Hasta el 2 de noviembre, entre el número de víctimas reportadas del huracán Sandy, la enorme tormenta que asoló el Caribe y luego abrió camino por el este de EE.UU. hasta Canadá, se encuentra la muerte de 67 personas en el Caribe y 95 en Estados Unidos, incluyendo 44 en el área de la ciudad de Nueva York.
Millones aún están sin energía, y el daño se calcula en decenas de miles de millones de dólares. No se ha hablado de números sobre las pérdidas personales del pueblo en cuanto a sus casas, coches, enseres domésticos, salarios y puestos de trabajo perdidos, y mucho menos sobre los irreemplazables artículos personales con valor sentimental.
Tan mala como fue esta tormenta, su devastación hubiera sido inmensamente peor si no fuera por los extraordinarios logros de la ciencia meteorológica moderna, que fue capaz de advertir a las autoridades públicas y al pueblo acerca del tiempo de la llegada, la ruta, la intensidad y la amplitud de la tormenta con un notable grado de exactitud.
Sin embargo, es una gran contradicción que mientras las advertencias de la ciencia meteorológica sobre este evento meteorológico saturaron los medios de comunicación, ni una palabra se ha dicho acerca de las advertencias hechas por los/as científicos/as del medioambiente. Sus voces, que crecen cada vez más desesperadas, han sido atacadas por un conjunto de los contaminadores corporativos más poderosos del mundo.
Motivación de ganancias y la ciencia del clima
Esta aparente contradicción puede explicarse sólo por el afán de lucro.
Por un lado, los negocios agropecuarios, de trasporte, los marítimos, las aerolíneas, los de perforación de petróleo, las compañías eléctricas, las compañías de seguro, los mercados de productos de consumo, la industria turística, y numerosos otros intereses capitalistas necesitan de la ciencia meteorológica. Todas estas industrias necesitan saber sobre el clima con el fin de maximizar sus ganancias y minimizar sus pérdidas. Esta lista también debe incluir al Pentágono, el cual tiene un fuerte interés militar en la predicción del clima.
Por el otro lado, la gran mayoría de los/as científicos/as del medioambiente a nivel mundial están de acuerdo y han demostrado que el cambio climático es producido por el calentamiento global, que a su vez está causado por la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera. El resultado es la aparición cada vez más de fenómenos meteorológicos extremos como el huracán Sandy.
Por lo tanto el desechar los resultados de la ciencia del clima es de gran interés para las empresas del petróleo y del gas, de la industria del carbón, de las empresas generadoras de energía y de otros contaminantes industriales gigantes que se benefician de los procesos que arrojan dióxido de carbono a la atmósfera. Se niegan a tomar medidas para frenar estas emisiones porque esto recortaría sus ganancias.
Tanto el avance de la ciencia meteorológica como el rechazo a la ciencia del clima pueden atribuirse directamente a los intereses de los capitalistas más grandes y poderosos. Esto ilumina la completa irracionalidad del sistema capitalista.
Industria y ‘clima de silencio’
Las palabras “cambio climático” no se mencionaron ni una vez durante los debates presidenciales o durante toda la campaña. De hecho, los términos “cambio climático” y “calentamiento global” han sido prácticamente prohibidos en los noticieros de los medios de comunicación corporativa.
Durante la sequía que por tres meses azotó el medio oeste este verano y dañó tres cuartas partes de la cosecha del maíz y de los granos estadounidenses, los reportajes sobre esta drástica situación no mencionaron el cambio climático o el calentamiento global. Tampoco se mencionó durante la epidemia de incendios que asoló el oeste de los Estados. El mismo “clima de silencio” ha prevalecido durante la cobertura continua sobre el huracán Sandy.
Tal es el poder sobre los medios de comunicación y sobre los políticos que tienen los contaminadores gigantes, los cuales incluyen los sectores más poderosos de la clase dominante de los Estados Unidos. Han gastado muchos millones para financiar a grupos de presión anticientífica, para proveer fondos a políticos que voten en contra de cualquier intento de hacer que los contaminadores solucionen el problema o paguen las cuentas, y financian a científicos corruptos que aseguran que son falsos todos los resultados de sus decenas de miles de colegas por todo el mundo.
El Gobierno de Estados Unidos ha ido a conferencias internacionales sobre el medioambiente año tras año y utiliza su poder financiero y político para bloquear cualquier consenso mundial que enlazaría a las gigantes corporaciones transnacionales a medidas concretas para reducir significativamente las emisiones de carbono. Estados Unidos aún no ha ratificado los acuerdos originales de Kioto sobre el cambio climático. Presidente tras presidente, desde Clinton a Bush a Obama, han saboteado los esfuerzos de los gobiernos que representan a miles de millones de personas en Asia, África, América Latina y el Medio Oriente para forzar a los principales contaminadores a que detengan la diseminación de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Crisis medioambiental global
La crisis aguda causada por el dramático viento y la subida de la marea por el huracán Sandy en los Estados Unidos es sólo una intensa manifestación de una crisis ambiental mucho más generalizada en desarrollo que es de carácter global. La misma subida de temperatura que dio origen a Sandy, está derritiendo los glaciares y los casquetes polares, elevando los niveles del océano y poniendo en peligro a las civilizaciones isleñas y costeras así como a los ríos del interior.
Esto a su vez, es parte de un proceso más generalizado de devastación ambiental que está envenenando la tierra, el agua y el aire causado por los conglomerados mineros, las compañías madereras, la agroindustria, las empresas de petróleo y otros negocios que agotan y envenenan los acuíferos, promueven la desertificación de vastas extensiones de áreas del globo terráqueo, destruyen los bosques pluviales que son los pulmones de la tierra, y crean muchos otros daños.
Wall Street sufrió directamente como resultado del huracán Sandy. Y los intereses capitalistas también han sufrido pérdidas debidas a las deslocalizaciones causadas por la tormenta. Esto puede causar que los patronos se preocupen y hagan una reevaluación. Pero no cuenten con ellos para combatir el cambio climático. Hay demasiadas ganancias envueltas. Parafraseando a P.J. Dunning, citado por Karl Marx en “El Capital”, decimos que para obtener una ganancia significativa el capitalista lo arriesgaría todo, incluso la muerte.
Medios de contaminación, medios de producción
El gobierno capitalista de la ciudad de Nueva York tiene archivos que contienen informes escritos desde hace mucho tiempo advirtiendo de la inminencia de una crisis tal como la actual causada por el huracán Sandy donde se pedían medidas a adoptar antes de que llegara la crisis. Estos informes fueron ignorados, así como las advertencias sobre Katrina fueron ignoradas durante años. Es una negligencia flagrante por parte de las autoridades capitalistas quienes a sabiendas no tomaron medidas preventivas que hubieran podido impedir el que esta crisis se convirtiera en algo tan grave.
Las fuerzas progresistas y revolucionarias deben ayudar a desarrollar demandas y luchas en los lugares afectados para reducir el sufrimiento de las masas del pueblo. Deberían incluir: restitución total y compensación, tanto por los daños ocasionados como por los salarios y puestos de trabajo perdidos; programas de empleos para la reconstrucción; y hacer que las compañías de seguros, los contaminadores depredadores, los bancos y el gobierno paguen las cuentas.
Como dijo un comentarista, refiriéndose a Sandy: ahora estamos teniendo cada dos años una tormenta de las que ocurre cada cien.
La única forma de reducir los desastres como los huracanes Sandy, Irene y Katrina es que los/as trabajadores/as tomen los medios de contaminación fuera de las manos de los contaminadores. Pero los medios de contaminación son realmente los medios de producción bajo el capitalismo. Llevará la destrucción del sistema de ganancias en sí para que se pueda proyectar una estrategia que pueda salvar el medioambiente al reestructurar la producción para que sirva a las necesidades del pueblo en vez de a la codicia por ganancias de los capitalistas. n
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