Pese a las afirmaciones de que el país se encuentra en una gradual recuperación económica, millones de personas están siendo lanzadas a la pobreza y al desempleo prolongado. Un reciente informe pone de relieve la continua opresión de los/as afroamericanos/as.
El Centro para el Progreso Americano dice que la continua brecha entre la población blanca y la de color sobre las oportunidades de trabajo y riqueza obstaculiza la productividad y los niveles de vida. Desde el comienzo de la Gran Recesión en el 2007, la comunidad africano americana y la latina se han mantenido detrás de la blanca en la recuperación de empleos y en el aumento de los ingresos familiares.
Su informe, titulado “El Estado de las Comunidades de Color en la economía de EE.UU.”, señala que “los/as afroamericanos y latinos sufren persistentemente de altas tasas de desempleo. La tasa de desempleo de los/as afroamericanos es típicamente dos veces más que la de los/as blancos, mientras que la tasa de desempleo entre los/as latinos es aproximadamente un tercio mayor”. (octubre de 2013)
El impacto real de la crisis ha sido mucho más grave de lo que las estadísticas, ausentes de análisis, tienden a indicar. “Tardó cuatro años luego de la recuperación para que la tasa de empleo de los/as afroamericanos llegara a niveles previos a la recesión”, dice el reporte. Sin embargo, “estas poblaciones, particularmente las comunidades de color, también han crecido, de tal manera que llegar a los niveles de empleo previos a la recesión oculta la debilidad real en el crecimiento del empleo. Los/as afroamericanos tienen menos oportunidades de trabajo que otros grupos”.
Este estudio indica que “La cifra de afroamericanos/as empleados/as en el segundo trimestre del 2013 fue solo un 53,0 por ciento, en comparación con un 60,2 por ciento de los/as latinos, un 60,9 por ciento de los/as asiático-americanos, y un 59,5 por ciento para los/as blancos”. Para muchas comunidades de color, la recesión sigue siendo muy evidente.
Oportunidades robadas y revertidas
Detrás de estas estadísticas existe un empeoramiento del ambiente político para los grupos oprimidos. Un área de gran preocupación es la disminución de oportunidades en la educación superior como resultado de los recortes en las asignaciones del gobierno.
En una acción sin precedentes los jugadores de fútbol en la Universidad de Grambling State, en el estado de Luisiana, se negaron a jugar un partido contra Jackson State. Los estudiantes protestaban por el recorte de los recursos necesarios para mantener su destacado programa de deportes que era reconocido a nivel nacional.
En una carta abierta Frank G. Pogue, el presidente de la universidad, dijo que el boicot evidenció lo que él y otros administradores de otros colegios y universidades históricamente negras han estado diciendo durante algún tiempo. El hecho de que el gobierno federal haya reducido la financiación de estas instituciones que por décadas han provisto la mayor parte de profesionales afroamericanos/as, muestra la crisis de las relaciones raciales en la actualidad.
Pogue destacó que “los drásticos recortes presupuestarios de los últimos años han empujado a muchos colegios y universidades históricamente negras, (HBCU por las siglas en inglés “Historically Black Colleges and Universities”) al abismo financiero. Sí es cierto que hemos reducido los presupuestos de atletismo. …Francamente, eso es una pequeña parte de nuestro dolor. Hemos despedido temporalmente al profesorado y al personal, le hemos pedido al profesorado que asuma mayores cargas de enseñanza, hemos recortado ofertas académicas y aplazado las reparaciones de los edificios”. (USA Today, 3 de noviembre)
Estas instituciones, que surgieron del período de la Reconstrucción después del fin de la esclavitud y la Guerra Civil, deberían contar con fondos adicionales en lugar de menos, cuando los/as afroamericanos son los/as más afectados/as por la crisis económica. La difícil situación de los HBCU refleja la falta de compromiso del actual Congreso y la administración para con la educación de afroamericanos/as.
Pogue señala que: “En Grambling State, nuestra asignación anual del estado de Louisiana se ha reducido de $31,6 millones hace unos seis años, a $13,8 millones este año académico — y anticipamos otro recorte del presupuesto estatal el próximo mes. Mientras tanto, el aumento anual de la matrícula desde el año fiscal 2008 ha dado lugar a un aumento del 61 por ciento en la matrícula y las cuotas. El director del sistema de nueve universidades de Louisiana ha reconocido que de todas ellas, nuestra universidad es la que tiene la peor situación financiera”.
El presidente dice que los/as ex alumnos/as de las 105 HBCU ayudan enormemente pero no es suficiente para compensar los recortes drásticos. Mientras imponen estos recortes de los fondos a la educación superior, los/as afroamericanos/as están siendo conducidos/as a cárceles y prisiones a un ritmo desmedido.
La ira aumenta contra la opresión nacional
La respuesta de las comunidades afroamericanas y latinoamericanas a la opresión ha sido masiva y encolerizada. Después de la absolución de George Zimmerman en julio, miles de personas salieron a las calles por todo el país.
Un reciente brote de disturbios en Austin, Texas, donde cientos de jóvenes afroamericanos ocuparon una zona comercial, dejó a las autoridades en estado de shock. Para ignorar esta relativamente pequeña demostración de descontento que surge directamente de las condiciones opresivas en que viven los/as trabajadores/as en las comunidades, los medios de comunicación corporativos han llamado al incidente un “motín”.
Se percibe una sensación de aprensión y alarma en el análisis de la clase dominante. David Paulin escribió en el sitio de red conservador American Thinker que “desde los pueblos pequeños de Estados Unidos a las metrópolis urbanas, la violencia tumultuaria negra ha ido en aumento en los últimos años a pesar de la promesa del presidente Barack Obama, como el primer presidente negro, de traer esperanza y cambio a una América post-racial”. (30 de octubre)
Paulin continúa: “Parte de la violencia ha involucrado a jóvenes negros/as alborotados/as simplemente armando lío, uniéndose en olas amenazantes o agrupándose en eventos como la Semana de la Playa Urbana en Miami; sin embargo, muchas reuniones de jóvenes negros/as han resultado en ataques violentos y sin provocación contra blancos como uno que ocurrió recientemente en Brooklyn, N.Y. Diez jóvenes negros bloquearon el coche de una pareja blanca y gritaron insultos raciales, y luego golpearon al marido y tomaron a la mujer por el pelo [lanzándola] a la calle”.
Por supuesto, el sistema de racismo y explotación capitalista sabe que cualquier respuesta a la opresión nacional no ocurre sin provocación. No obstante, cualquier admisión de que esté justificada la represalia violenta o incluso entendida, cuestionaría todo el sistema.
Con una nueva ola de protestas alrededor de la demanda de intervención federal en la muerte del estudiante de secundaria Kendrick Johnson en el Condado de Lowndes, en el estado de Georgia, los/as jóvenes afroamericanos/as están demostrando que son sensibles a y están preocupados/as por el aumento de violencia racista contra sus comunidades.
Cuando estos jóvenes, aliados/as con adultos, se organicen y movilicen de forma clasista y teniendo en cuenta la cuestión nacional, la lucha por la verdadera igualdad y la auto-determinación dará un paso significativo. Todos estos esfuerzos deben unirse en un movimiento de masas que se extienda más allá de la dependencia en los dos partidos de la clase dominante.
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