El juez del Tribunal Supremo Antonin Scalia, conocido por sus decisiones reaccionarias, racistas, anti-mujer, anti-gay y contra la clase obrera, las cuales él disfrazó como eruditas y precisas interpretaciones del texto legal, murió repentinamente el 13 de febrero. Recordando su nombramiento a la corte en 1986, algunos pueden decir que su muerte llegó 30 años muy tarde. Teniendo en cuenta el dicho de que se debe decir solo cosas buenas de los muertos o nada en absoluto, no decimos nada.
Pero sí tenemos algo que decir sobre el Tribunal Supremo de los Estados Unidos (TSEU). Reacciones políticas iniciales a la muerte de Scalia sugieren que habrá una batalla real dentro de la clase dominante — en este caso entre los dos partidos políticos capitalistas grandes – sobre el próximo nombramiento. Se espera que las próximas decisiones del TSEU resultarán en votos de 4-4. La batalla puede ser un conflicto tan amargo como las próximas elecciones presidenciales, aunque una sin el voto popular. La pregunta es: ¿Puede la clase trabajadora entrar en esta batalla interna de la clase dominante con demandas independientes?
De las tres ramas del gobierno de EUA — la rama legislativa, el Congreso; la rama ejecutiva, el Presidente; y la rama judicial, el Tribunal Supremo — el Tribunal Supremo es la menos democrática. Sus miembros no son elegidos, son nombrados por vida por el Presidente y son aprobados por el Senado el cual está compuesto de millonarios, y ha sido el baluarte más estable de opresión y explotación de clase. El TS defendió a los dueños de esclavas/os en el siglo 19 y a los grandes capitalistas y banqueros contra la clase trabajadora y los pueblos oprimidos en los siglos 20 y 21, con solo unas pocas excepciones en tiempos de gran lucha de masas.
En un artículo del 20 de julio de 1989, el presidente del Partido Workers World – Mundo Obrero Sam Marcy escribió que a pesar del proceso de ampliación de los derechos de voto a las/os afroamericanos, mujeres y jóvenes desde que fue escrita la Constitución, “ha habido un proceso social y económico simultáneo que es superior en fuerzas. Ese es el proceso de concentración del poder en instituciones no democráticas. Proviene de la concentración de los medios de producción en manos de una clase dominante que tiene el poder y lo distribuye en las zonas más propicias para ella. Así que no es accidental que el poder en última instancia deba ser ejercido por el Tribunal Supremo. Ese es más fiable para ellos, más conservador y que responde solo a aquellos que les han designado” (Para leer el artículo completo, ver tinyurl.com/hqbw146)
Mientras que los partidos Demócrata y Republicano chocan entre ellos sobre si el Tribunal Supremo debe ser un obstáculo flexible o rígido para el progreso social, la clase trabajadora y los pueblos oprimidos deben utilizar la apertura creada por este conflicto para exponer la naturaleza antidemocrática de la corte y exigir el fin de su papel como órgano designado a defender el dominio de la clase de los súper-ricos.
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