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Brzezinski y las mentiras sobre Afganistán

La reciente película titulada “War Machine” (Máquina de guerra), producida por Brad Pitt y lanzada por Netflix, se centra alrededor de un general ególatra que comandaba las fuerzas estadounidenses en Afganistán. Su mensaje se reduce a esta verdad: si invades al país de alguien, ese alguien te va a disparar y a decirte que te vayas.

Toda una generación ha crecido desde que la CIA estadounidense comenzó a entrenar y armar a una fuerza de oposición encubierta en Afganistán en 1979. Las primeras fuerzas armadas regulares estadounidenses fueron enviadas allá en el 2001. Desde entonces, cientos de miles de soldados estadounidenses han sido enviados a Afganistán, presuntamente para “ayudar” a una sucesión de gobiernos afganos que fueron instalados por los ocupantes.

Esta guerra comenzó bajo Jimmy Carter, un demócrata, y ha continuado a lo largo de los términos de Ronald Reagan, George H.W. Bush, Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama. Ahora Donald Trump está considerando un aumento en el número de tropas estadounidenses en Afganistán de 8.400 a 50.000. (Bloomberg.com, 17 de mayo)

Es la guerra estadounidense más larga de la historia. ¿Por qué?

Hoy se supone que es una guerra contra los talibanes, ISIS y Al Qaeda. Pero estos grupos son descendientes de los “militares” que la CIA convirtió por primera vez en unidades de combate contra un gobierno liderado por el Partido Democrático Progresista de Afganistán, que había tomado el poder en 1978.

Zbigniew Brzezinski, quien murió el mes pasado a la madura edad de 89 años, fue el principal arquitecto de esa guerra viciada como asesor de seguridad nacional de Carter. Una vez que se supo que la CIA había creado un ejército encubierto en Afganistán, la historia dada por el gobierno de Estados Unidos fue que estaba ayudando al pueblo afgano a resistir una invasión soviética. Esto se convirtió en la razón de una guerra cada vez más sangrienta y costosa que eventualmente derrocó al gobierno progresista de Afganistán.

Pero el propio Brzezinski se jactó después de que la operación de la CIA había comenzado seis meses antes de que la Unión Soviética enviara tropas a Afganistán. De hecho, la intervención soviética no fue una “invasión”. El gobierno afgano le había pedido que lo defendiera contra la guerra encubierta de la CIA.

Brzezinski se jactó de la verdad

Brzezinski reveló esa verdad al periódico francés Le Nouvel Observateur en 1998: “Según la versión oficial de la historia, la ayuda de la CIA a los Muyahidín comenzó en 1980, es decir, después de que el ejército soviético invadiera Afganistán el 24 de diciembre de 1979. Pero la realidad, guardada secretamente hasta ahora, es completamente diferente. De hecho, fue el 3 de julio de 1979, que el presidente Carter firmó la primera directiva de ayuda secreta a los opositores al régimen pro-soviético en Kabul. Y ese mismo día, le escribí una nota al presidente en la que le expliqué que en mi opinión esta ayuda iba a provocar una intervención militar soviética”.

Preguntado por el entrevistador si ahora se arrepentía de algo, Brzezinski respondió: “¿arrepentirme de qué? Esa operación secreta fue una idea excelente. Tuvo el efecto de atraer a los rusos a la trampa afgana y quieres que me arrepienta? “(Le Nouvel Observateur, 15-21 de enero de 1998)

El director de la CIA Robert M. Gates ya había revelado el momento de la operación encubierta de la CIA en su libro “From the Shadows” (Desde las sombras), publicado por Simon & Schuster en 1996. Gates escribió: “La administración Carter comenzó a estudiar la posibilidad de una ayuda encubierta a los insurgentes que se oponían al gobierno marxista pro-soviético del presidente Taraki a principios de 1979. El 5 de marzo de 1979, la CIA envió varias opciones de acción encubierta relacionadas con Afganistán, al SCC [Comité de Coordinación Especial por las siglas en inglés]. Una reunión del SCC se celebró finalmente el 3 de julio de 1979, y casi seis meses antes de que los soviéticos invadieran Afganistán, Jimmy Carter firmó el primer documento para ayudar encubiertamente a los Muyahidín”.

Sin embargo, a pesar de estas admisiones de altos funcionarios del gobierno, la narrativa en los medios estadounidenses sigue siendo que EUA instaló, armó y entrenó a los “Muyahidín” para contrarrestar una “invasión” soviética. ¿Cuáles fueron las verdaderas razones para que EUA gastara miles de millones de dólares y destruyera la mitad del país en un esfuerzo por derrocar al gobierno de Afganistán?

Para responder a esa pregunta, ayuda a conocer un poco sobre la historia de Afganistán y cómo se había mantenido independiente durante más de un siglo, incluso cuando las potencias imperialistas europeas y estadounidenses se apoderaron de gran parte de Asia, África y América Latina como colonias o neocolonias.

1839-1919: Tres invasiones británicas no logran conquistar Afganistán

Bretaña, que controlaba la India vecina, invadió Afganistán tres veces – en 1839, 1879 y 1919 – pero no pudo mantener en el poder a un régimen colonial títere. Cada vez, levantamientos populares expulsaron a las tropas británicas. Sin embargo, Londres obligó al gobierno afgano a aceptar la influencia británica sobre su política exterior, y en 1893 los británicos redactaron la línea Durand. Esta división supuestamente temporal se convirtió en la frontera entre Afganistán y la India británica – la parte que hoy es Pakistán.

La última invasión, en 1919, provocó un levantamiento que derrocó al gobierno de Habibollah, que había capitulado ante los británicos. Inspirado por el éxito de la Revolución Rusa, el nuevo régimen de Amanollah firmó entonces un tratado de amistad con el gobierno bolchevique, siendo uno de los primeros países en hacerlo. Desde entonces hasta los años 70, Afganistán no se uniría a ninguna alianza militar contra la URSS.

1965: PDPA para finalizar feudalismo, ganar derechos de la mujer

El Partido Democrático Progresista de Afganistán se formó en 1965. Su programa era anti feudal e incluyó la reforma agraria, cancelando las deudas de los campesinos, reconociendo los derechos democráticos de la mujer, incluyendo el fin de la dote y el establecimiento de educación y salud abierta para todas las mujeres y los hombres.

En la década de 1970, el gobierno afgano de Mohammad Daoud se movía hacia la derecha en su política interna y hacia la OTAN en su política exterior. El vasto y montañoso campo estaba bajo el férreo control de terratenientes feudales. Sin embargo, en Kabul y algunas otras ciudades, el PDPA había desarrollado mucho apoyo entre las/os estudiantes, especialmente las mujeres jóvenes, así como entre funcionarios y soldados mal pagados.

El 26 de abril de 1978, mientras el ultra imperialista y multimillonario Nelson Rockefeller se dirigía a Kabul para visitar a Daoud, el gobierno lanzó una agresión contra el PDPA, deteniendo a casi todo su liderazgo. Esto sucedió justo después de un funeral masivo para miembros del PDPA que habían sido asesinados por la policía de Daoud. Evidentemente, Daoud quería asegurar a EUA que su régimen podía reprimir cualquier oposición que pudiera surgir a su pivote hacia el imperialismo.

En un día, sin embargo, las unidades del ejército se habían amotinado y liberado a los líderes del PDPA. En un caso, los soldados usaron un tanque para derribar las paredes de la cárcel donde estaba detenido el líder del PDPA, Nur Mohammad Taraki. Taraki se convirtió en jefe de lo que se conoció como la Revolución de Saur.

1978: Revolución comienza reforma agraria, termina dotes de novia

El Departamento de Defensa de EUA ha publicado libros de “Estudios de País” sobre países de todo el mundo. Contienen información útil para los funcionarios de EUA enviados al exterior y pueden ser más veraces que la propaganda de otros organismos gubernamentales, porque las personas que usan estos libros necesitan saber las verdaderas condiciones de los países a los que van.

La versión de “Afganistán – un estudio” publicada en 1986, contiene admisiones sorprendentes que van en contra de la narrativa establecida por el gobierno sobre Afganistán. Por ejemplo, dice que “cuando el PDPA tomó el poder, rápidamente se movió para eliminar las desigualdades de propiedad de la tierra y la usura”. Agregó que el PDPA también canceló las deudas hipotecarias de los trabajadores agrícolas, los inquilinos y los pequeños granjeros. Estableció amplios programas de alfabetización, especialmente para mujeres, y libros impresos en muchas lenguas habladas en diferentes partes de Afganistán.

Dijo el libro del Pentágono: “El gobierno entrenó a muchos maestros, construyó escuelas y jardines de infancia, y estableció guarderías para huérfanos”. Entre los primeros decretos de la revolución se prohibió el dote de la novia y se otorgó a las mujeres la libertad de elección en el matrimonio.

Esto se debe recordar hoy, cuando la máquina de propaganda intenta embellecer esta larga guerra imperialista en Afganistán como una en donde las principales prioridades de Washington es la defensa de los derechos de las mujeres.

Pero en 1978, cuando Brzezinski y el régimen de Carter lanzaron la guerra contra la revolución afgana, sabían que era un régimen progresista que intentaba sacar a este muy subdesarrollado país, de la opresión feudal. Eso no les impidió armar y financiar una contrarrevolución.

Al cabo de unos años, los contras armados, entrenados y financiados por la CIA estaban asesinando a maestros jóvenes idealistas, mujeres y hombres, que habían ido al campo a alfabetizar al pueblo.

Uno de estos contras era Osama bin Laden. Bajo la excusa de que defendía la “libertad de religión”, EUA socavó el gobierno secular del PDPA creando un ejército que se opuso a las reformas progresistas del PDPA en nombre de la lucha por un estado islámico.

Al mismo tiempo, sin embargo, el imperialismo estadounidense estaba tratando de socavar la república islámica en Irán, que tomó el poder en 1979 después de una gran revolución allí contra el Shah, un títere que había sido puesto en poder por las compañías petroleras estadounidenses y británicas. Esa revolución también abarcó a muchos luchadores progresistas y seculares, pero los líderes islámicos tenían la organización más fuerte entre las masas y demostraron ser capaces de expulsar al Shah y su agrupación.

Religión no es la verdadera cuestión

Claramente, la cuestión de la religión no es lo que motiva a los imperialistas. Tampoco se preocupan por los derechos de las mujeres. Ellos usarán cualquier excusa y harán alianzas temporales mientras tratan de reafirmar su dominio económico en la región. Lo que los motiva es su necesidad de saquear el mundo, especialmente las áreas ricas en petróleo, para el beneficio de la clase multimillonaria dominante estadounidense.

Pero cuando invades un país, la gente te disparará y te dirá que salgas.

Eso es lo que ha sucedido en Afganistán. Una vez que las fuerzas progresistas fueron destruidas, hubo un vacío de liderazgo para resistir a los imperialistas, que todavía ocupan el país y escogen a los funcionarios de gobierno. La resistencia armada, por ahora, se ha reunido alrededor de fuerzas organizadas sobre una base religiosa, algunas de las cuales adoptan una agenda extremadamente reaccionaria. Sin embargo, han ganado muchos reclutas que incluso están dispuestos a sacrificar sus propias vidas para sacar a EUA.

Ninguna cantidad de escalada de la supuesta “guerra contra el terror” puede borrar esta terrible situación. A lo contrario. Cada bomba que cae sobre aldeas en Afganistán sólo intensifica el odio al imperialismo, sin importar la forma que adopte. Cualquier ataque político contra musulmanes por parte de Trump o sus homólogos en Europa sólo profundiza la ira de las/os oprimidos.

En cualquier tipo de guerra, es la gente común, ya sea soldados o civiles, quienes sufren. Son los ricos quienes tienen los medios para protegerse a sí mismos mientras se benefician de una victoria.

La “guerra contra el terrorismo” ha afectado no sólo al pueblo afgano, sino también a las personas que simplemente caminan por las calles de las ciudades occidentales, que son obligadas a pagar por los crímenes de la clase dominante. Esta guerra ha afectado a los jóvenes soldados que no se les dice nada sobre la historia de Afganistán y que, si sobreviven al despliegue en esa zona de guerra, tendrán que luchar por atención médica en EUA.

Esta guerra no está en los titulares, incluso cuando se sienten sus repercusiones. Continuará para siempre – a menos de que la gente la detenga. ¡EUA, Fuera de Afganistán!

Deirdre Griswold

Deirdre.Griswold@workers.org

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