Editorial WW-MO 17 de diciembre 2013
El 13 de diciembre, la Agencia Central de Noticias de Corea, voz oficial de la República Popular Democrática de Corea, informó que un miembro de alto rango del gobierno, Jang Song Thaek, había sido juzgado y ejecutado por haber “perpetrado actos disidentes contrarrevolucionarios en contra del partido, en un intento por derrocar a la dirección de nuestro partido y del Estado y el sistema socialista”.
El juicio de Jang por un tribunal militar especial vino después de que el Buró Político del Comité Central del Partido de los Trabajadores de Corea celebró una reunión ampliada y luego emitió un informe a la nación.
Lo importante para tener en mente al leer la interpretación de los medios capitalistas estadounidenses sobre estos graves acontecimientos es que nada de esta es objetiva o bien intencionada. Cada palabra está calculada para socavar y calumniar a la RPDC, con el objetivo de derrocar al gobierno, al Partido de los Trabajadores y al sistema socialista.
Durante 65 años, los imperialistas estadounidenses han fracasado en sus esfuerzos por destruir el gobierno socialista en la mitad norte de la península de Corea.
Washington llevó a cabo una terrible guerra de agresión en la década de 1950, seguida desde entonces por incesantes amenazas militares y sanciones destinadas a estrangular la economía y promover divisiones que abrirían la puerta a la contrarrevolución. Su fracaso demuestra la fuerza perdurable de la lealtad del pueblo coreano a su revolución y a sus líderes, que se han negado a someterse al imperialismo.
Durante estas largas décadas de lucha, el Partido de los Trabajadores ha elegido líderes comprometidos con el camino labrado por Kim Il Sung, gran teórico, político, organizador, guerrillero y comandante militar de la revolución coreana.
En este momento crítico, la obligación de toda persona progresista, especialmente en los Estados Unidos, consiste en reconocer y respetar el derecho soberano del pueblo coreano a controlar su propio destino y mantener su sistema social. Esto significa denunciar y rechazar cualquier intento del imperialismo para intervenir en la situación, ya sea por medios militares, económicos o diplomáticos. También significa rechazar las calumnias inventadas por los medios capitalistas contra Kim Jong Un y otros líderes de la RPDC.
La clase obrera de todo el mundo, incluyendo en los EE.UU., ya está pagando el precio de los éxitos contrarrevolucionarios del imperialismo en Europa y Asia que han abierto vastas áreas del planeta a la súper explotación por las corporaciones transnacionales hambrientas de ganancias.
Workers World – Mundo Obrero afirma su solidaridad con el camarada Kim Jong Un. Como primer secretario del Partido de los Trabajadores de Corea y Comandante Supremo del Ejército Popular de Corea, lleva sobre sus hombros la responsabilidad de la defensa de la RPDC y la protección contra todos los esfuerzos, tanto externos como internos, para subvertir las conquistas revolucionarias ganadas a través de los sacrificios de muchas generaciones de valientes combatientes de la resistencia coreana.
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