Para millones en la clase obrera de EUA, el auto es una necesidad. No tienen acceso a transporte público fiable para ir a trabajar, de compras, a la escuela, consultas médicas o para un poco de recreación.
Para la clase trabajadora multinacional, en especial para las/os desempleados o aquellas/os atrapados en empleos de bajos salarios y de tiempo parcial, la reciente caída de los precios de la gasolina ha sido un bienvenido alivio.
Sin embargo, esta fuerte caída impacta de muchas maneras.
Por mucho tiempo, el precio del petróleo ha sido considerado como volátil, especialmente comparado con los precios de productos como autos y electrodomésticos. Sin embargo, el descenso en los últimos seis meses es de proporciones históricas. La cifra de referencia, basada en el precio del crudo Brent, se ha reducido a más de la mitad, de $117 el barril en junio a $53 para el 5 de enero.
Mayor caída desde 2008
Esta es la caída más grande en los precios del petróleo desde la crisis económica de 2008-09, cuando el colapso de la burbuja inmobiliaria en EUA provocó una crisis financiera que se extendió por todo el mundo capitalista.
Mientras que Wall Street se recuperó de la crisis – gracias a la inyección de más de un billón de dólares de dinero público a los principales bancos y otras entidades financieras – nunca ha habido una recuperación real para las/os trabajadores, ni en EUA, ni en muchos otros países. Teniendo en cuenta a quienes no pueden conseguir empleo a tiempo completo o han tenido que abandonar la fuerza laboral, el desempleo continúa muy elevado y los salarios reales han disminuido, aun cuando las ganancias empresariales y los salarios de los ejecutivos se han disparado.
Dado que el petróleo es la principal fuente de energía en el mundo de hoy, es obvio que esta gran fluctuación en los precios puede tener un impacto muy grande.
¿Cuáles son los factores subyacentes detrás de este acontecimiento?
En las primeras etapas de la caída de precios, algunos la vieron como un fenómeno fabricado, impulsada por motivaciones políticas. Señalaron que los imperialistas estadounidenses esperaban debilitar a países como Rusia, Irán y Venezuela que dependen de los ingresos de las industrias petroleras estatales para cubrir una parte muy importante de sus presupuestos.
Y es cierto que la caída en los precios ha afectado a estos países muy duramente – principalmente porque los tres sufren de las sanciones económicas impuestas por los imperialistas.
Esta explicación sin embargo, no justifica el cambio tectónico de precios que sigue sacudiendo a todo el mercado capitalista mundial.
Este punto de vista también supone un cierto grado de control sobre el mercado que no es posible bajo el sistema capitalista – ni por los capitalistas individuales, grupos de capitalistas, o incluso gobiernos y organismos internacionales que sirven a sus intereses.
Capitalismo no puede ser controlado
El capitalismo es un sistema económico impulsado por fuerzas más allá del control de los propios capitalistas. Al igual que el aprendiz de brujo, la clase capitalista desata las fuerzas de producción, que luego adquieren una vida propia.
A fin de cuentas, el mercado capitalista existe para un solo propósito: ganancias para los dueños del capital. Estas ganancias provienen de la explotación del trabajo humano, no de la genialidad de los propios capitalistas. La loca carrera por las ganancias impulsa a los capitalistas a invertir continuamente en los medios para producir más y más con el fin de eliminar a sus competidores y capturar el mercado. Esto a la larga conduce a la sobreproducción y crisis – una condición que no existía en los sistemas sociales anteriores.
Las ganancias de las empresas de energía han sido fenomenales y su influencia política es prodigiosa. Por décadas han podido bloquear cualquier acuerdo internacional significativo o leyes nacionales que aborden el horrendo problema del cambio climático. Sobre todo en EUA, los presidentes y gabinetes han sido elegidos por las familias dirigentes cuyas fortunas se entrelazan con el petróleo y Wall Street.
Pero es importante destacar que la tasa de ganancias del petróleo en relación con su costo de producción ha venido disminuyendo en los últimos años. En este país, el “petróleo fácil” que yacía en grandes lagos a poca profundidad bajo la superficie de la tierra – y que fue la base para el crecimiento de la dinastía petrolera y bancaria de Rockefeller – en gran medida se ha agotado.
Sin embargo, la producción de petróleo y gas en EUA ha aumentado considerablemente desde el 2008. Este crecimiento ha ocurrido en gran parte por la fractura hidráulica [fracking], las arenas bituminosas y la perforación mar adentro – todo lo cual requiere una inversión mucho mayor de capital en tecnología cara que la que requerían los pozos petroleros del pasado.
Exceso de petróleo en mercado mundial
La producción de petróleo crudo, que había estado decayendo durante muchos años, ahora ha aumentado, de menos de 7 millones de barriles por día en 2008 a más de 11 millones de barriles en la actualidad – la mayor parte por fractura hidráulica. Para junio pasado, según la Agencia Internacional de Energía, EUA se había convertido en el mayor productor mundial de petróleo y gas natural, superando a Arabia Saudita y Rusia.
El precio de esto sin embargo, es enorme. “La inversión anual en gas y petróleo en el país está en un récord de $200 mil millones, alcanzando por primera vez el 20 por ciento del gasto total privado para estructuras fijas”, escribió Bloomberg News el 4 de julio.
Para recuperar esta enorme inversión, las compañías petroleras de EUA deben ampliar su mercado – a expensas de sus competidores.
La industria del petróleo basa sus estimaciones de reservas probadas – el petróleo que puede ser extraído en un futuro próximo – en el costo de la extracción. El petróleo que cuesta más extraer de lo que podría venderse no se cuenta.
En los últimos años, el precio al que era rentable extraer el aceite se puso en alrededor de $80 el barril. Con el aumento del precio a $100 o más por barril, se hizo factible que las compañías petroleras invirtieran cientos de miles de millones de dólares en la tecnología necesaria para el fracking, arenas bituminosas y de perforación mar adentro. Pero si el petróleo se sigue vendiendo por mucho menos de $80 el barril, lo que la mayoría de los economistas dice que es probable dada la actual economía mundial, los productores tienen que o bien reducir la producción o asumir enormes pérdidas.
En la actualidad, tanto EUA como la OPEP están expandiendo, no reduciendo la producción. Las compañías petroleras estadounidenses están en una guerra comercial, especialmente con Arabia Saudita y Rusia, que retrocedieron convirtiéndose en el segundo y tercer mayor productor de petróleo del mundo, respectivamente. Esta es una guerra para eliminar a la competencia y dominar el mercado mundial.
Es por eso que el precio del petróleo ha caído tan bajo. Es un caso claro de sobreproducción capitalista, agravada por una desaceleración de la economía capitalista mundial.
Más petróleo que nunca ha estado entrando al mercado. Al mismo tiempo, las tasas de crecimiento están bajando en Europa, China y otras partes del mundo que han sido grandes consumidores de petróleo. Las industrias están recortando y las/os trabajadores están siendo despedidos. La inversión en energía renovable también está empezando a tener un efecto.
El resultado es un exceso de petróleo y una fuerte caída de los precios.
Algunas industrias que requieren una gran cantidad de productos derivados del petróleo, como las aerolíneas y compañías de camiones, se pueden beneficiar – al menos temporalmente. Pero, en general, esta lucha es síntoma de una crisis progresiva que puede arrastrar a toda la arquitectura financiera del sistema capitalista.
También es un gran componente del agresivo empuje de guerras por las gigantes empresas estadounidenses, especialmente en el Oriente Medio y Europa del Este. Y el Pentágono, hay que recordar que es el mayor consumidor de petróleo del mundo.
Estas son las realidades materiales detrás de las posturas de los políticos imperialistas estadounidenses que hablan de “derechos humanos” y “democracia” mientras funcionan en pro de los multimillonarios del petróleo y tratan de destruir a la competencia.
Las/os manifestantes de hoy, traídos a las calles por la epidemia de asesinatos policiales racistas en EUA, tienen razón cuando gritan: ¡”Abajo con todo el sistema capitalista”!
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