Durante dos años y dos meses, un decidido grupo de trabajadores automotrices despedidos han vivido en tiendas de campaña frente a la embajada estadounidense en Bogotá, Colombia. Ellos, junto a cientos de sus homólogos, fueron despedidos por el crimen de sufrir discapacidades y lesiones relacionadas con el trabajo. La General Motors, su antiguo empleador, aún se niega a negociar una solución justa con la Asociación de Trabajadores y Extrabajadores Enfermos de General Motors Colmotores (Asotrecol).
La embajada de Estados Unidos fue escogida como blanco de la protesta por la participación accionaria de Washington en la GM y su papel en el rescate [económico] en el 2009 de esa compañía. Estos valientes trabajadores han sostenido tres huelgas de hambre, con los labios cosidos para dramatizar sus dificultades. No sólo fueron despedidos, sino que se falsificaron documentos para negarles la compensación a estos trabajadores.
Su lucha es difícil. Su grave situación financiera significa que sus familias a veces se queden sin comida; algunos han sido desalojados y otros se enfrentan a una ejecución hipotecaria. Sin dinero para las cirugías que necesitan, sus condiciones físicas se siguen deteriorando.
Sus espíritus se levantaron enormemente sin embargo, cuando llegó una delegación de solidaridad desde Detroit. Dos ex presidentes de la UAW, Melvin Thompson y Frank Hammer, se unieron al campamento y vivieron con las familias durante dos semanas. Una semana después, se les unieron el reverendo Charles Williams, presidente del capítulo de Detroit de la Red Nacional de Acción (NAN por las siglas en inglés) y la activista de NAN, Debra Simmons. Otra activista que apoya a Asotrecol, Paige Shell-Spurling, de Portland, Oregon también fue parte de la delegación de solidaridad.
Los cinco activistas también protestaron junto a un grupo de mineros heridos despedidos de otra región de Colombia que han sido inspirados por Asotrecol. Poco después de que los activistas estadounidenses regresaron al campamento, los mineros fueron golpeados brutalmente por la policía. Colombia es el lugar más peligroso del mundo para los/as sindicalistas y los/as defensores/as de los derechos de los/as trabajadores/as.
Mientras la delegación estaba allí, llegó por Western Union otra cosa para animar el espíritu de los trabajadores despedidos, casi 900 dólares donados por los/as trabajadores/as de la Chrysler en la zona de Detroit quienes son miembros de la Seccional 869 de UAW. Esta donación permitió que uno de los trabajadores tuviera la cirugía abdominal que necesitaba como consecuencia de la huelga de hambre. Han sido las donaciones de los/as partidarios/as en los Estados Unidos, especialmente con los más de $10.000 aportados por los/as miembros de la UAW, que han mantenido el campamento como un símbolo de resistencia.
En agosto, después de que la delegación regresara a Estados Unidos, la Embajada intentó ilegalmente desalojar el campamento, el cual no está en terrenos de la Embajada. Comenzó una cuarta huelga de hambre y Carlos Ernesto Trujillo, quien no podía trabajar en la GM debido a lesiones en el hombro, se amarró a una cruz en una protesta de crucifixión. A solo 15 horas más tarde, el presidente de Asotrecol Jorge Parra aseguró un acuerdo de funcionarios del gobierno, de suspender el desalojo. El acuerdo también prometió que un ejecutivo de la sede de GM en Detroit se comprometería a participar en la mediación el 22 de agosto con Asotrecol.
La mediación no tuvo lugar como se había sido prometido. Asotrecol se reunió con miembros de la gerencia de la planta de Colmotores, pero sus problemas siguen sin resolverse.
Sin embargo, su lucha está teniendo un impacto enorme. Dentro de la planta de Colmotores grandes cambios han ocurrido en el campo de seguridad y ergonomía. Los trabajadores heridos e incapacitados ya no están siendo despedidos.
La delegación de solidaridad ha estado compartiendo sus experiencias con activistas de Detroit, incluyendo a miembros de la Coalición ¡Moratoria Ahora! para Detener las Ejecuciones Hipotecarias, los Desalojos y Cierres de Utilidades. Más recientemente, Hammer y Thompson se dirigieron al grupo de miembros Caravana de Trabajadores/as Automotrices. “No hay ninguna separación entre Asotrecol y nosotros”, explicó Thompson. “Las empresas usan la violencia económica. Lo que nosotros/as tenemos que hacer absolutamente, es cantar la misma canción”.
Martha Grevatt es una trabajadora de la UAW Chrysler desde hace
26 años.
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