4 de marzo – Según las proclamaciones de Juan Guaidó, autoproclamado presidente interino de Venezuela, el día 23 de febrero sería su triunfo. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) rompería en dos y ayudaría a entrar camiones del USAID en el país, y luego le entregaría el palacio de Miraflores.
Las proclamaciones de Guaidó, tanto la de su presidencia como sus planes para el país, recibieron mucha atención en los medios de comunicación internacionales. Pero por mucho que las mentiras se repitan en CNN, Fox, o el New York Times la realidad en algún momento se impone, como lo hizo el 23 de febrero.
La unión cívico-militar se movilizó en las fronteras con Colombia y Brasil, y no dejó entrar a ninguno de los camiones de los Estados Unidos. A pesar de los ataques “guarimberos” durante varios días, los golpistas no pudieron producir el falso positivo que buscaban, y el presidente autoproclamado se quedó en Colombia, transformándose en presidente autoexiliado por un tiempo.
Ahora los golpistas encabezados por Guaidó y dirigidos desde Washington han abandonado sus pretensiones constitucionales. Según el artículo de la Constitución que de primeras invocaron falsamente, a los 30 días de ser nombrado presidente interino, Guaidó tendría que haber convocado elecciones (así como lo hizo Nicolás Maduro cuando asumió ese mismo cargo después de la muerte de Hugo Chávez).
Ante una movilización masiva en Caracas pronunció el presidente legítimo, Nicolás Maduro, que el golpe de estado había fracasado. Maduro sigue en Miraflores, Venezuela sigue en paz (tensa, pero paz), y el mismo Grupo de Lima se negó a apoyar una solución militar abierta.
El día 4 de marzo, Guaidó regresó a Venezuela después de reunirse con varios jefes de estado latinoamericanos, el Grupo de Lima, y con el vicepresidente de EUA Mike Pence. La amenaza de una intervención militar disfrazada de una guerra civil sigue presente, y la lucha sigue.
El poder popular frente al imperialismo
Hay que preguntarse si Juan Guaidó y sus aliados realmente pensaban que tenían el apoyo popular y de las fuerzas armadas. Como todo su plan de entrar “ayuda humanitaria” y derrocar al gobierno bolivariano necesitaba mínimamente el apoyo de una parte de las fuerzas armadas, es posible que hasta ellos se sorprendieron.
Pero es más probable que lo que de verdad querían era montar el teatro para justificar una acción militar de los estados unidos. En sus 20 años el en poder, la Revolución Bolivariana siempre ha contado con el movimiento masivo como su principal defensa contra el imperialismo y sus lacayos en la oligarquía venezolana.
En 2002 fue el pueblo movilizado en Caracas que liberó a Chávez y derrocó al gobierno golpista que lo había encarcelado. Fue también el poder popular que pudo aguantar y derrotar el paro petrolero de la oligarquía.
Hoy como en 2002 ha sido el pueblo que ha derrotado el golpe de estado. La FANB se mantuvo unido y en defensa de la patria por su cercanía y unidad con las milicias comunales que se movilizaron en defensa de la patria. Durante el mes que pasó desde la autoproclamación de Guaidó y el fallido intento de ingresar camiones de Colombia, millones de chavistas tomaron las calles en todas las ciudades del país en rechazo al imperialismo.
Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) siguen activos a lo largo del país, distribuyendo comida a millones de venezolanos, e incluso buscan expandir sus operaciones. Lo que representan los CLAP no es sólo comida a precios accesibles, representa el pueblo chavista movilizado, y organizado, en las primeras líneas de la guerra económica.
El pueblo venezolano lleva 20 años luchando para construir una nueva sociedad, independiente y de carácter popular. El imperialismo quiere el petróleo, el oro, y los minerales del pueblo venezolano, en eso no cabe duda, pero más importante que cualquier recursos naturales el imperialismo busca destruir la unidad y organización de un pueblo que durante dos décadas ha desafiado sus dictámenes.
El golpe fracasó, pero la amenaza sigue presente
La movilización del pueblo, en las fronteras y en las ciudades, derrotó al golpismo descarado de las más violentas secciones de la oposición venezolana. Pero una sóla victoria, por grande que sea, no puede acabar de una vez con un imperialismo de carácter global, adicto al petróleo y el militarismo.
Mientras existe el imperialismo, existe la amenaza contra la República Bolivariana de Venezuela, ya que sus armas no se limitan a los tanques y las bombas. Durante todo el intento de golpe de estado las principales armas del imperialismo han sido económicas y mediáticas (sin olvidar la constante amenaza militar), y en estos planos el imperialismo sigue desarrollando su ataque.
Hay que mencionar también que a pesar de que EEUU no ha conseguido apoyo para una intervención militar, el imperialismo tiene mucha práctica con las guerras clandestinas. Ya hay actividad paramilitar en los estados fronterizos de Colombia, y hay rumores de que Guaidó busca construir un “ejército liberador.” El regreso de Guaidó a Venezuela entonces serviría para disfrazar a la intervención de guerra civil.
El gobierno de Cuba ya denunció movimientos de tropas en el Caribe, y el gobierno de Rusia denunció intentos de entregar equipo militar a las fuerzas de la oposición mediante Ucrania. (tinyurl.com/yy5hbzfe)
La ofensiva mediática se ha enfocado en la crisis económica del país, manipulando cínicamente al sufrimiento del pueblo para construir un imágen de un dictador cruel que deja morir a su pueblo. Lo que nunca se menciona son las sanciones, unilaterales e ilegales en el marco de la ley internacional, que desde 2015 le han costado miles de millones de dólares a Venezuela.
En los medios se habla de bloquear “ayuda humanitaria” estadounidense, pero no se menciona que tanto la Cruz Roja como la ONU descartó dicha ayuda como un instrumento político. Tampoco se menciona que Venezuela ya recibe ayuda de sus aliados e incluso está coordinando ayuda técnica con países europeos.
En realidad ya existe una guerra contra Venezuela, sólo que es económica en vez de militar. Las sanciones unilaterales y el bloqueo financiero de los Estados Unidos es la causa de la crisis económica, y por lo tanto EEUU es responsable de todos los muertos y hambrientos que intenta usar para justificar sus acciones.
La resistencia del pueblo venezolano pudo frenar los planes imperialistas por ahora. Sumándose a esa resistencia, miles de personas en todo el mundo se movilizaron el día 23 de febrero en solidaridad con Venezuela. Pero la lucha no ha terminado, y hay que construir un movimiento de solidaridad global. Hay que seguir movilizando y organizando para romper el bloqueo contra Venezuela y para terminar la guerra económica mientras se resisten las amenazas de guerra militar.
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