reunieron con líderes sociales.
En un momento se reunieron con el presidente Nicolás Maduro, que ofreció comentario sobre el conflicto actual. Mencionó que el conflicto, además de ser un conflicto entre el socialismo y el capitalismo, forma parte de “una lucha de 200 años entre Bolívar y Monroe.”
Monroe era un presidente de Estados Unidos que es famoso más que nada por la llamada “Doctrina de Monroe,” que en su momento era un deseo de dominar todo el continente americano, en lugar de los europeos. Este deseo tardaría unas décadas en hacerse realidad, con la guerra contra España en 1898 que incorporó a Puerto Rico como colonia norteamericana y a Cuba y las islas Filipinas como estados “independientes” pero serviles.
De allí creció el poder hegemónico estadounidense hasta que la Segunda Guerra Mundial causó pérdidas enormes para el imperialismo de los países europeos. En ese momento volvió la doctrina de Monroe expresada de su forma actual: “América Latina es nuestro (norteamericano) patio trasero, y aquí mandamos sin preguntas.”
Por su parte, Simón Bolívar no era un simple líder independentista como los criollos que se alzaron contra España para enriquecerse vendiendo sus países a Inglaterra y luego Estados Unidos. El sueño de Bolívar era la Patria Grande, una unión continental que no dependía del imperialismo.
También Bolívar tenía una alta conciencia política, ya que se oponía a la esclavitud. Famosamente por esto ganó el apoyo en forma rifles, cañones y tropas de la revolución haitiana, la primera revolución independentista, liderada por esclavos sublevados, del hemosferio.
No es por accidente que el proceso venezolano se llama la revolución “bolivariana.” Los ideales de Bolívar se ven en todos los aspectos de la revolución, desde su base en los sectores más pobres y oprimidos a su gran visión de unidad e integración latinoamericana.
El Grupo de Lima, los perros falderos de Monroe
Después de tantos siglos de dominio, primero desde Europa y luego desde el norte, los pueblos de América Latina son fuertes y luchadores. Es por eso que los Estados Unidos recurre a la guerra sucia, la guerra económica, el sabotaje y todas los otros ataques que han usado contra Venezuela. Pero también, mediante el control que tienen en la región, han juntado a sus títeres derechistas en el Grupo de Lima para atacar a los países independientes de la región.
Si a gran escala la guerra es entre Monroe y Bolívar, entonces el Grupo de Lima son los perros falderos de Monroe. Son gobiernos de derecha completamente domesticados por el imperialismo, que con una mano se juntan para amenazar a Venezuela y con otra reprimen con máxima fuerza sus pueblos para garantizar las ganancias norteamericanas.
En centroamérica los dos países del Grupo de Lima, Guatemala y Honduras, están viviendo un éxodo al norte, provocado por la política de la derecha. En Guatemala la derecha llegó al poder gracias al golpe de estado de 1954 y la guerra civil que siguió, en Honduras el golpe de estado ocurrió en 2009.
En ambos países el gobierno y las grandes empresas conspiran para asesinar a líderes campesinos e indígenas, como Berta Cáceres en Honduras. Las minerías y los megaproyectos roban la tierra de los pueblos originarios y destruyen al medio ambiente. Los sueldos son miserables y suelen ser estacionales por trabajar las cosechas en las grandes fincas.
En Brasil, la presidencia de Bolsonaro, racista, homofóbico, y amante de la dictadura militar, ha abierto las puertas a toda forma de represión y de ataques contra los derechos y tierra de los pueblos originarios de la Amazona. Sus planes económicos son las típicas políticas de la derecha: la privatización y el neoliberalismo desencadenado. Es una política donde el estado existe sólo para servir los intereses de las empresas transnacionales y reprimir a los trabajadores y los pueblos originarios.
A Colombia por poco se le puede llamar un estado, ya que la corrupción es descontrolada, la democracia hace años que no existe, y domina el paramilitarismo en las provincias. Esta semana el ejército colombiano abrió fuego contra los pueblos originarios que protestaban en la región del Cauca. Cúcuta, pueblo fronterizo con Venezuela, ha sufrido un colapso económico desde que se cerró la frontera en febrero, porque había sido transformada en un pueblo de contrabandistas para debilitar a Venezuela.
En todos los países mencionados y otros del Grupo de Lima como Chile, Perú, Ecuador y Argentina hay grandes movimientos sociales que se levantan para combatir las condiciones de vida impuestas por el imperialismo. Pero algunos también entienden que la guerra es continental, y se han visto movilizaciones en apoyo a Venezuela en varios de estos países.
Cada día las líneas de batalla son más claros, y los movimientos sociales de las américas van tomando posición. Cuando la lucha entre el imperialismo y los pueblos es tan profundo como lo es ahora sólo hay dos opciones: una vuelta a las dictaduras militares del siglo pasado, o la emancipación del continente americano completo, tal como lo imaginó Bolívar.