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Mientras las iglesias negras se queman, ¿dónde están los agentes federales?

El estado capitalista en los EUA convive cómodamente con los terroristas de la derecha. Este hecho vil se ha confirmado una vez más en la secuela de los asesinatos por el terrorista racista Dylann Roof.

Para el 29 de junio, ya seis iglesias negras en el Sur habían sido destruidas o sufrieron graves daños por incendios desde lo ocurrido en Charleston. Al menos en tres se ha confirmado haber sido causado por incendio provocado, según el Southern Poverty Law Center (Centro legal para la pobreza sureña). La pérdida para la gente de estas comunidades suma cientos de miles de dólares.

Peor aún, los incendios son una amenaza de más violencia a un pueblo cuya dolorosa historia a manos de explotadores blancos todavía resuena con mucha fuerza.

El primer incendio destruyó la Iglesia Adventista del Séptimo Día College Hills en Knoxville-Tennessee el 22 de junio. El departamento de bomberos en Knoxville dijo que el asaltante inició varios incendios en la propiedad de la iglesia. El auto de la iglesia también fue quemado.

Al día siguiente, un incendio en el santuario de la Iglesia El poder de Dios de Cristo en Macon-Georgia, también fue atribuido a un incendio provocado.

Y al día siguiente, otro incendio fue deliberadamente iniciado en la Iglesia Bautista Briar en Charlotte-Carolina del Norte que destruyó el ala de la escuela aledaña destinada a albergar un programa de verano para las/os niños. El gimnasio y el santuario se quemaron, causando daños estimados de $250.000.

Esa misma semana, otras tres iglesias negras del Sur – en Tennessee, Florida y Carolina del Sur – también sufrieron incendios, aunque dos pudieron haber sido por causas naturales. Las investigaciones continúan.

Después de lo que pasó en Charleston, no puede haber duda de que los incendios provocados fueron iniciados por supremacistas blancos, cuyas efusiones de odio en forma impresa y por el Internet llaman una y otra vez a la violencia contra las personas de color, utilizando un lenguaje a veces disfrazado y otras veces en términos viles y degradantes.

Uno podría pensar que el asesinato en masa del tipo que pasó en Charleston provocaría inmediatamente el arresto de quienes abogan una guerra racial contra las/os negros. Hemos visto muchos ejemplos en los últimos años de operaciones encubiertas creadas por el FBI y las autoridades locales de policía para atrapar a militantes negros acusándoles de tramar actos terroristas – actos que los agentes del gobierno habían alentado y facilitado.

Pero al igual que con los asesinatos de los tres trabajadores de derechos civiles en 1964 – James Chaney, Andrew Goodman y Michael Schwerner – por miembros del Ku Klux Klan, las autoridades no han intervenido para detener este tipo de ataques. Esto, a pesar de que es lógico suponer que, en estos días de amplia vigilancia, tienen conocimiento de ellos.

Esta acción por parte del Estado sin embargo, no encajaría con su objetivo principal – facilitar la extracción de ganancias capitalistas del trabajo de millones de trabajadoras/es al proteger el estatus quo. Y este estatus quo cada vez es más insoportable para millones, mientras la brecha crece entre los muy ricos y el resto de nosotras/os. Así que el estado se torna cada vez más inexorable, con encarcelaciones masivas, sobre todo del pueblo negro y latino, y el entrenamiento y equipamiento de las fuerzas de policía locales para el combate al estilo militar – contra las/os oprimidos, no contra los terroristas racistas.

Sin embargo, hay otra consecuencia de Charleston. Es la alentadora visión de negras/os y blancas/os juntas/os exigiendo la eliminación de la bandera y estatuas confederadas. Blancas/os sureños están saliendo a las calles en solidaridad con sus vecinas/os, amigos y compañeros de trabajo negros. A diferencia de los racistas, que en su mayoría permanecen en las sombras en el ejercicio de sus actos fascistas, las/os que luchan contra el racismo son visibles y hablan – inspirando a otras/os con su valor.

El valor es algo manifiestamente carente en los intolerantes. ¿Quién sino un cobarde elegiría una iglesia negra para llevar a cabo una campaña criminal? Roof sabía que nadie allí estaría armado. Y los otros que prendieron fuego a las otras iglesias negras lo hicieron en medio de la noche.

Pero no es solo de valentía personal que estos elementos fascistas carecen. Toda su perspectiva social se basa en la capitulación cobarde a la clase dominante capitalista. Ellos fulminan contra aquellas/os que son los más oprimidos, culpándoles de todos los males de la sociedad – mientras hacen el trabajo sucio para quienes dominan y se ensañan contra la gran mayoría.

Deirdre Griswold

Deirdre.Griswold@workers.org

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