El complejo militar-industrial de los Estados Unidos triplicó sus ventas de armas el año pasado cuando vendió $66,3 mil millones en armamento al exterior en ese período de 12 meses. Esto fue casi el 78 por ciento de todas las ventas de armas en el mundo, las cuales subieron al nivel récord de $85,3 mil millones en 2011.
Estados Unidos claramente se mantuvo como el mayor proveedor de armas en el mundo, con casi todos los otros proveedores importantes viendo descensos en sus ventas durante el 2011, según el reporte anual al Congreso del Servicio de Investigaciones de esa misma institución. Estos otros proveedores son casi insignificantes comparados con EE.UU. Rusia, que fue la segunda más alta en ventas, solamente tuvo ventas de $4,8 mil millones.
Los traficantes de armas estadounidenses también continuaron dominando en términos del suministro de piezas de repuesto, en la capacitación y en la negociación de acuerdos para futuras entregas.
Washington genera un flujo constante de pedidos de actualizaciones, repuestos, municiones y servicios de apoyo de un año a otro, aun cuando no concluye grandes acuerdos para nuevos sistemas de armas, según el informe.
A EE.UU. le gusta a menudo pretender ser un “arsenal de la democracia” pero lo contrario es lo cierto. En 2011, más de $33,4 mil millones en ventas – o el 50 por ciento — fueron a Arabia Saudita, una monarquía absoluta que tiene uno de los regímenes más reaccionarios y represivos en el mundo. Bahréin, que ha llevado a cabo una feroz campaña en contra de sus propios/as ciudadanos/as, fue otro de los compradores más grandes. También lo fue Taiwán, reflejando la estrategia asiática del Pentágono y el Departamento Estatal que está diseñada para poner presión militar en China.
Todo esto no es nada nuevo. Durante mucho tiempo los Estados Unidos han sido el proveedor dominante de armas en el mundo, aún mientras muchos de sus líderes aceptaban premios Nobel por “la paz”. Henry Kissinger, el secretario de estado bajo la administración de Richard Nixon; el ex-presidente Jimmy Carter; y más recientemente, el presidente Barack Obama, todos ellos han sido recipientes. Cada administración no solamente ha involucrado a EE.UU. en guerras e intervenciones, sino que ha presidido sobre enormes ventas de armas al exterior.
Estas exportaciones de armas son una parte importante del complejo militar-industrial, el cual combina corporaciones estadounidenses, la economía estadounidense, y el sistema estadounidense militar y político en una mezcla nociva.
Ventas claves de armas estadounidenses en 2011 incluyeron:
• $33,4 mil millones con Arabia Saudita por 84 caza-bombarderos F-15 producidos por la Boeing Co. y docenas de helicópteros construidos por Boeing y Sikorsky Aircraft, una unidad de la United Technologies Corp.
• $3,49 mil millones por la Defensa Terminal de Área de Alta Altitud producida por Lockheed Martin Corp., un sistema avanzado de defensa contra misiles, vendido a los Emiratos Árabes Unidos, y $940 millones por 16 helicópteros Chinook producidos por la Boeing
• $1,4 mil millones por 18 caza-bombarderos F-15 hechos por Lockheed Martin
• $4.1 mil millones por un acuerdo con India para proveer 10 aviones de transporte C-17 producidos por la Boeing
• $2 mil millones por un pedido de Taiwán de baterías para el anti-misil Patriot.
Estas compañías también están entre los contribuyentes más grandes a los dos partidos capitalistas en los EE.UU. Los cinco fabricantes de armas más grandes en los EE.UU. dieron en conjunto $7,1 millones a las campañas presidenciales y congresistas hacia mediados de julio según data analizada por el U.S. News & World Report. De esa cantidad, $6,8 millones fueron a candidatos congresistas, con $4,2 millones donados a los Republicanos.
Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman, General Dynamics y Raytheon han dado $156,182 a la campaña de re-elección de Obama, y $116,101 a la de Mitt Romney, según el Centro para una Política Responsable. General Dynamics y Raytheon fueron los únicos de los “Cinco Grandes” que donaron más a la campaña de Romney. Raytheon tiene su sede en Massachusetts, de donde es Romney.
El pueblo pobre y trabajador que vive en EE.UU. y el que vive en los países que reciben cargamentos de armas estadounidenses no tienen nada que ganar permitiendo que sus gobiernos desvíen los recursos socialmente necesarios a estos mercaderes de la muerte.
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