La multitud rugió cuando el jefe del estado imperialista/capitalista proclamó que “Estados Unidos nunca será un país socialista”. Donald Trump se convirtió en el abanderado del capitalismo estadounidense durante su discurso sobre el estado de la Unión en febrero y ambos partidos se alinearon.
Pero a pesar de la respuesta atronadora, los gritos bipartidistas de apoyo al capitalismo llevaron un indicio de desesperación. ¿Por qué Trump sintió la necesidad de unir al Congreso contra el avance del socialismo?
La razón es que los jóvenes rechazan cada vez más el capitalismo, y esto asusta a la clase dominante. Los jóvenes han visto el daño causado por los regímenes capitalistas neoliberales, y están adoptando el socialismo como la única alternativa viable.
La vida de la juventud de hoy ha estado marcada por el dramático despojo de las promesas del capitalismo y la revelación de su cruel realidad. A diferencia de la generación de sus padres, a los jóvenes de hoy se les dijo que no podían obtener un buen trabajo sin un título universitario. Bajo estos términos, aquellos que podrían cargarse con deudas de préstamos estudiantiles de cinco o seis cifras, solo para ser atacados por el mercado laboral posterior a 2008.
Los trabajos de nivel de entrada requieren no solo un título, sino también experiencia relevante. Adquirir experiencia significa asumir la carga de una pasantía no remunerada: regalar su poder de trabajo a una empresa de forma gratuita mientras encuentra otros medios para apoyarse. Con la desventaja preexistente de los débiles pagos de la deuda, la generación del Milenio llegó a la mayoría de edad en un mundo donde incluso conseguir un trabajo es inasequible.
Aquellos que encuentran trabajo no son recibidos con planes de empleo y jubilación anteriormente estables de generaciones anteriores. En cambio, su empleo, y por lo tanto su supervivencia, es débil en el mejor de los casos. Se les anima a obtener un segundo empleo en la “economía trabajitos”.
Al acumular una estafa sobre otra, los capitalistas exigen que la clase trabajadora se someta no solo a los jefes, sino también a los algoritmos que explotan a los trabajadores con precisión computarizada. Sin seguridad en el empleo, sin planes de jubilación, sin escapar de la deuda y aparentemente sin futuro, la generación actual entiende que el único medio de supervivencia es desmantelar el sistema antiguo y reemplazarlo con algo nuevo. Para los jóvenes de hoy, el socialismo no es una nueva tendencia de moda, es una balsa salvavidas en un mar de indigencia capitalista.
Un sistema que pone a los trabajadores en control es la única opción racional, la alternativa es una vida de inestabilidad económica. A los capitalistas se les ha dado todas las oportunidades para “reformar” su sistema, y no han encontrado nada. “La esperanza y el cambio” no eran más que aire caliente, y la generación actual entiende esto. Saben que el capitalismo nunca puede ser y nunca será arreglado.
El capitalismo es insostenible. Se requiere una transformación dramática de un sistema basado en robo a uno basado en satisfacer las necesidades de la sociedad. El capitalismo trae consigo el imperialismo, el racismo, el patriarcado y la destrucción del medio ambiente. Los jóvenes de hoy no quieren formar parte de ese futuro. Han visto el daño hecho en casa y en el extranjero. Exigen una política económica moralmente justificable.
Los jóvenes desean un sistema donde la atención médica no esté determinada por la capacidad de pago y donde la vivienda sea un derecho humano. Tienen una solidaridad creciente que exige el fin de la riqueza extraída de muchos por unos pocos, que solo puede lograrse a través del socialismo.
Los jóvenes tienen razón al identificar esta solución. Cuando observamos el dolor causado por la codicia y la explotación económica, y la ira justa de las personas que se levantan para resistirla en todo el mundo, queda claro que la victoria del socialismo sobre el capitalismo es inevitable. Los sistemas de opresión no pueden prosperar para siempre.
Vivimos en un mundo cada vez más interconectado donde la conciencia de clase está aumentando. La unidad entre las masas es siempre una señal de que la clase dominante pronto perderá su control sobre el poder. La fuerza moral del socialismo no puede ser detenida, ni tampoco las masas que la han empujado a la vanguardia de la política estadounidense.
Las huelgas de los trabajadores sólo se intensificarán. A medida que estos movimientos de trabajadores continúen siendo más interseccionales y se unan a movimientos antirracistas, antipatriarcales y antiimperialistas, se volverán incontenibles. Cualquier intento por parte de la clase dominante de suprimir estos movimientos sólo acelerará su propia desaparición.
Los jóvenes de hoy han emergido de las ruinas del mayor desastre económico desde la Gran Depresión. Su experiencia les ha enseñado que el capitalismo no es un motor del crecimiento económico, sino de la canibalización y la catástrofe ambiental. En su lugar, anhelan un sistema basado en la equidad y la justicia económica. La clase dominante está aterrorizada de que pronto lo lograrán.
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