Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), ofreció una conferencia de prensa en La Habana, Cuba, el 6 de septiembre para anunciar el inicio de las negociaciones de paz con el gobierno colombiano.
Transmitido en vivo casi en su totalidad por CNNE (CNN en español), la conferencia ofreció una oportunidad única de ver y escuchar a los/as representantes de las FARC siendo tratados como lo que son – una fuerza beligerante que representa a las masas oprimidas de Colombia en su búsqueda por la paz con justicia social.
No hubo mención de palabras como “terroristas” o “narcoguerrilla” tan omnipresentes en los medios de comunicación comerciales. Estas son las etiquetas acuñadas por el Pentágono para describir los movimientos populares armados. Esta concesión en sí fue una victoria para la insurgencia colombiana.
Sin duda, el cambio verbal no fue porque el CNNE de repente se convirtió progresista y alteró su posición, tornándose más respetuoso con el ejército guerrillero. Lo que la cobertura de la conferencia hizo fue mostrar el trabajo incansable que la insurgencia ha llevado a cabo durante décadas, tratando de lograr la paz en el país.
Las FARC, una organización marxista-leninista, se vieron obligadas a abrir una guerra de guerrillas en 1964, cuando el ejército colombiano, equipado por Estados Unidos, bombardeó Marquetalia, una zona liberada en el sur, donde el grupo comunista se habían refugiado por los ataques anticomunistas desatados por el Estado.
En la rueda de prensa, el comandante Mauricio Jaramillo, dirigente de la delegación de las FARC, estaba acompañado por Ricardo Téllez, Andrés París, Aguilar Hermes, Sandra Ramírez y Marco León Calarcá. Ellos y ella habían estado en Cuba durante seis meses en conversaciones con representantes del gobierno colombiano.
Jaramillo comenzó la conferencia de prensa mostrando un video de Timoleón Jiménez, también conocido como Timochenko, el más alto comandante de las FARC. En su declaración, Jiménez agradeció a los gobiernos de Cuba, Noruega, Venezuela y Chile por su apoyo a las negociaciones. Hizo hincapié en el compromiso de las FARC con el proceso de paz, que puso en el contexto de la continua persecución por parte del Estado colombiano.
“Es claro para nosotros”, dijo Jiménez, que pese a las manifestaciones oficiales de paz, los alzados llegamos a este nuevo intento de reconciliación asediados, no sólo por el mismo embate militar desatado una década atrás, sino compelidos abiertamente mediante su acrecentamiento a recoger nuestras aspiraciones políticas y sociales a cambio de una miserable rendición y entrega. Pese a tales señales, las FARC-EP guardamos la sincera aspiración de que el régimen no intenta repetir la misma trama del pasado”.
El presidente Santos había declarado que su gobierno continuará las operaciones militares contra la insurgencia y no se declarará un alto al fuego. Dijo que sólo con la conclusión de las negociaciones se dará el fin del enfrentamiento.
Después de seis meses de intensas discusiones “exploratorias,” ambas partes firmaron el “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”. La segunda fase se abrirá por completo en Oslo, Noruega, el 8 de octubre y continuará en Cuba.
Agenda para las conversaciones
Los cinco puntos de discusión alcanzados por ambas partes son: 1) Política de desarrollo agrario integral, 2) Participación política, 3) Fin del conflicto, 4) Solución al problema de las Drogas Ilícitas y 5) Las víctimas (los derechos humanos y la búsqueda de la verdad).
Estas cuestiones básicas pero fundamentales están a la raíz del conflicto. Las FARC-EP han dejado claro que siempre han tratado de trabajar por la paz, pero por una que resuelva eficazmente los problemas que dieron origen al conflicto.
Por ejemplo, el primer punto “Desarrollo Agrario” plantea la posibilidad de una reforma agraria, algo crucial para el logro de justicia para el pueblo colombiano. Hay muchos intereses de terratenientes nacionales y particularmente transnacionales que se oponen a una reforma agraria seria que ayude a los/as campesinos/as y a los/as trabajadores/as agrícolas.
A pesar de todas las garantías verbales dadas por el gobierno colombiano para el éxito de estas negociaciones, las conversaciones son entre enemigos que todavía están en guerra. ¿Cuánta voluntad tiene el gobierno de Santos para llevar a cabo las negociaciones con seriedad? ¿De qué manera los intereses extranjeros y el imperialismo responderán? Hay muchos enemigos de este intento por la paz, incluyendo al ex presidente neofascista, Álvaro Uribe.
Un punto importante recalcado por las FARC fue que estas negociaciones no sólo conciernen los intereses del gobierno y la insurgencia, sino que requieren de un esfuerzo mucho más amplio que debe involucrar a todo el pueblo y a los movimientos en Colombia.
De hecho, un deber del movimiento progresista por todo el mundo es apoyar este proceso, una deuda pendiente al pueblo de Colombia. Y el primer paso mejor para mostrar ese apoyo es desenmascarar a los verdaderos enemigos de la paz y restablecer el nombre correcto de la insurgencia: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia — Ejército del Pueblo, y el Ejército de Liberación Nacional, ELN.
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