Mientras que los/as ciudadanos/as de Estados Unidos emitieron su voto para Presidente el 6 de noviembre, los/as residentes de Puerto Rico también votaban por el próximo Gobernador de la isla. También votaron en un referéndum no vinculante, un plebiscito, supuestamente para definir el estatus de la isla.
Actualmente Puerto Rico es un Estado Libre Asociado (ELA). Esto es una pura contradicción en términos, puesto que Puerto Rico ni es estado, ni es libre, ni tampoco tiene la soberanía para establecer una asociación real. Un país cuya economía, relaciones exteriores y comercio, legislatura y policía están en manos del gobierno de los Estados Unidos no puede decidir nada libremente.
Puerto Rico ha sido una colonia de Estados Unidos desde la invasión yanqui de 1898. Cualquier cambio en la Constitución de Puerto Rico debe ser “aprobado” por el Congreso de Estados Unidos. Por lo tanto este plebiscito es una farsa judicial.
Sin embargo, es interesante examinar atentamente tanto a la votación y cómo los medios corporativos internacionales informaron sobre los resultados. Incluso en las redes sociales como Facebook y Twitter, hubo una constante referencia a la “los puertorriqueños eligiendo la estadidad”. Esto está lejos de la verdad. Veamos las preguntas y los números.
Se registraron un poco más de 2 millones de votantes. Un 77,4 por ciento de ellos/as votaron, una alta participación comparada con Estados Unidos. El plebiscito estaba dividido en dos partes. La boleta oficial fue escrita en español e inglés, que son idiomas oficiales de la isla, aunque el idioma principal de Puerto Rico es el español. La primera pregunta era: ¿”Está usted de acuerdo con mantener la condición política territorial actual? Sí o No”.
Ésta estaba seguida por la segunda pregunta: “Irrespectivamente de su contestación a la primera pregunta, conteste cuál de las siguientes opciones no territoriales usted prefiere”.
Rechazo al estado colonial
Por primera vez en la historia de Puerto Rico, la mayoría de los/as votantes rechazaron el actual estatus colonial. El “No” recibió un 52,4 por ciento, el “Sí” obtuvo 44,7 y el resto de los votos estaban en blanco. Ésta última opción fue impulsada por un sector del colonialista Partido Popular Democrático (PPD).
La respuesta a la segunda pregunta, que ha sido tergiversada por gran parte de los medios de comunicación internacionales, no muestra que la estadidad fuera la elección de la mayoría. ¡Si se añaden los votos por la independencia, el ELA soberano y las 473.000 papeletas en blanco, además de algunas papeletas invalidadas, el total es de un 55 por ciento de electores/as que no eligieron la estadidad!
Estos números en sí mismos son incapaces de reflejar la compleja realidad económica y demográfica de Puerto Rico. Las elecciones, especialmente un plebiscito sobre el estatus en una colonia, no son un verdadero ejercicio de democracia. No hay una libertad auténtica para organizar por la opción que haría al pueblo de Puerto Rico uno verdaderamente libre: la independencia. La represión de activistas y luchadores/as por la independencia de Puerto Rico aún está muy viva, a través de asesinatos, hostigamiento, largas penas de prisión sin justificación, mantenimiento de expedientes legales (carpeteo) por parte del FBI, etc. La lucha por la independencia siempre ha estado penalizada.
Puerto Rico es un país cuya economía ha sido destruida, donde el ingreso medio es menor que en el estado más pobre de los Estados Unidos, y cuya fuerza trabajadora se ha visto obligada a migrar a los EE.UU. para poder sobrevivir.
La población de la isla ha disminuido en los últimos años. ¡Hay 3,7 millones personas que viven en la isla, pero hay 4,2 millones puertorriqueños/as en EE.UU.!
Los/as puertorriqueños/as que residen fuera de la isla no pueden votar en las elecciones de Puerto Rico.
En un artículo escrito por el héroe de la independencia de Puerto Rico Rafael Cancel Miranda el día antes de las elecciones, titulado ¿”Elecciones democráticas”?, él plantea otra cuestión importante sobre la demografía de la isla y su impacto sobre las elecciones:
“Y ¿cuántos de esos 3.7 millones de residentes en Puerto Rico son puertorriqueños? En Puerto Rico hay un gran número de estadounidenses con derecho al voto, tanto así que los anuncios electorales se publican en español e inglés. Y hay otros miles de extranjeros que residen en Puerto Rico, pero que han jurado lealtad a la bandera estadounidense, no a la puertorriqueña. ¿Cómo creen que votará la mayoría ellos? No olvidemos que en Hawai fueron los extranjeros los que constituyeron la mayoría en un supuesto plebiscito que llevó la estadidad a esa otrora nación”. (pr.indymedia.org)
Fortuño es rechazado como gobernador
En las elecciones para gobernador, uno de los candidatos era el presente gobernador Luis Fortuño quien quiere la estadidad; ha gobernado a beneficio de los empresarios y ha sido el responsable de las políticas neoliberales más recientes en la isla. Éstas incluyen el intento por privatizar instituciones nacionales como la Universidad de Puerto Rico, el despido de miles de trabajadores/as estatales, la amenaza de imponer un gasoducto y muchas otras leyes y maniobras antipopulares.
Fortuño fue derrotado, consiguiendo sólo un 47,1 por ciento de los votos.
El nuevo gobernador, Alejandro García Padilla, que representa al PPD ganó con 47,8 por ciento, un margen muy estrecho. El resto de los votos se dividió entre cuatro partidos, incluyendo el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP). Los otros tres partidos eran nuevos, participando por primera vez en las elecciones.
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