Los niños y jóvenes de Honduras un día veran a este período de la historia con gran lamento. La política imperialista de EE.UU. ha resultado no solo en una migración forzada masiva, sino también en décadas de brutal inestabilidad y agitación en su querida patria.
De hecho, el fotoperiodista Tomás Ayuso señala que los jóvenes de Honduras han acuñado una frase de su limitada esperanza: “el derecho a envejecer”, ya que la muerte y la incertidumbre se han convertido en las principales opciones para la gran mayoría de los jóvenes. (NPR, 19 de agosto)
Pero estas condiciones también han dado lugar a queridos héroes.
Una de ellas es Margarita Murillo, una líder campesina revolucionaria que fue asesinada por escuadrones de la muerte el 27 de agosto de 2014.
Cuatro años después de la muerte de Margarita, sus hijos y el movimiento de resistencia hondureño en la ciudad de Nueva York conmemoraron su vida el 25 de agosto con filmaciones, discursos, comida y música en el Centro de Acción Internacional.
Debajo de la pancarta, “¡Seguimos exigiendo justicia! ¡Margarita vive!”, contaron la historia de esta líder por sus tres hijos, que ahora residen en Nueva York, y por otros.
Una vida heroica
Margarita tenía 54 años cuando la encontraron acribillada. Tres hombres con pasamontañas, que estaban conectados con escuadrones de la muerte de derecha, la mataron mientras trabajaba en los campos en su pueblo El Planón en el norte de Honduras.
Montserrat, una de las hijas de Margarita, le dijo a TeleSur en el 2017: “Fue el momento más difícil de mi vida. Fue el momento en que mi madre se convirtió en mártir de la resistencia hondureña”.
Los hijos de Margarita han solicitado asilo político en los EE.UU. Y planean continuar su trabajo. Dos de sus hijos ya han logrado asilo.
Su familia y el movimiento describen la vida de Margarita como una vida llena de anhelo de justicia. Se hizo activista a una edad temprana y entendió, basada en la pobreza de su propia familia, la necesidad no solo de la lucha sino de la liberación total. Margarita relató en una entrevista de radio que su familia había sido tan pobre que a veces se veían obligadas a comer hierba para sobrevivir.
Margarita se vio profundamente influenciada por la creciente ola de resistencia revolucionaria en América Central. Durante su vida, viajó a El Salvador y a Nicaragua para ayudar al movimiento en esos países: una verdadera internacionalista.
A los 13 años, se unió a la Unión Nacional de Campesinos. A los 15 años, participó en la Marcha del Hambre, que se ha convertido en una marcha anual en Honduras, donde la falta de comida es constante.
Pero Margarita no solo anhelaba el derecho a la alimentación. Ella luchó para exigir que la tierra se le diera a quienes la trabajaban. Participó en ocupaciones de tierras y sobrevivió solo porque escapó cuando muchos de sus camaradas fueron asesinados.
Margarita experimentó la represión a una edad muy temprana. A los 16 años, fue violada, torturada y golpeada. Sin embargo, nada detuvo su anhelo de justicia. A medida que crecía, se convirtió en una miembro destacada del FNRP (Frente Nacional de Resistencia Popular) de Honduras. Ayudó a establecer la Federación de Mujeres Campesinas y el Centro Nacional de Trabajadores de Campo, así como el Foro del Valle de Sula.
Cuando la presidencia progresiva de Manuel Zelaya fue anulada en el 2009 por un golpe de estado orquestado por los Estados Unidos, Margarita luchó aún más. Ella no quería simplemente una elección justa, ella quería que el país se liberara totalmente de las corporaciones multinacionales.
A pesar de que sus dos hijos fueron secuestrados y golpeados, Margarita siguió luchando. Samuel, uno de esos hijos, reside en Nueva York y ha obtenido asilo. El Primero de Mayo en Nueva York, Samuel y su familia marcharon con fotos de Margarita.
Montserrat, a pesar de estar retenida en la frontera junto con su hija bebé en las “hieleras”, el centro de detención super frias, sigue siendo optimista. Ella, Samuel y su hija Kenia, hijos de Margarita, continúan inspirando a todos los que conocen. Ellos luchan igual que su madre.
Montserrat dice siempre: “Mi madre era una luchadora. Renunció a su vida por el movimiento de resistencia.”
Al igual que Berta Isabel Cáceres Flores (Lenca) de Honduras, quien también fue asesinada por los escuadrones de la muerte, Margarita seguirá viviendo. Viven en las luchas de sus hijos y en todos los jóvenes que luchan hasta la victoria de su patria.
Margarita Murillo, !Presente!
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