Todos los días me levanto con la esperanza que el presidente Santos y sus ministros al fin decidan acabar con la Teoría de la Seguridad Nacional como estrategia de defensa y las FFMM jueguen su papel constitucional: Proteger las fronteras patrias, el más importante. Voy a la computadora a leer las noticias con esa ilusión. Nada. Al contrario, la prensa alternativa colombiana informa de más asesinatos de dirigentes sociales, defensores de derechos humanos o militantes de Marcha Patriótica y otros movimientos de la resistencia.
La responsabilidad de estos asesinatos es del paramilitarismo, fenómeno que sigue vigente y que es resultado de esa Teoría de defensa impuesta por la Escuela de las Américas. Las cifras y las circunstancias en las que han muerto tantas y tantos colombianos confirman que el gobierno de Álvaro Uribe no los acabó como quiso hacer creer a la comunidad nacional e internacional. En el gobierno de Juan Manuel Santos van 346 crímenes de Estado. “…no es ningún fantasma invocado por la insurgencia. Ni una elucubración dilatoria para postergar la paz”.
El paramilitarismo no puede considerarse únicamente como una máquina que mata a su oponente político, es una concepción estratégica, “un pensamiento y una corriente política que ha hecho de la guerra y el terror, su principal medio de enriquecimiento” de un sector muy poderoso de colombianos y colombianas que utiliza el asesinato y el miedo para mantener sus privilegios de clase.
No puede ser casualidad, ahora que avanza el acuerdo de paz en La Habana, reaparece el paramilitarismo en varios lugares del país. Regiones como Putumayo, área de la “Brigada Móvil N°13 con una larga lista de hombres y mujeres[1], algunos ejemplos son: en Mapiripán-Meta, las comunidades indígenas y campesinas denuncia el asesinato de Sikuani, Luis Rodríguez Castro, uno de sus líderes como una nueva arremetida paramilitar; en Santander del Norte, en el municipio de Hacarí, el líder Orangel Galvis de Ascamcat, recibió amenazas telefónicas por parte las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. En la región, como siempre, hay un batallón que nunca se entera de nada.
Y no podía faltar, estos señores si no logran sus objetivos con el compañero a quien amenazan le advierten que le pueden matar a “su señora y a sus hijos”.
La semana pasada, el país conoció el famoso “paro forzado” desarrollado por los paramilitares en varios departamentos: Antioquia, Córdoba, Chocó, Sucre y Magdalena, entre otros. Demostrada está su capacidad de aterrorizar y horrorizar con el apoyo evidente de importantes sectores políticos, económicos y militares, y lo más vergonzoso, de sectores del mismo gobierno colombiano.
Como era de esperase el jefe del Centro Democrático, senador y ex presidente Álvaro Uribe Vélez, y sus partidario no trinaron, ni hablaron del “Proselitismo armado”, evidente en este paro, ni mucho menos alzaron voz alguna “en repudio por los crímenes recientes de militantes de la izquierda y activistas de derechos humanos”.
Y el Ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas en entrevista con Semana dijo: “Es irresponsable calificar a estas bandas de paramilitarismo…En el país no hay paramilitarismo ni permitiremos que vuelva a aparecer”. Si eso es así, ¿por qué ante la toma de las carreteras, y algunos barrios de Medellín con actos vandálicos, no aparecieron ni la policía, ni el ejército o el ESMAD siempre prestos en los paros agrarios o estudiantiles?
Se queda corto el ministro de defensa al negar la existencia de esta política por parte de las instituciones del Estado y del paro reciente por las AGC, la gente le recuerda la frase del Presidente, “el tal paro no existe”. Que raro, un fantasma que deja muertos de carne y hueso ¿no existe?
Y luego de una enterarse de la realidad, auscultando entre la prensa alternativa, pues los grandes medios de desinformación, sobre esto poco dice, no queda más que decirle al señor Villegas, Ministro abra el ojo, porque ¡el paramilitarismo sí existe!
Llamamos por tanto a la población colombiana a cerrarle el paso a los enemigos de la paz con la movilización activa en defensa de los diálogos y a exigirle al gobierno cumplimiento de los acuerdos firmados tanto en La Habana como en el país, si de verdad está comprometido con la paz para Colombia. Porque mientras continúe el paramilitarismo la paz solo será un hermoso sueño.
[1] Lista de asesinados en el Putumayo: Duber Vélez, Luis Donado, Héctor Gómez, Luis Obando, Sabulon Burbano, Ana María Rendón, Jonatán Torres, Óscar Arango y Gonzalo Rodríguez.
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