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¿Por qué sigue importando la vida de Emmett Till?

Editorial, 1º de septiembre

Durante el apogeo del Movimiento de Derechos Civiles en el Sur en la década de los 1960s, activistas como Jimmy Lee Jackson, Medgar Evers, Viola Liuzzo, James Chaney, Andrew Goodman, Michael Schwerner, el Rev. James Reeb y otros perdieron la vida a manos del Ku Klux Klan.  Pero la reacción a un linchamiento anterior, junto con el boicot de autobuses de Montgomery-Alabama, ayudó a desencadenar este movimiento.  Fue el linchamiento brutal de Emmett Till, un joven afroamericano de 14 años quien hace 60 años, el 28 de agosto, perdió su preciosa vida en Money-Misisipi.

Emmett Till nació el 25 de julio de 1941 y creció en Chicago.  Sus padres habían migrado al Norte al igual que millones de negras/os para escapar de la opresión del Sur.  A finales de agosto de 1955, Emmett viajó al corazón del Delta de Misisipi para visitar a un tío.

Su madre Mamie Till Mobley, le advirtió que la actitud de los blancos en Money hacia los negros era “diferente” de la de los blancos en Chicago a pesar de que ambas ciudades estaban marcadas por la segregación.

Roy Bryant, un rabioso segregacionista, era dueño de una tienda en Money frecuentada por aparceros negros.  Cuando Till salía de la tienda, la esposa de Bryant alegó que el adolescente, quien sufría de un defecto del habla, le había silbado.

Días después en medio de la noche, Bryant, J.W. Milam y otro blanco racista secuestraron al adolescente a punta de pistola de la casa de su tío.

Willie Reed, un aparcero negro que trabajaba para Milam, afirmó en el documental de 2003, “El asesinato de Emmett Till”, que escuchó a Till siendo golpeado por los tres hombres en un cobertizo de herramientas.  Oyó al adolescente gritando en agonía.  Till, empapado de sangre, fue conducido a las orillas del Río Tallahatchie donde le dispararon en la cabeza.

Un ventilador desmotador de algodón fue atado con alambre alrededor de su cuello.  Su cuerpo fue arrojado en el río donde fue encontrado días después.  Después de que Reed fue obligado a lavar la sangre de Till de la parte trasera del camión, desapareció temiendo por su propia vida.

El asesinato de Emmett Till salió en titulares nacionales e internacionales.  Cincuenta mil personas negras asistieron a su funeral en Chicago.

Su madre exigió que se abriera el ataúd para que todo el mundo pudiera ver la cara irreconocible y mutilada de su hijo debido a la salvaje golpiza con la culata de una pistola de calibre .45.

Roy Bryant y J.W. Milam fueron absueltos por un jurado blanco después de solo cinco días de testimonios.  Cuatro meses después, Bryant y Milam, sabiendo que legalmente no podían ser juzgados, admitieron en un artículo de la revista Look que habían asesinado a Till.

Menos de cinco años después de este linchamiento, estudiantes universitarios negras/os comenzaron heroicas sentadas en mostradores de almuerzo contra la segregación en Woolworth y otras tiendas.

Como Christopher Benson, co-autor del libro “Muerte de la inocencia” dijo sobre el asesinato de Till en una entrevista: “Antes de Trayvon Martin, antes de Michael Brown, antes de Tamir Rice, estuvo Emmett Till.  Esta fue la primera historia de “Vidas Negras Importan”.  No es de extrañar entonces que cada vez que leemos acerca de otro joven negro desarmado ha sido matado en la calle — injustamente — por una figura de autoridad, se menciona el nombre de Emmett”.  (New York Times, 31 de agosto)

Y ¿qué con los cientos de Emmett Tills anónimos que perdieron la vida durante el Huracán Katrina hace 10 años en lo que hoy conocemos fue la inundación planificada del barrio negro (Ninth Ward) con diques deteriorados, y los homicidios policiales de negros que intentaban escapar de la inundación de Nueva Orleáns?  Cientos de miles de gente negra hasta hoy en día han sido desplazadas de forma permanente después de Katrina mientras Nueva Orleáns sigue aburguesándose por los grandes intereses de bienes raíces para traer de vuelta a blancos ricos y prósperos.  También hay los Emmett Tills que viven en un infierno en vida, ya que languidecen bajo la encarcelación en masa.

El linchamiento de Emmett Till nos recuerda a todas/os que la verdadera justicia para Till y otras víctimas que vinieron antes y después de él, solo puede ocurrir con una eliminación revolucionaria del sistema capitalista que perpetúa diariamente el racismo sistémico.

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