Solidaridad en la frontera – Delegacion de FIRE lleva suministros a la caravana
Tijuana, México – Una delegación de solidaridad organizada por Fight for Im/migrants and Refugees Everywhere (FIRE, siglas en inglés) viajó a México del 6 al 9 de diciembre para reunirse con organizadoras/es de la caravana y brindar ayuda humanitaria a las miles de familias centroamericanas que se encuentran abandonadas en la frontera con Estados Unidos.
La delegación de FIRE se unió a las/os activistas de Border Veterans, una organización para veteranas/os del ejército de EUA que fueron deportados, Veterans for Peace de EUA y también con grupos de iglesias locales y miembros de la comunidad para llevar los suministros que tanto necesitan las familias migrantes en Tijuana como en el cercano Barretal, el campamento de refugiados más grande para solicitantes de asilo en México.
FIRE se reunió con caravanistas en Barretal pocos días después de que las lluvias torrenciales azotaran el campamento, inundando los baños y empapando las tiendas, las mantas y la ropa de las/os residentes. Las temperaturas caen en picado durante la noche, por lo que la humedad, combinada con el intenso frío, dificulta aún más las condiciones para las/os 4.000 a 5.000 migrantes en Barretal.
Sin embargo, cuando la delegación de FIRE llegó al campamento el 6 de diciembre para traer calcetines limpios, toallitas, jabón de baño y otros artículos de tocador, el espíritu del campamento ya había mejorado. La música resonaba en una máquina de karaoke mientras las/os migrantes cantaban, algunos jóvenes bailaban y jugaban fútbol, y se hacían preparativos para un pequeño festival para las/os niños. La caravana está compuesta casi exclusivamente por familias jóvenes, con muchas/os niños pequeños y bebés entre ellos.
“Están viendo a toda una generación de personas desplazadas”, le dijo un organizador hondureño llamado Dani a la delegación de FIRE. “Y es una gran generación. He conocido aquí a muchas/os futuros cantantes, músicos, artesanos y activistas.
“Quiero agradecer a aquellas/os en los Estados Unidos que nos han ayudado. Sé que las/os norteamericanos tienen un gran corazón y son un pueblo que se solidariza con nosotros. Gracias por su apoyo y por sus nobles corazones. Las/os mexicanos también”.
“No creía que pudiera existir tanta empatía, tanta devoción, que ustedes [activistas estadounidenses y mexicanos] han demostrado”.
Continúa Dani, “Pero, sabemos que hay personas en todo el mundo que no están conscientes del origen de estos problemas. Por eso defienden causas que son una mentira, causas que son asesinas. Al hacerlo, piensan que luchan por cosas buenas, pero están luchando por cosas malas. Pueden estar asesinando poblaciones enteras, pueblos inocentes”.
La mayoría de estas familias jóvenes, que ejercen su derecho en virtud del derecho internacional para buscar asilo en los Estados Unidos, provienen de Honduras, donde un golpe de estado respaldado por Estados Unidos en 2009 ha provocado el colapso de la sociedad civil, la represión política y la violencia generalizada de pandillas criminales y fascistas. Claramente, las 13 bases militares de Estados Unidos actualmente activas en Honduras no se están utilizando para proteger al pueblo.
“¿Cuánto cree que cuesta mantener 13 bases?”, pregunta Dani. “A una fracción de ese precio, ¿no se podrían construir 13 hospitales? ¿O 13 universidades?
Resistiendo obstáculos
Es difícil determinar exactamente cuántos migrantes han venido a través de Tijuana en los últimos meses en busca de refugio en los Estados Unidos. Para este fin de semana, más de 2.000 familias habían solicitado asilo. Cientos más han arriesgado deportación, detención y muerte al cruzar la frontera sin documentos. Eso requiere evadir “el Muro” que contrariamente a la narrativa promovida por los medios corporativos y el racista de Trump, ya se ha construido y funciona como una profunda cicatriz en todo el México ocupado.
En total, es probable que entre 10.000 y 15.000 caravanistas hayan emprendido la desgarradora travesía desde Centroamérica hasta los Estados Unidos.
Las/os solicitantes de asilo tienen pocas opciones una vez que llegan a Tijuana con la esperanza de llegar al punto de control más grande de la frontera de los EUA a San Diego. Las autoridades de inmigración de ambos lados de la frontera han coordinado un sistema de boletos, en el que las familias pueden registrar su solicitud de asilo para recibir un número de solicitud. Luego, deben esperar hasta que ese número sea llamado, momento en el que son entrevistadas/os y EUA determina si tienen un reclamo válido.
Miles de familias se han registrado hasta ahora y muchas deben esperar varios meses para que se les llame. Si no están en la frontera de Tijuana cuando se llama su número, su registro se anula y deben comenzar el proceso nuevamente.
Si se acepta la solicitud inicial, se les permite cruzar a los Estados Unidos. Sin embargo, deben pagar una fianza de varios miles de dólares o someterse a usar un brazalete en el tobillo para que puedan ser rastreados por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
Las autoridades de los Estados Unidos niegan automáticamente las solicitudes de asilo a cualquier persona que haya sido deportada previamente de los Estados Unidos, así como a las personas condenadas por ciertos delitos en su país de origen. Si una persona que fue deportada anteriormente intenta solicitar el estatus de asilo con sus hijos, lo más probable es que las/os niños queden bajo la custodia de los Estados Unidos, mientras que los adultos son “removidos” de manera sumaria. Según la ley actual de los EUA, las personas cuyos reclamos se rechazan no se enviarán a la frontera con México, sino al país de origen del cual huyen.
Por lo tanto, las familias se enfrentan a un conjunto de circunstancias imposibles. Pueden quedarse cerca de la frontera de Tijuana, subsistir con la ayuda de una organización benéfica, o pueden regresar a México para quedarse en algunos de los campamentos de refugiados mejor abastecidos y arriesgarse a perder su turno para una entrevista de asilo. Aunque las/os trabajadores en México han estado recibiendo a sus vecinas/os centroamericanos, las tensiones entre las/os migrantes y las comunidades fronterizas están aumentando debido a las condiciones desesperadas y la falta de servicios sanitarios y de salud en el campamento.
El alcalde de Tijuana Juan Manuel Gastelum, similar a Trump, dijo que la situación ya se ha convertido en una “crisis humanitaria”, pero se niega a comprometer recursos públicos para ayudar a las/os refugiados y migrantes. Gastelum, del Partido de Acción Nacional, ha pedido el arresto de las/os organizadores de la caravana y se ha puesto una gorra de béisbol roja que dice “Haz que Tijuana sea grande otra vez”, que refleja el eslogan de la campaña de Trump 2016 “Haga que Estados Unidos sea grande otra vez”.
Gastelum también popularizó un eslogan que ha sido adoptado por grupos anti-migrantes de extrema derecha: “México Primero”.
Apoyo sincero
Cerca de la frontera de Tijuana, en la mañana del 6 de diciembre, miembros de la delegación de FIRE notaron un taxi con las palabras “Apoyamos a Nuestro Alcalde” pintadas en el parabrisas trasero. Estaba estacionado a la vuelta de la esquina de un pequeño campamento de solicitantes de asilo que habían decidido esperar su turno a unos 100 metros de la frontera.
Había entre 25 y 30 madres, padres e hijas/os jóvenes, incluyendo bebés, que vivían en este campamento, y todos habían huido de la violencia en Honduras. Julio, uno de los solicitantes de asilo en este campamento, explicó que tienen hambre y hay escasez de suministros. Cuando se le preguntó si el gobierno local estaba brindando asistencia, dijo que las autoridades mexicanas son simplemente otros brazos del gobierno de los Estados Unidos que cooperan completamente con la Aduana y la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos.
En una pequeña plaza inmediatamente fuera de la frontera había una docena de jóvenes mexicanos que acababan de ser deportados. Solo unas semanas antes, la plaza estaba repleta de caravanistas y montañas de 10 pies de altura con cajas de suministros.
La ciudad de Tijuana luego ordenó que la plaza fuera desocupada para construir una barricada nueva, de apariencia amigable y colorida que lee “Tijuana, México” en letras grandes. La policía despejó la plaza de migrantes y dejó los suministros en la calle para que cualquiera se los llevara.
Héctor López y su esposa Lupita eran miembros de la comunidad que había estado cocinando comidas calientes para las/os migrantes en la plaza poco antes de que la policía los despejara; más tarde, se apresuraron a rescatar todos los suministros que pudieron. López es un veterano del ejército de los EUA que fue deportado a México en 2006.
“Sólo nací aquí. Pasé el noventa y cinco por ciento de mi vida en los Estados Unidos, por lo que soy estadounidense. Sólo nací en México”, dijo Héctor a la delegación de FIRE en la oficina de Veteranos de la Frontera en Tijuana, mientras vestía una sudadera que decía Veteranos Por La Paz.
Continuó diciendo: “Si somos lo suficientemente buenos para morir por los Estados Unidos, y lo suficientemente buenos como para matar por los Estados Unidos, entonces, somos lo suficientemente buenos como para vivir en los Estados Unidos”.
Además de proporcionar ayuda humanitaria y suministros necesarios, Héctor y Lupita López, junto con su colega Robert, otro veterano deportado y su cónyuge, trabajan incansablemente para combatir la desinformación generalizada que se transmite a las/os migrantes y solicitantes de asilo.
Las/os veteranos deportados también trabajan con grupos de la iglesia local para ayudar a las/os caravanistas con asistencia legal y servicios de asesoramiento y psicología. Son el tipo de socorristas que asisten tanto a migrantes como a deportadas/os. En general, desalientan a las familias de intentar cruzar la frontera “ilegalmente”, especialmente porque Trump firmó una orden ejecutiva que hace que sea más probable que los progenitores puedan ser separados de sus hijas/os al hacerlo.
Pero mientras más esperen las familias, más necesitarán ayuda. Muchas familias son alentadas a encontrar trabajo e instalarse en México, ya que su seguridad y bienestar no necesariamente estarán seguros una vez ingresen a los Estados Unidos.
“La gente no está segura de cuándo será su próxima comida. Está claro que las autoridades están restringiendo los alimentos a propósito para que las familias se desgasten y sea más probable que firmen sus propios documentos de deportación”, explica Lupita López.
Por ahora, estas miles de familias están esperando, desplazadas de su hogar por el imperialismo estadounidense.
Ha sido convocada una semana de acción en solidaridad con la caravana de migrantes, culminando el 18 de diciembre, Día Internacional de las/os Migrantes. FIRE y el Partido Workers World son copatrocinadores de eventos en varias ciudades de Estados Unidos.
“La gente sabe que no está sola. La gente tiene fe en que ustedes son los únicos que pueden derribar este muro, nadie más”, dice Alfonso Guerrero Ulloa, un activista hondureño al que se le otorgó asilo permanente en México después de que estuviera en la mira de Estados Unidos y el gobierno de Honduras por su resistencia al imperialismo.
Ulloa ha ayudado a la coordinación con las/os caravanistas y ha sido fundamental en las líneas de suministro y seguridad en Barretal.
Mientras él dice esto, Ulloa es saludado por una joven que lleva a su hija de dos meses.
“¡Ah!” Dice Ulloa. “Y aquí está nuestra luchadora por la libertad más joven”.