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Además de Trump, ¿Quién está realmente detrás de él?

La Convención Nacional Republicana (RNC por sus siglas en inglés) produjo tal cantidad de puras mentiras como moscas en un montón de estiércol. Algunas de las mentiras han sido expuestas en varios medios capitalistas. Pero hay una mentira en relación con Donald Trump y sus seguidores que se repite como buena moneda por aquellos que deberían saber mejor.

Y esa es que las/os constituyentes de Trump son trabajadores. Que su discurso rabioso y racista resuena con las/os trabajadores blancos que no tienen educación y carecen de refinamiento, al igual que Trump.

Bueno, eso es un montón de bobadas. Sí está claro que las personas que vitoreaban a Trump en la Convención Nacional Republicana son racistas y anti-inmigrante, pero no son quienes están sintiendo el dolor económico real de un sistema que ha empobrecido a tantas personas y a la vez enriquecido enormemente a los muy, muy, muy pocos en la cima, incluyendo a Trump.

Cuando Trump arremete contra las/os inmigrantes diciendo que quitan empleos “americanos”, y el público aplaude, ¿están estos realmente anhelando trabajar como niñeras o recoger las cosechas, o ser jornaleros, o trabajar en una fábrica que pronto va a cerrar porque la empresa traslada su planta en el exterior?

No, las/os delegados a la RNC enamorados de Trump no sufren de bajos salarios o desempleo. Después de las primarias, las encuestas de salida mostraron que las/os votantes por Trump son un poco más ricos que el resto de nosotras/os, con un ingreso promedio anual de $72.000 en comparación con el ingreso promedio real estimado en el 2014 de $53.657. (Oficina del Censo de EUA, 2014)

Otros votantes en las primarias republicanas tenían ingresos aún más grandes – los que votaron por Kasich llegaban a más de $91.000, por ejemplo. Así que es cierto que dentro del electorado republicano, Trump apelaba a los no-tan-ricos. Pero aún así, la base de este multimillonario no está definitivamente en la clase obrera. (Ver “The Mythology of Trump’s ‘Working Class’ Support”, (La Mitología del Apoyo “obrero” de Trump) tinyurl.com/jh5ncd4.)

En el año 2011, la mitad de las personas en los EUA tenían un ingreso familiar promedio de menos de $50.000, y constituían el grueso de la clase trabajadora multinacional. Una cuarta parte de los hogares en Estados Unidos recibieron menos de $25.000 al año, y por lo general estaban encabezados por mujeres y/o personas de color. Desde entonces, los ingresos de las/os trabajadores han aumentado sólo ligeramente.

Delegados ricachones de Trump

Los delegados que votaron por Trump en la convención están por supuesto, en mucha mejor posición económica que los que votaron por él en las primarias. Se necesita dinero para ser un delegado Republicano. A los delegados del partido de California se les dijo que solo su alojamiento les costaría entre $3.000 y $6.000. Se alojaron en hoteles donde las habitaciones oscilaban entre $300 y $400 por noche. (Cagop.org/national-delegation)

Y les aseguro que habían bastantes agasajos con comidas y bebidas, así como los costos de transporte. En aquella semana de locura reaccionaria, un delegado fácilmente podría haber gastado lo que un trabajador de bajo salario ganaría en tres o cuatro meses.

Por supuesto, si los delegados jugaron bien sus cartas, alguien con más dinero podría finalmente sufragar sus gastos. O eso es lo que esperarían.

¿Trabajadoras/es o clase media?

Los medios de comunicación neoliberales capitalistas han calumniado a la clase obrera al vincular a los trabajadores blancos con Trump. Lo que hace esto aún más irónico es que durante mucho tiempo, el mito en este país era que ya no había ninguna clase trabajadora aquí. Si alguien ganaba un salario digno sin tener que trabajar en dos empleos, ese trabajador de repente, era “clase media”. Al mismo tiempo, a las/os trabajadores más oprimidos se les calificaba de “subclase”.

La “clase media” y la “subclase” fueron las palabras clave destinadas a separar a las/os trabajadores blancos de sus hermanas y hermanos de clase, quienes históricamente han sido pagados menos debido a la herencia de opresión racista de este país, que comenzó con la ocupación de los pueblos indígenas, luego reforzada por la institución de la vil esclavitud, después mediante la importación de trabajadores asiáticos mal pagados para construir los ferrocarriles, y más recientemente, con la labor de las/os trabajadores inmigrantes quienes son forzados a trabajar por bajos salarios.

Esto no quiere decir que no hay racismo entre las/os trabajadores blancos. Pero al mirar a quienes se pronunciaron por Sanders y Clinton, está claro que la mayoría de las/os trabajadores blancos no se han ido al campo de Trump. Y la posición de Trump  respecto a las/os trabajadores negros y latinos es, por supuesto, muy baja.

El programa de Trump, si es que se puede llamar así, ya que parece ser que lo van componiendo a medida que avanza, es sacar provecho de las frustraciones de los de la clase media que tenían el sueño de llegar a ser tan ricos como él, pero vieron su ambiciones frustradas por la crisis que comenzó en 2008, justo en la época en que Obama fue elegido presidente.

Qué conveniente para Trump el culpar al primer presidente negro por una recesión capitalista que no tenía nada que ver con Obama. En la convención, ni siquiera tenía que decir “negro” o “inmigrante” (lo que Trump insinuaba por el lugar de nacimiento de Obama). Todo lo que tenía que hacer era mencionar el nombre de Obama para evocar las exhibiciones más repugnantes de odio racista concentrado.

La campaña de Trump ha dado luz verde a los misóginos, a los racistas, a los patrióticos que ondean la bandera estadounidense y a los elogiosos de la “ley y el orden” de la brutalidad policial. Ese es su principal peligro – la ratificación y el fomento de un retorno a los “buenos viejos tiempos” que, lamentablemente, no han terminado.

Hasta los nazis y el Klan han salido de sus cuevas bajo la protección de Trump. David Duke, un notorio ex gran mago del Klan, se metió en el centro de atención al apoyar a Trump y luego anunció su propia candidatura para el Senado. Trump, al preguntársele si iba a repudiar el apoyo de Duke, fingió no saber quién era.

Trump está tratando de sacar provecho de la reacción al progreso que se ha hecho contra la opresión después de décadas de luchas de masas en las calles. Esto llega en un momento en que el movimiento Las Vidas Negras Importan, el movimiento por los derechos LGBT, las luchas contra las deportaciones y el encarcelamiento en masa, el movimiento de mujeres por la libertad reproductiva y el movimiento de las/os trabajadores de bajos ingresos han luchado fuertemente y han despertado conciencia, lo que ha resultado en algunos éxitos legales – no muchos, pero lo suficiente para inflamar a la derecha.

Trump, Clinton y el Pentágono

La única área donde Trump ha vocalizado sentimientos que parecen ir contra este sentido, es la militar. A diferencia de todos los demás candidatos imperialistas de por décadas, ha hablado de retirar tropas que luchan en el exterior, uniéndolo con la finalización o la “re-negociación” de acuerdos comerciales.

Lo que Trump haría realmente como presidente es otra cosa. El estado imperialista estadounidense depende en gran medida de su capacidad para crear el caos en todo el mundo para allanar el camino para la súper explotación por parte de las empresas capitalistas transnacionales establecidas aquí. También proporciona contratos por valor de cientos de miles de millones de dólares a los mercaderes de la muerte que tienen un gran poder político. Pero en este momento Trump parece estar aprovechando el cansancio de las constantes guerras, entre los que incluso podrían considerarse bastión del sentimiento pro-guerra.

Por supuesto, parte de esto es, sin duda, para sobrepasar a Hillary Clinton, que es una halcón guerrerista experimentada. Pero que su postura resuene entre los conservadores se debe tomar nota, sobre todo porque la crisis en el miserablemente inadecuado cuidado de salud y la adicción a drogas entre los veteranos militares alcanza niveles epidémicos.

Un estudio reciente realizado por la Universidad de New Hampshire mostró, “De acuerdo con los registros del Departamento de Defensa de Estados Unidos, la juventud rural se está alistando en el ejército a un ritmo mayor que la juventud urbana y suburbana, y en todos menos ocho estados, las/os soldados de las zonas rurales constituyen una cifra desproporcionadamente alta de las víctimas”. Estas son las áreas geográficas en las que el Partido Republicano es más fuerte.

El único punto brillante en este ciclo electoral es la determinación de los movimientos progresistas de quedarse en las calles y no dejarse intimidar por las amenazas o persuadido por sus “amigos” con la excusa de que la militancia es “contraproducente”. Las manifestaciones en Cleveland durante el RNC y en Filadelfia durante el DNC (Convención Nacional del Partido Demócrata) fueron fuertes y ponen de relieve que es la lucha, no las elecciones de dos partidos capitalistas, que traerán a la luz un futuro mejor.

Deirdre Griswold

Deirdre.Griswold@workers.org

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