El campeón, “El más Grande” se ha ido. Muhammad Ali ha muerto. Era inevitable que este día llegara – “el día”, cuando todo lo que una persona ha sido termina con una exhalación final. Nos llega a todas/os.
Cuando se anunció que Muhammad Ali fue hospitalizado de nuevo, esta vez con una enfermedad respiratoria, desgraciadamente parecía que era sólo una cuestión de tiempo. Y eso fue. Rodeado de su familia, murió en silencio por shock séptico el 3 de junio.
Desde su muerte, Muhammad Ali ha sido elogiado en los principales medios de comunicación burgueses, en las fuentes de menor importancia, en forma impresa y en todas las formas de medios de comunicación de todo el mundo. Es recordado por las personas que son demasiado jóvenes para haberlo visto boxear, y por las/os revolucionarios y reaccionarios. Todo el mundo tiene algo que decir acerca de Muhammad Ali.
¿Quién fue Muhammad Ali? Esto puede ser confuso. La gente es compleja. La historia también; es dialéctica. Así que las ideas y creencias de un individuo, como la sociedad en su conjunto, se ven afectadas por el mundo real que nos rodea. Los cambios se deben a factores objetivos y subjetivos.
Una forma más sencilla de decirlo es que el tumulto político de la época de 1960 que produjo a Muhammad Ali, no existía en los 1980. Por lo que el Muhammad Ali que apoyó Ronald Reagan era un diferente Ali. El fervor revolucionario en todo el mundo se había calmado, y la lucha de Liberación Negra que él defendió había sido violentamente reprimida por la policía, el FBI, los militares y los tribunales.
Años de reacción siguieron, con la destrucción del corazón industrial debido a la alta tecnología, y la unidad de los capitalistas para encontrar tasas más altas de explotación en el tercer mundo, junto con un asalto a trabajadoras/es y oprimidas/os en EUA.
Incluso entonces, no se puede decir que el desafortunado apoyo de Muhammad Ali por Reagan u otros políticos de derecha definió su vida después del boxeo. El establecimiento que lo abraza hoy lo presenta sólo como un ícono, una persona con una política nebulosa que fue querido y respetado por todos, que podría dar la mano a Fidel Castro o Nelson Mandela y luego sentarse con Bill Clinton en la Casa Blanca.
Las personas que elogian a Muhammad Ali hoy atacarían a aquel Ali a quien nosotros tenemos en nuestro corazón. Querían silenciarlo en la cima de su destreza física y trascendencia política.
Un símbolo para las/os oprimidos
¿Quién fue Muhammad Ali? En tres palabras, era bello, brillante y grande. Era nuestra negrura, nuestra expresión de principio a fin y más. Era un símbolo para todas las personas despreciados y oprimidas que anhelan y luchan por más.
Era nuestra “religión” – lo que Karl Marx llamó, “el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón y el alma de condiciones sin alma”. Él era todo lo que éramos y somos – transparente y desafiante para que todos veamos lo magnífico y valiente que somos y debemos seguir siendo.
El diálogo continuará sobre la importancia política de Ali. Pero lo que lo convirtió en el más grande se debe recuperar.
No fue sólo el boxeo lo que hizo grande a Ali y el campeón. Su habilidad como boxeador es parte. Algunos podrían resumir el boxeo como lo hizo él una vez, “El boxeo es muchos hombres blancos mirando a dos hombres negros golpeándose el uno al otro”.
Sería difícil argumentar en contra de esa percepción. La mayoría de los luchadores son del mundo oprimido. Así también lo son la mayoría de los aficionados, excepto aquellos que pueden permitirse el lujo de ver las peleas más grandes y los que se benefician de la mayor parte, son blancos.
Es el juego de dolor, un concurso brutal. Es tal vez una contradicción de este escritor, un revolucionario, que lo disfrute.
En el panteón de los boxeadores
El boxeo es un deporte de ciencia y habilidad. Se trata de una partida de ajedrez que requiere una gran cantidad de pensamiento y ciertos atributos físicos. Ali lo poseía todo. Es difícil clasificar a los atletas de diferentes épocas porque los avances científicos han hecho el entrenamiento más eficiente y ayudado a aumentar el nivel de rendimiento de los atletas.
Algunos escritores califican a Ali en el tope del panteón de los boxeadores; algunos lo ubican entre los primero cinco. A menudo, estas clasificaciones las hacen personas que nunca han sido golpeadas.
Las habilidades y logros de Ali lo pusieron en una clase única. Él fue el peso pesado más rápido que el mundo había visto en cuanto a velocidad de manos y pies. Pero fueron sus manos y el espectáculo de vertiginosas combinaciones que él lanzaba, lo que asombraba a la gente. Además, era ligero de pies para alguien de su tamaño. Podía moverse hacia atrás y lateralmente, mientras pegaba. Podía poner el pie, descorchar una mano derecha y luego alejarse bailando lejos de su contrincante antes de que éste pudiera responder. Su balance era el de un bailarín, y sus golpes tenían la potencia tanto por la torsión generada, como por la fuerza que conseguía.
Si alguien quisiera crear otro Muhammad Ali, esa persona tendría que tomar la mano, velocidad de los pies y el equilibrio de un Floyd Mayweather; los reflejos de Roy Jones Jr.; la combinación de velocidad y fuerza de Shane Mosley; las payasadas de Emanuel Augusto, y luego ponerlo todo en un marco de 6 pies y 3 pulgadas. A continuación, añadir la voz suave de Sam Cooke, la habilidad lingüística de Michael Eric Dyson y la calidad cantarina del rapero Method Man – y así se logra Muhammad Ali.
Ali hizo de la violencia del boxeo algo casi bello de ver. Cuando sus reflejos se embotaron y sus pies perdieron su velocidad, fue su inteligencia en el ring y su voluntad superior lo que derrotó a sus oponentes. Se enfrentó a algunos de los boxeadores más eficientes en la historia del peso pesado – Liston, Shavers, Foreman, Ron Lyle, Joe Frazier – y los venció.
¿Quién podría olvidar la lucha de Ali contra George Foreman y las imágenes de Ali rodeado de multitudes en la República Democrática del Congo? Foreman era el favorito del establecimiento, un luchador de gran alcance con una reputación más temible que Sonny Liston. Ali tomó cada golpe de Foreman y se burló de su enemigo, cansándolo antes de avivarse noqueándolo en el octavo asalto. Fue una demostración de su grandeza en el ring como había anunciado.
El ‘Campeón del Pueblo
El boxeador es parte del “campeón”, sólo una parte de lo que hizo Ali grande. Esa parte no puede ser separada del conjunto; sin ella no habría tenido el escenario del mundo o dibujado la ira de los políticos burgueses y sus voceros mediáticos.
Lo que lo convirtió en el “Campeón Popular” y aún más grande que sus hazañas en el ring, es lo que Ali hizo con su fama y encanto. Cuando se unió a la Nación del Islam en 1964, fue una declaración política mayor de lo que sería hoy en día.
Ali dijo: “Soy América. Soy la parte que usted no reconoce. Pero acostúmbrese a mí. Negro, confiado, arrogante; mi nombre, no el suyo; mi religión, no la suya; mis metas propias; acostúmbrese a mí”. Su declaración simboliza el período de la revolución contra el imperialismo occidental y la supremacía blanca, así como la lucha de Liberación Negra en EUA.
Ali se arriesgó a perder todo por lo que luchó, pero no se amedrentó. Dijo lo que sentían las masas negras. En tiempo de apartheid estadounidense, cuando los líderes de los derechos civiles estaban siendo encarcelados, golpeados y asesinados, se puso en pie como nacionalista negro y se burló de la nacionalidad dominante. No podía ser controlado ni ignorado.
El movimiento de derechos civiles seguía siendo el ala predominante del movimiento político negro. Pero la presencia de Ali era un componente importante de lo que sería el ala más temida de la lucha negra – el movimiento de Liberación Negra.
Cuando Ali fue reclutado por el ejército, pudo haber indicado que era un objetor de conciencia únicamente por motivos religiosos. Sin embargo, insistió, “Ningún Vietcong me llamó n —r”.
Ali incendió el mundo: ¿”Por qué me piden ponerme un uniforme e ir a diez mil millas de casa y arrojar bombas y balas sobre personas de color marrón en Vietnam, mientras las/os negros en Louisville son tratados como perros y se les niega los derechos humanos básicos”?
Su sentimiento internacionalista expuso la gran hipocresía de por qué EUA alegaba estar en el sudeste asiático. Si no se entendía que EUA tenía intereses materiales y razones ideológicas para hacer la guerra contra el pueblo del sudeste de Asia, el rechazo y las explicaciones de Ali dieron en el blanco.
‘He estado en la cárcel desde hace 400 años’
Ali explicó, “no esquivo el reclutamiento. No quemo ninguna bandera. No me voy a Canadá. Yo me quedo aquí. ¿Quiere enviarme a la cárcel? Muy bien, adelante. He estado en la cárcel desde hace 400 años. Podría estar allí por cuatro o cinco más, pero no voy 10,000 millas para ayudar a matar a otras personas pobres. Si voy a morir, moriré aquí mismo, ahora mismo, peleando contra usted. Usted es mi enemigo, no ningún chino, ni Vietcong, ni japonés.
Usted es mi oponente cuando deseo la libertad. Usted se opone cuando quiero justicia. Usted se opone cuando deseo igualdad. ¿Quiere que vaya a alguna parte y luchar por usted? Ni siquiera se pondría de pie por mí aquí en EUA, por mis derechos y mis creencias religiosas. Ni siquiera defendería mis derechos aquí en casa”.
Esta postura ayudó a unificar los sentimientos de las/os negros de todo el país y dar paso a más militancia en el movimiento contra la guerra y la lucha negra. Jim Brown, Kareem Abdul-Jabbar, Bill Russell, Willie Davis, Curtis Stokes y otros, atletas en el mejor momento de sus carreras, hicieron pública sus objeciones a la guerra de una manera unificada.
La postura de Ali ocasionó la pérdida de su licencia para pelear, sus cinturones de campeonato, dinero – y sus mejores años en el boxeo. El sabía de esta posibilidad y se mantuvo firme. Cuando regresó al ring, sus talentos físicos habían disminuido. Los reflejos y la velocidad son las primeras cosas que un luchador pierde.
Amado en todo el mundo
Este es el Ali que el mundo – fuera de los círculos burgueses – recuerda. Es por eso que podía viajar a cualquier parte del mundo – a Cuba, Irak, Libia, Congo, Filipinas y otros lugares – y la gente por decenas de miles se reunían y esperaban para verlo. Esta es la razón por la que era respetado por revolucionarias/os y antiimperialistas.
También es por lo que un demagogo reaccionario como Donald Trump o cualquier otro político podría hablar elogiosamente de él hoy, pero lo habría odiado hace 50 años.
Ese no es nuestro Ali. Nuestro Muhammad Ali no estaba seguro. Nuestro Ali hablaba como nosotros y por nosotros. Lo tenemos en nuestro corazón, y ese es el Ali que lloramos. Nuestro Ali creía en hacer lo imposible: “Imposible es sólo una palabra grande que tiran alrededor de los hombres pequeños quienes encuentran más fácil vivir en el mundo que le han dado, en vez de explorar el poder que tienen para cambiarlo. Imposible no es un hecho. Es una opinión. Imposible no es una declaración. Es un desafío. Imposible es potencial. Imposible es temporero. Imposible es nada”.
Fue el más grande. Lo recordaremos mientras combatimos. Ali ¡PRESENTE! Venceremos.
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