En las casi dos décadas desde que las fuerzas armadas estadounidenses los desplegara por primera vez, los “drones” generalmente han escapado de ser el centro de atención, excepto en medios alternativos o publicaciones militares especializadas. Sin embargo, su uso dentro de los Estados Unidos ha abierto un debate que ha llegado hasta el Congreso estadounidense.
Hasta hace poco, estos aviones no tripulados que han causado tantas muertes durante la noche en poblados al otro lado del mundo, atrajeron poca atención aquí en los medios de comunicación o en las agencias que “supervisan” al gobierno. Ahora que las agencias policiales y las empresas privadas van a comprar drones, las organizaciones pro libertades civiles y otras han solicitado más información sobre cómo se utilizarán.
En febrero pasado el presidente Barack Obama firmó la ley de Reautorización de la FAA [Administración Federal de Aviación por sus siglas en inglés], que amplió el uso doméstico de los drones. En aquel momento, el grupo sin fines de lucro Public Intelligence (Información Pública) publicó un mapa mostrando que ya había 64 bases militares para drones en EE.UU. y planes para 22 más.
Los “vehículos aéreos no tripulados” o “drones”, han proliferado hasta el punto que el Pentágono está comprando más de ellos que aviones de combate. El complejo militar-industrial ve esto como la alcancía del futuro y ha estado cabildeando para vender más, no sólo al Pentágono y la CIA, sino a la patrulla fronteriza, a departamentos de policía locales y a empresas privadas.
El mayor fabricante de estos drones es la General Atomics, (GA) que fabrica el “Depredador”. Originalmente una división de la General Dynamics, la GA fue vendida a la Gulf Oil en 1967 y luego se convirtió en una división de Chevron en 1984 cuando las dos empresas se fusionaron. Los “drones” son un ejemplo perfecto del matrimonio entre el ejército y las grandes corporaciones petroleras.
La General Atomics obtiene más del 90 por ciento de sus ingresos por contratos militares.
El Pentágono teme a sus propias tropas
Desde la guerra de Vietnam, la clase dirigente estadounidense ha estado buscando maneras de ampliar su control imperialista sobre las zonas codiciadas del mundo sin el riesgo de poner personal en tierra.
Como aprendieron los altos rangos militares en ese conflicto horrendo, las tropas, especialmente las no profesionales y las reclutadas bajo el servicio militar obligatorio, se puede tornar rebeldes y rehusar el papel de ser el eslabón más débil de la “cadena de mando”. Estos/as jóvenes, hombres y mujeres, la mayoría proveniente de la clase trabajadora y en gran parte procedente de comunidades oprimidas — puede descartar la psicología de obediencia que es la mayor parte de su entrenamiento básico y empezar a pensar por sí misma sobre la razón por la cual se les pide sacrificar sus vidas.
Tanto en Vietnam como en Estados Unidos, la guerra condujo a sublevaciones de soldados rasos e incluso algunos oficiales que se dieron cuenta de que estaban siendo utilizados en un ataque injusto y racista contra un pueblo que no era su enemigo.
En la búsqueda desesperada del Pentágono para sacudir su miedo a otro “síndrome de Vietnam”, los drones se han convertido en la última moda promovida por el complejo militar industrial. Los drones no sólo suplantan a los soldados en los campos de batallas sino que incluso evitan arriesgar a los pilotos. Los pilotos, la élite de las fuerzas armadas, rara vez han sido los principales candidatos para una rebelión, pero a ninguno de ellos les gusta ser derribados o capturados.
Ahora los pilotos pueden sentarse detrás de una computadora de la Fuerza Aérea en Nevada o en una base secreta de la CIA y guiar los drones en el otro lado del mundo para desatar ataques con misiles letales. Una y otra vez, sus “objetivos” han resultado ser simples reuniones familiares en Afganistán o Pakistán o Yemen. Incluso la Institución Brookings, un grupo de estudio de Estados Unidos, publicó un informe en julio del 2009 diciendo que para cada supuesto “terrorista” asesinado por drones en Pakistán, murieron 10 civiles.
El Depredador MQ-1 de la General Atomics, que ha estado en uso desde 1995, ha sido utilizado en combates en Afganistán, Pakistán, Bosnia, Serbia, Iraq, Yemen, Libia y Somalia.
Destructivo pero no todopoderoso
¿Hace esto todopoderosas las fuerzas militares de Estados Unidos? En lo más mínimo. Las tropas estadounidenses se están sacando de Afganistán, uno de los países más pobres y menos desarrollados del mundo, no porque han vencido al “enemigo”, sino porque la guerra está costando demasiado. Han destruido gran parte de Afganistán en el proceso, pero al igual que en Irak, no han sido capaces de crear un gobierno títere estable que pueden a dejar a cargo.
El imperialismo de Estados Unidos en esta etapa decadente en su desarrollo puede destruir, pero no puede construir una base política estable y social en países oprimidos para defender sus intereses, no importa cuán alta sea la tecnología de su armamento.
También tiene problemas en casa debido a la continua y profunda crisis económica que surge del mismo metabolismo del sistema basado en ganancias que ha arrojado en el caos a decenas de millones de vidas. Esta crisis de persistente desempleo conduce entonces a una segunda crisis, en la cual los ingresos fiscales disminuyen y el gobierno, o se endeuda más o tiene que hacer recortes.
Destacándose como un pulgar adolorido es la gran parte del presupuesto federal que va para gastos militares, la cual se estima que es más de la mitad de todo el gasto “discrecional”, es decir, los gastos que no sean de la Seguridad Social y el Medicare que tienen sus propios fondos separados.
Incluso cuando Robert Gates era secretario de defensa bajo Bush y luego bajo Obama, el gobierno expuso un plan para recortar $400 mil millones en gastos militares para el 2023. Pero esa suma, que salía a menos de $40 mil millones al año, es ínfima comparada con los recortes totales necesarios. Dado que un compromiso sobre los impuestos dejó a los ricos pagando todavía una tasa menor que en cualquier otro país capitalista desarrollado, se espera que el secretario de defensa Leon Panetta tendría que identificar recortes mucho más grandes, y esto ha encendido las alarmas en el complejo militar-industrial.
Aviones de combate vs drones
El programa de drones era visto originalmente como una forma para recortar los gastos en aviones militares. El último avión de combate convencional que ganó un contrato del Pentágono, el F-35 Joint Strike Fighter, fue el programa militar- industrial más caro en la historia.
“Está plagado de retrasos y amenazado por los recortes presupuestarios” escribió una revista británica de negocios, y que “podría ser una mala noticia… para su contratista principal, Lockheed-Martin”. Mientras que el F-35 esperaba entrar en servicio con seis años de retraso y “extremadamente por encima del presupuesto”, el Pentágono “todavía planea comprar 2.443 F-35s durante los próximos 25 años, a un costo de $382 mil millones”. (The Economist, 14 de julio de 2011)
Otro jugoso contrato de Lockheed-Martin destaca el Raptor F-22, un avión de ataque furtivo que cuesta $400 millones cada uno. Pero durante un espectáculo aéreo en el 2012 fue superado por un avión alemán que cuesta la mitad. (“F-22 Raptor Loses $79 Billion Advantage in Dogfights” ABC News, 30 de julio)
Además de vender drones armados al Pentágono para intervenciones en el exterior, la industria de armas ha estado trabajando horas extras para cultivar un mercado aquí para sus vehículos de vigilancia.
El 31 de enero “Truthout” reportó que “Los Depredadores desarmados producidos por General Atomics para el servicio de frontera, cuestan [entre] $18,5 y $20,5 millones cada uno, sin contar los cientos de millones de dólares en contratos con la General Atomics para operar y mantener los drones domésticos.
“[La Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza, CBP por las siglas en inglés] se jactó en diciembre del 2011, de que las operaciones con drones contribuyeron a 7.500 aprehensiones de personas que cruzaron la frontera ilegalmente y a la confiscación de 46.600 libras de marihuana.
“Los 7.500 ‘extranjeros criminales’ que la patrulla fronteriza detuvo son nada en comparación con el número total de detenciones de la CBP desde el 2005 — 5,7 millones de inmigrantes, incluyendo los/as 327.000 detenidos/as en 2011. Expresado en porcentaje, esto representa solo el 0,001 por ciento de los/as detenidos/as durante ese período.
“Aunque categorizados/as por la CBP como ‘personas peligrosas’ porque han cruzado la frontera ilegalmente, en su mayoría son simplemente inmigrantes no autorizados/as, aunque un pequeño número trae marihuana.
“Para dar algo de perspectiva al decomiso de drogas atribuido a la vigilancia [de drones] durante seis años . . . la CBP, en promedio incauta 3.500 libras de marihuana cada día en Arizona, haciendo una incautación cada 1,7 horas. Los drones tuvieron un papel en la incautación de menos del uno por ciento de la marihuana total de la patrulla fronteriza en los últimos seis años, sólo un 0,003 por ciento para ser precisos”.
Han gastado cientos de millones de dólares para “aprehender” a mochileros (transportadores en pequeña escala) de marihuana y trabajadores/as indocumentados/as. No es de extrañar que el gobierno se encuentre en bancarrota.
Sistema de vigilancia doméstica
¿Qué derecho a controlar los cielos tienen el ejército estadounidense, la Patrulla Fronteriza y las corporaciones privadas? Estados Unidos ya ha violado las leyes internacionales cientos de veces usando los drones para asesinar gente en por lo menos una docena de países sin tener en cuenta su soberanía territorial. Ahora está extendiendo esto a un vasto sistema de vigilancia aquí con drones desarmados que fácilmente podrían transformarse en vehículos armados.
Mientras habla sobre el “estado de derecho” y su gran compromiso con la “civilización”, la clase dominante estadounidense metódicamente está destrozando cualquier ley que se presente como obstáculo a su insaciable avidez por ganancias.
Una nota final: El New York Times en su editorial del 13 de febrero titulado “Un tribunal para asesinatos selectivos” (A Court for Targeted Killings) abogó por una corte especial que se establezca para proporcionar “pesos y contrapesos” al poder ejecutivo cuando decida llevar a cabo “asesinatos selectivos” de ciudadanos/as estadounidenses— generalmente por medio de los drones. Pero no se entusiasme demasiado. El periódico que habla por Wall Street el 99 por ciento del tiempo, no quiere detener los asesinatos. Solo quiere que luzcan mejor.
Este “tribunal de asesinatos” es comparable a una existente “corte de inteligencia extranjera” donde la evidencia sobre una persona sospechosa de ser una “amenaza terrorista está presentada en secreto”.
El NY Times dice: “De la corte no se esperaría la aprobación de ataques individuales por drones, y el poder ejecutivo aún estaría facultado para tomar acciones urgentes para impedir un ataque inminente.
“El tribunal de vigilancia es a menudo considerado como un “sello de goma” (proceso para autorizar rutinariamente y sin cuestionamientos); de 32.000 solicitudes de intervención telefónica presentadas por el gobierno desde 1979 al 2011, solo rechazó 11. Pero su presencia ha ayudado a asegurar que las peticiones de la administración sean [consideradas] serias”.
Así que lo mejor que puede sugerir el periódico liberal el NY Times es que sea un sello de goma cubierto de azúcar.
El movimiento para poner fin a la guerra imperialista y la represión interna tendrá que intensificar la lucha para exigir que dejen de usar los drones.
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