Honduras, el laboratorio neoliberal
Por: Gilberto Ríos Munguía (∙)
Es frecuente encontrarse el nombre de nuestro país en los titulares de la prensa internacional, luego del golpe de estado de 2009 contra el Presidente Manuel Zelaya, titulares destacan una y otra barbarie cometida después de que aquel fenómeno que conmocionó la opinión pública nacional e internacional, nos situara en la geografía política internacional.
Analizar la situación de Honduras en la actualidad a partir del asesinato de la lideresa indígena Berta Cáceres ocurrido en marzo de este año o del asesinato de José Ángel Flores dirigente del Movimiento Campesino Unificado del Aguán ocurrido la semana pasada, complicaría desenmarañar el hilo de la madeja de un problema más bien estructural que tiene resultados coyunturales constantes, trágicos e inhumanos como los mencionados.
La crisis financiera que se desató debido al estallido de la burbuja inmobiliaria en el seno del capitalismo norteamericano en 2008, condujo a la reorientación de la estrategia internacional de apropiación de los recursos de los pueblos del mundo, a la vez que replanteó los mecanismos relativamente descuidados de la dominación mundial, sobre todo por los reveses sufridos en el medio oriente.
Era también el momento más importante de las izquierdas en América Latina; la Revolución Bolivariana consolidaba su posición geopolítica, avanzaban los procesos de liberación y comenzaban asomar gobiernos con políticas soberanas que permitían el desarrollo de Estados de bienestar en el continente.
En Suramérica Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, Ecuador y hasta Chile, mostraban cambios importantes que podrían resumirse –en unos países más que en otros- como un franco retroceso del modelo neoliberal, con una fuerte inversión social y una activación de las economías nacionales, a la par de un discurso más solidario frente a los fenómenos de la humanidad que rompían el eje del pensamiento único impuesto por el consenso de Washington después de la caída de la Unión Soviética, el muro de Berlín y los países del Bloque Socialista en los 90s.
En Centro América el Frente Sandinista se afianzaba en el gobierno de Nicaragua y ganaba las elecciones por primera vez en la historia de El Salvador el Frente Farabundo Martí para la liberación Nacional; como un faro de luz en el Caribe Cuba acompañaba todos estos procesos, redimida por la historia por su valiente y ejemplar lucha; con esto también se reivindicaban con más fuerza en la opinión pública del hemisferio y también a escala mundial, reclamos históricos como la independencia de Puerto Rico, la causa de Haití y las alianzas estratégicas para el desarrollo de los demás países del caribe, gran número de ellos miembros del ALBA y PETROCARIBE.
La hegemonía del imperialismo peligraba hasta su desaparición si estos y otras contradicciones en el mundo como el crecimiento de la economía China y el fortalecimiento de Rusia como potencia económica y militar continuaban consolidándose; Recordemos que apenas tres años después de la crisis financiera norteamericana, Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica creaban el BRICS, banco de inversión que en sus proyecciones iniciales desplazaría al Fondo Monetario Internacional y al Banco mundial –instrumentos de dominación por excelencia del imperialismo- en al menos el 50 por ciento de la inversión mundial.
Honduras, con una economía dependiente, atrasada y sometida los designios de las injustas relaciones del mercado internacional, posee también una conveniente pero incómoda posición geográfica: tres fronteras terrestres con El Salvador, Nicaragua y Guatemala y nueve fronteras marítimas, dentro de la que destaca también su cercanía al territorio de Cuba, condición que desde el punto de vista geo militar es de prioridad número para salvaguardar los intereses norteamericanos en la región.
Los frecuentes asesinatos políticos en Honduras, así como la profundización de las medidas neoliberales, como son la privatización de los servicios públicos o los escándalos de corrupción, no son sino el resultado de una voluntad manifiesta del imperialismo norteamericano y la oligarquía local, para afianzar el proyecto de dominación de todo el continente y el mundo entero; son una reacción política clara del capitalismo en recomposición, frente a pueblos y gobiernos del mundo que desafían con desarrollarse al margen de su enferma máquina de expoliación de los recursos naturales y de muerte del Complejo Militar Industrial, cada día más necesitada del sufrimiento del conjunto de la humanidad.
No obstante, también la lucha popular tiende a recomponerse, a encontrar caminos y pesar de la barbarie en Irak, Afganistán, Libia o Siria, a pesar de los golpe de estado de Honduras, Paraguay y Brasil y de las derrotas electorales en Argentina o el plebiscito por la paz en Colombia, los flujos y reflujos de los pueblos también prometen nuevos estadios de confrontación al capitalismo como lo hace ahora mismo la República Bolivariana de Venezuela, como lo demuestra Rusia ante la derrota parcial del imperialismo en el medio oriente, como resurgen las movilizaciones populares en Argentina y Brasil; así como vuelve Berta en la protesta callejera por las estrechas calles de Tegucigalpa; porque los fenómenos sociales son también como esa expresión de la vida, que surge y resurge donde la injusticia no prevalece, donde las vanguardias políticas son capaces de su reconfiguración y su perspectiva de victoria. La historia no son ciclos pendulares de la izquierda a la derecha o vice versa, son ciclos populares de abajo para arriba, en donde la razón deberá prevalecer con la fuerza de las mayorías organizadas.
(∙) Gilberto Ríos Munguía es miembro de la Dirección Nacional del Partido Libertad y Refundación Libre de Honduras, también miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Frente Nacional de Resistencia Popular y responsable de Relaciones Internacionales.