A finales de la campaña electoral, cuando Donald Trump enfatizaba sus viles ataques contra personas de color, inmigrantes, musulmanes, mujeres; mientras reforzaba el apoyo entre los peores elementos racistas como el Ku Klux Klan, las milicias blancas y la llamada derecha alternativa, también apelaba abiertamente a las fuerzas antijudías.
La consecuencia inmediata de la elección de Trump se vio cuando supremacistas blancos llevaron a cabo cientos de horribles incidentes racistas en todo el país. Estudiantes latinas/os fueron confrontados por condiscípulos blancos gritando “Construyamos la pared, construyamos la pared”. Estudiantes negras/os universitarios recibieron repugnantes mensajes de texto racistas. Musulmanes fueron atacadas/os físicamente.
Ahora nada es más urgente que derrotar estos ataques racistas. Todos debemos unirnos en solidaridad con las/os más oprimidos – negras/os, latinas/os y otras personas de color, musulmanes, inmigrantes indocumentadas/os.
Lo que la solidaridad significa para las personas blancas, incluyendo a las judías, es seguir el liderazgo de las personas oprimidas, marchando y luchando con ellas. Significa defensa antirracista política y físicamente en las calles, en escuelas y lugares de trabajo y, si necesario, en las carreteras y en las vías del tren para bloquear las deportaciones.
Unidad frente a tácticas intolerantes
La masiva presencia de indignación y resistencia contra Trump desde la noche de las elecciones, demuestra que una lucha importante ha comenzado.
Liderada por negras/os, latinas/os y otras personas oprimidas, atraerá cada vez más personas a la lucha. La unidad debe ser y será la característica central de estas luchas.
Con los actos antijudíos que también han tenido lugar después de las elecciones, comprender la historia del antisemitismo ayudará a construir esta lucha unitaria. En Filadelfia, las ventanas de unas tiendas de propiedad judía fueron destrozadas y pintaron esvásticas sobre la estrella de David. Estudiantes judías/os en varios colegios informaron que al despertar, encontraron esvásticas pintadas en las puertas de su dormitorio.
Trump dio la luz verde para tales actos en los días finales de su campaña, hablando sobre “la conspiración bancaria internacional,” una frase de código antisemita clásica.
Su último anuncio televisivo fue un descarado llamado al antisemitismo. Se escuchaba la voz de Trump acusando a un enemigo que “ha despojado a nuestro país de su riqueza”. Las imágenes de pilas de dinero fueron intercaladas con fotos de George Soros, Janet Yellen y Lloyd Blankfein. Cada uno es judío.
Soros es un inversionista multimillonario. Yellen es la directora del Sistema de la Reserva Federal. Blankfein es ejecutivo de Goldman Sachs. Son efectivamente enemigos de la clase obrera, pero como figuras burguesas, no porque sean judíos.
El anuncio era un mensaje dirigido a los elementos más viles que habían salido a la superficie en la campaña de Trump. Únase alrededor de Trump, decía el anuncio. Él está contigo, contra los negros, los latinos, los musulmanes, y para que quede claro, él también está contigo contra “los judíos”.
Luego, días después de la elección, Trump anunció que su presidente de campaña, Steve Bannon, serviría como “estratega jefe” en la Casa Blanca. Bannon tiene una historia documentada de racismo manifiesto, misoginia y antisemitismo, tanto personalmente como en el ultra-reaccionario Breitbart News.
Media Matters, que monitorea la desinformación de la derecha en el internet, llama a Bannon “un nacionalista blanco que odia a los judíos”. Se puede esperar que él sirva a Trump en la forma en que Joseph Goebbels, ministro de propaganda en la Alemania nazi, sirvió a Hitler.
Datos e historia
Los hechos ayudarán a armar al movimiento con entendimiento para vencer los intentos de división.
El pueblo judío no controla el capital bancario y financiero mundial. Los judíos no son ni siquiera cerca de la mayoría de los propietarios, accionistas o altos ejecutivos de la mayoría de los bancos. Sí, hay banqueros judíos, al igual que hay gente judía en muchas otras esferas. Pero no dirigen el juego capitalista.
No hay mucha gente judía, punto. En los Estados Unidos, las/os judíos representan entre el 2,5 y el 3 por ciento de la población. La proporción de la gente judía en el mundo es sólo el 0,2 por ciento.
Para que tan pocas personas tengan el gran poder que Trump y los antisemitas alegan, las/os judíos tendrían que tener superpotencias. Y no la tienen. La caricatura de un titiritero judío de nariz curvada y despectivo manipulando negocios y gobiernos, es una clásica propaganda antisemita.
En realidad, durante gran parte de la historia, la mayoría del pueblo judío estuvo empobrecido, perseguido y oprimido.
A finales del siglo XIX y principios de 1900, una serie de horribles pogromos – disturbios asesinos contra las comunidades judías – barrieron el imperio zarista de Rusia, Polonia, Lituania, Ucrania y países vecinos. Patrocinados por esos gobiernos y la clase dominante como parte del esfuerzo por contener el creciente malestar de las masas hambrientas, los pogromos mataron a miles de personas. En las primeras dos décadas del siglo XX, olas de judíos europeos huyeron a los Estados Unidos.
Cien años más tarde, en la pequeña población judía en los Estados Unidos, ciertamente hay trabajadoras/es judíos – conductores de autobuses, maestros, enfermeras y vendedores al por menor, trabajadoras/es en fábricas, oficinas y en otros trabajos. Pero otros están cómodamente en la clase media. Algunos forman parte de la clase dominante burguesa.
Muchas/os judíos han tomado parte en las luchas por el cambio social. Algunos lo dieron todo, como Andrew Goodman y Michael Schwerner, que fueron asesinados junto a James Chaney por el Klan en Mississippi en 1964 por inscribir a personas negras para votar.
Pero entre los judíos de los Estados Unidos también han habido errores, ofensas y han fracasado en la solidaridad.
La población judía estadounidense es mayormente blanca y llega a la lucha de las/os trabajadores y oprimidos con todo el racismo, el atraso, la ignorancia, el privilegio y la insensibilidad de los blancos en este país. Adicionalmente y trágicamente para el objetivo de solidaridad, la ideología sionista ha mantenido un dominio por décadas sobre la conciencia de la mayoría de las/os judíos estadounidenses.
La buena noticia es que esto finalmente está cambiando, al menos entre la generación más joven. El movimiento de boicot, desinversión y sanciones, y organizaciones relacionadas a la solidaridad con Palestina, está ganando cada vez más jóvenes judías/os. Al romper con el apoyo de sus padres al Estado racista de colonos de Israel, también se vuelven más abiertos a las ideas radicales en general. Comienzan a comprender mejor el significado y la necesidad de la solidaridad con los pueblos oprimidos.
Las/os jóvenes judíos que se alejan del sionismo están saliendo a la calle como activistas en solidaridad con las luchas de las personas de color, marchando con el Movimiento Las Vidas Negras Importan contra asesinatos policiales racistas, manifestándose con inmigrantes indocumentadas/os contra incursiones y deportaciones y uniéndose a manifestantes antiapartheid para la liberación de Palestina.
Algunas/os lo llevarán más lejos y se unirán a la lucha por derrocar el capitalismo, siguiendo la larga tradición de los revolucionarios judíos que comenzaron con el propio Karl Marx.
Unirnos para luchar
La mentira de la campaña de Trump de que los judíos son responsables de los problemas de los trabajadores es una táctica para obstaculizar la unidad entre las/os trabajadores, los pueblos oprimidos y las/os progresistas en un momento en que tal unidad es vital para construir resistencia.
Trump mismo es un multimillonario. Él y su clase – compuesta en su mayoría por blancos y anglosajones de la religión protestante, son responsables de la desaparición de puestos de trabajo, la caída de los salarios y de los altos costos de la vivienda, la educación y la atención de la salud.
Él y su clase son responsables de que policías asesinos racistas asesinen a personas negras con impunidad. Él y su clase son los responsables de enviar a los militares estadounidenses alrededor del mundo para invadir, ocupar y destruir países.
Esta clase capitalista quieren echarle la culpa a otros. Quieren dividir a la oposición. No es de extrañar que utilicen a esa vieja y fiel herramienta – culpar a “los judíos”.
El pueblo judío no es ahora un grupo oprimido en los Estados Unidos. No se enfrentan a la discriminación institucionalizada, sistémica o generalizada, la violencia, los sesgos y peores cosas como lo hacen las personas de color.
Sin embargo, el antisemitismo existe. Nunca se fue, y ahora debe ser directamente combatido.
El movimiento como un todo debe construir la unidad. Es vital tener unidad contra el racismo, el sexismo, la islamofobia, el ataque a las/os inmigrantes, la opresión de la comunidad LGBTQ y también el antisemitismo.
En cuanto a la gente judía en este país, muchos de repente se aterrorizan, temiendo un regreso a los peores días del horror del antisemitismo. Para ellas/os, el camino hacia adelante es la solidaridad con las/os más oprimidos. Defender a las/os musulmanes, tanto política como físicamente. Solidarizarse y marchar y batallar hombro con hombro con el Movimiento Las Vidas Negras Importan. Organizar escuadrones de defensa de inmigrantes.
Esa es la manera de luchar y ganar.
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