Por qué FEMA no puede protegernos
Primero vino la devastación de los huracanes Harvey en Houston e Irma en Florida. Ahora, un desastre aún más terrible se está desarrollando después del huracán María en Puerto Rico e Islas Vírgenes, territorios de los Estados Unidos. Y todo en poco más de un mes.
Y estas son sólo las áreas gobernadas por Estados Unidos. Muchas otras naciones del Caribe han sido golpeadas con igual dureza.
Estados Unidos tiene el aparato estatal más grande y caro del mundo. Hay un organismo gubernamental preparado supuestamente para manejar desastres — la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias. Fracasó en 2005 después de que el huracán Katrina golpeara Nueva Orleans. Ha tenido 12 años más para aprender.
¿Por qué no lo ha hecho?
La verdad es que FEMA nunca fue establecida para mitigar los efectos de los desastres naturales. Originalmente fue una agencia súper secreta encargada de proporcionar un lugar seguro para la evacuación del gobierno de Estados Unidos en caso de una guerra nuclear.
Y eso es todavía una gran parte del presupuesto de FEMA, según una exposición muy detallada de la agencia, “The Secret History of FEMA” (“La historia secreta de FEMA”), de Garrett M. Graffe. (Wired, 3 de septiembre)
Herramienta de la Guerra Fría
Creada originalmente bajo la presidencia de Harry Truman como la Administración Federal de Defensa Civil, fue renombrada en 1979 y eventualmente terminó como parte del Departamento de Seguridad Nacional en 2003. Sus planes secretos para la “continuidad del gobierno” debían ser minimizados una vez que se convirtió en responsable de hacer frente a los desastres naturales.
Sin embargo, “la mayoría de su financiación y un tercio de su fuerza de trabajo de hecho estaba escondida en el presupuesto negro clasificado de la nación. El enfoque real de la agencia y su presupuesto real era conocido por sólo 20 miembros del Congreso”.
FEMA todavía mantiene “un bunker en las Montañas Blue Ridge de Virginia que ha servido como refugio de emergencia primario del gobierno civil desde la década de 1950”. Un bunker podría sonar como una pequeña cosa. Este no.
Una pequeña ciudad fue construida dentro del Monte Weather, que había sido ahuecado para ese propósito. Se establecieron elaborados planes para la evacuación de altos funcionarios del gobierno en caso de una guerra nuclear. Además de proporcionar refugio a políticos, burócratas y oficiales militares, se utilizó como un centro para desarrollar la informática avanzada.
Cómo gastan su dinero
El Proyecto 908 de FEMA, elaborado en la década de los ochenta, trazó la forma de evacuar las principales ciudades de los Estados Unidos. Estimó que el 65 por ciento de las personas en estas ciudades podrían ser evacuadas en un día y el 95 por ciento en tres días. La agencia distribuyó películas para convencer a la gente de que estarían protegidas si se iniciaba una guerra nuclear.
Si bien los supuestos hechos eran absurdos, estaban respaldados por elaborados documentos, uno de ellos era un plan de 152 páginas para evacuar Nueva York. “Cada uno de los cinco condados dependería de diferentes modos de tránsito para evacuar en el transcurso de exactamente 3,3 días”.
Las/os neoyorquinos que ahora están pasando por crisis diarias tratando sólo de llegar a su trabajo y a su casa por medio de anticuados subterráneos y autobuses hacinados, podrían sonreír irónicamente.
Con el final de la Guerra Fría, FEMA comenzó a perder parte de su financiamiento. Pero los ataques del 11 de septiembre proporcionaron la razón para agruparlo de nuevo como parte del Departamento de Seguridad Nacional. Su énfasis estaba en “preparación para el terrorismo”, no en desastres naturales.
En diciembre de 2003, llevó a cabo un ejercicio denominado QUIET STRENGTH (Fuerza tranquila), en el que evacuó a 300 de sus propios empleados al Monte Weather.
En mayo de 2004 “un ejercicio mucho más grande dirigido por FEMA, conocido como FORWARD CHALLENGE (Desafío de avance), reunió a más de 2.500 funcionarios federales de 45 diferentes departamentos y agencias para poner a prueba los procedimientos de preparación para emergencias. El ejercicio comenzó con un imaginario atentado suicida en el Metro de Washington DC, seguido de la muerte de tres secretarios del Gabinete que salían de un evento en el Club Nacional de Prensa. Luego, los hackers comenzaron un ataque contra los sistemas informáticos del gobierno, las redes de control de tráfico aéreo e incluso la red eléctrica del país. Esa noche, una persona actuando como presidente activó la continuidad de las medidas del gobierno”.
Ni mencionar cuánto cuesta todo esto. Ese presupuesto, por supuesto, es secreto.
El próximo año, el huracán Katrina golpeó Nueva Orleáns, y el gobierno federal demostró que estaba enteramente desprevenido para responder a este catastrófico desastre.
‘Continuidad’ de la opresión de clase
Graffe escribe que “hoy, FEMA aún gasta decenas de millones en sus programas de continuidad – la parte no secreta de ese presupuesto es de alrededor $50 millones al año. El Monte Weather, cuyos costos anuales de operación son más de $30 millones al año, está en medio de lo que FEMA llama “una importante actualización de infraestructura para reemplazar la vieja infraestructura, corregir los elementos de vida/seguridad, mejorar la TI y desarrollar una instalación más resistente capaz de apoyar la tecnología del siglo XXI y los actuales requisitos de los departamentos y agencias federales””.
Los “programas de continuidad” están destinados a proteger a los políticos en la Casa Blanca y el Congreso, así como a los principales jefes militares en cualquier situación en que su capacidad para gobernar se vea amenazada.
FEMA es una agencia cuasi-civil, pero está totalmente integrada con el ejército. Cuando ocurre un desastre, no existe una verdadera infraestructura civil para hacer frente a las consecuencias mortales.
En cambio, en un país socialista como Cuba, el pueblo se organiza bloque por bloque para ayudarse mutuamente cuando un huracán golpea y el gobierno provee transporte para evacuar a quienes están a lo largo de la costa.
Pero las/os trabajadores y las/os pobres en las zonas afectadas de los Estados Unidos están por su cuenta para evacuar o sobrellevar una tormenta feroz. Los gobernadores estatales pueden decirle a la gente que deje sus hogares, como ocurrió recientemente en Florida. ¿Pero cómo? No hay ningún mecanismo en su lugar para hacer que suceda, sin formación ni dirección del transporte público. Los caminos se atascan con los coches. Si no tienes uno, te quedaste.
Una cosa surge claramente cada vez que un desastre ocurre aquí: hay miles de voluntarias/os que quieren ayudar a sus vecinas/os. Salen en pequeños botes durante las inundaciones, o ayudan a las personas a encontrar refugio durante los vientos intensos. Buscan a aquellas/os que pueden quedar atrapados en sus hogares o son arrastrados por una inundación.
En vez de ayudar a estas organizaciones auto-convocadas con ayuda material, las autoridades locales y nacionales se centran en proteger a los “peces gordos” y las propiedades de los ricos, tanto personales como corporativos.
El cambio social debe venir
Los sistemas meteorológicos de nuestro planeta han sido profundamente afectados por el desarrollo capitalista, que pone a las ganancias antes que cualquier otra cosa.
Al mismo tiempo, los grandes avances de la ciencia y la tecnología nos han proporcionado el conocimiento y los medios para planificar nuestra economía sobre una base racional y poner las necesidades de las personas en sintonía con nuestro medio ambiente.
Y sin embargo, estamos atascados con un sistema social y político que puede planear evacuar a los “líderes” como Trump y sus semejantes, pero no puede obtener agua y electricidad para las personas trabajadoras que lo necesitan.
A medida que crecen las severas amenazas del clima, los fracasos de FEMA subrayan la necesidad de construir un movimiento revolucionario de la clase obrera y todas/os los oprimidos contra la clase millonaria de explotadores. Debemos liberar la riqueza que nuestro trabajo ha creado y utilizarla para el beneficio de la humanidad, no para rescatar a los especuladores belicistas.