Necesaria solidaridad a través de fronteras
Editorial 25 de octubre de 2018
Miles de trabajadoras/es refugiadas/os de Honduras y sus familias han marchado a través de Guatemala hacia México, un río de personas inundando las carreteras. Van unidas/os con la esperanza de una vida mejor en los EUA.
El presidente Trump ha amenazado con llamar a los militares y cerrar la frontera sur de los EUA contra ellas/os. Cerrar una frontera suele ser el último acto que toma una nación antes de declarar la guerra.
Pero EUA ya ha declarado guerra del siglo XXI contra las/os migrantes. Comenzó bajo la administración de Obama y ahora se está implementando incluso más cruel y escandalosamente bajo Trump. ¿Realmente se ha olvidado que TODAS las personas en este país, aparte de los pueblos indígenas y las/os africanos traídos por fuerza en cadenas, son inmigrantes o descendientes de inmigrantes?
Durante más de un siglo, los capitalistas de EUA han estado librando una guerra económica brutal y devastadora en Honduras y otros países de América Central para obtener miles de millones de dólares en ganancias de sus tierras y mano de obra.
Las/os refugiadas/os hondureños simplemente están huyendo de los golpes de pobreza, violencia y muerte que la agresión de EUA ha desatado en su país.
A principios del siglo XX, corporaciones estadounidenses como la United Fruit tomaron miles de acres de tierras indígenas en América Central y explotaron el trabajo de los pueblos indígenas. Esa ocupación económica dejó un legado mortal de pobreza, enfermedades por exposición a productos químicos agrícolas, tuberculosis, crisis respiratorias, infertilidad, cáncer y muerte.
Cuando los trabajadores hondureños se resistieron, como lo hicieron 40.000 en la huelga general de 1954, siempre existió la amenaza de intervención de EUA. Eso fue durante la administración de Dwight D. Eisenhower. El secretario de estado de EUA era John Foster Dulles, cuyo bufete de abogados representaba la United Fruit Co. Su hermano, Allen Dulles, era director de la CIA y miembro de la junta directiva de United Fruit.
La desestabilización actual de Honduras se produjo en 2009, nuevamente bajo la protección de EUA; Manuel Zelaya, un presidente relativamente progresista, introdujo reformas económicas que aumentaron el salario mínimo en un 80 por ciento y redujeron la pobreza en un 10 por ciento. Fue rápidamente depuesto en un violento golpe.
¿De dónde vino el golpe? El general hondureño Romeo Vásquez Velásquez, quien se graduó de la notoria Escuela de las Américas, el programa de entrenamiento del Ejército de los EUA mejor conocido como la Escuela de Asesinos.
Una horrible ola de asesinatos siguió al golpe de 2009. Los medios de comunicación corporativos de EUA se refieren a esto como un período de “violencia”, sin explicar que la violencia provino del gobierno reaccionario establecido por los colaboradores con el imperialismo estadounidense.
Muchas/os han oído hablar de Berta Cáceres, la activista ambientalista hondureña indígena asesinada allí en marzo de 2016. Pero ella es literalmente una de miles, incluyendo activistas indígenas, líderes campesinos, sindicalistas, periodistas, ambientalistas, jueces, candidatas/os políticos de la oposición, LGBTQ y defensoras/es de la mujer, activistas de derechos humanos y otras/os, que han sido asesinadas/os por escuadrones de la muerte de derecha por el pecado de exigir derechos humanos básicos, como un salario digno.
Las/os funcionarios de EUA, principalmente la secretaria de Estado Hillary Clinton, influyeron para garantizar el poder de la asesina junta y evitar el regreso de Zelaya a su cargo, lo que era demandado por el pueblo hondureño en protestas masivas no violentas.
Las/os hondureños continúan luchando por su país. En mayo de 2017, más de 2.000 campesinas/os tomaron más de 10 fincas pertenecientes a Tela Railroad Co., una subsidiaria de la antigua United Fruit, ahora conocida como Chiquita Brands International.
Siguen luchando mientras avanzan a través de las fronteras, dirigiéndose a un EUA que les ha quitado tanto. Vienen a exigir un futuro en el que puedan sobrevivir.
Es nuestra responsabilidad en los EUA luchar todo lo posible para detener las intervenciones mortales llevadas a cabo por el establecimiento corporativo que dirige este país y apoyar la autodeterminación de Honduras y de todos los demás países. Es lo que se debe hacer. Además, el brutal empobrecimiento de las/os trabajadores en otros países eventualmente significa salarios más bajos aquí.
Es nuestra responsabilidad luchar para abrir la frontera sur a las/os migrantes hondureños.
El imperialismo no respeta fronteras en sus intervenciones en todo el mundo. Las ganancias de las/os trabajadores y agricultores de todo el mundo han robustecido a los multimillonarios aquí, quienes luego intentan enfrentarnos a otras personas trabajadoras en otros países. Tenemos un enemigo común: los explotadores imperialistas estadounidenses.
No debe haber fronteras en la lucha obrera.