Tres crisis del sistema capitalista: 1873, 1929 y 2007
Este artículo es la segunda parte de la introducción al libro, “El capitalismo en un callejón sin salida, Destrucción de empleo, sobreproducción y crisis en la era de la alta tecnología — un punto de vista Marxista”, por Fred Goldstein. Traducido por Manuel Talens y Atenea Acevedo. Revisado por MO.
¿De qué manera ocurrieron estas depresiones?
La Depresión Prolongada que había empezado en 1873 terminó solamente cuando condujo a la clase capitalista estadounidense hacia el imperialismo. Las fuerzas productivas y el sistema de ganancias habían superado el estrecho marco del Estado-nación capitalista. El desempleo en EE.UU. sólo se redujo con la denominada Guerra Hispanoamericana de 1898, que llevó a la conquista estadounidense de las Filipinas, Cuba y Puerto Rico y a la influencia en Asia y Latinoamérica. Este proceso sangriento fue el mismo que había llevado a los capitalistas europeos a la “lucha por África” en la década de 1880.
De igual modo, la Gran Depresión terminó al desarrollarse la Segunda Guerra Mundial cuando la industria se convirtió en producción para la guerra. En la posguerra, los medios de producción masiva, las infraestructuras y las viviendas destruidas tuvieron que ser reconstruidas.
La crisis actual, que se inició en diciembre de 2007, surgió de las mismas condiciones que precedieron a las dos crisis anteriores: el fenomenal crecimiento de las fuerzas de producción y un enorme aumento en la productividad de la clase trabajadora, esta vez plasmada de manera mucho más nítida en el surgimiento de la revolución científico-tecnológica y en la era digital.
Al igual que en las crisis anteriores, el sistema se ha visto superado por la sobreproducción capitalista. Las industrias fundamentales para el capitalismo y el empleo –del automóvil, de la vivienda, del acero y otras– se están contrayendo debido a que los mercados no pueden absorber la enorme producción. Los salarios disminuyen por todas partes y la desigualdad alcanza grados indescriptibles.
Aunque estamos en las primeras etapas del desarrollo de la crisis actual, el sistema capitalista al igual que en las dos grandes crisis anteriores, no puede reiniciarse a pesar de todos los esfuerzos de los bancos centrales y los gobiernos capitalistas.
Incluso si se observa un ligero repunte en la economía, el desempleo masivo ya no retrocede y en la mayoría de los casos sigue creciendo. El surgimiento de la “recuperación sin empleo” es una característica de la crisis actual, en la que el capitalismo está en un callejón sin salida.
Debido al extraordinario desarrollo de la globalización en la producción, el comercio y la banca y las finanzas, la crisis actual se está jugando en un escenario mucho más amplio que las anteriores.
La Depresión Prolongada y la Gran Depresión pusieron de manifiesto que el capitalismo había superado el estado nacional. Condujeron a la era del imperialismo, a la rivalidad inter-imperialista y a la guerra. De hecho, el auge del imperialismo significó que el capitalismo había entrado en una fase de crisis general, de la que nunca ha logrado salir. La actual crisis indica que el capitalismo ha crecido más que el propio planeta. Además, es una amenaza para el mantenimiento de la vida humana.
Al igual que en las crisis anteriores, conforme esta crisis se profundiza y se prolonga, la clase dominante está intensificando su intervención militar y agravando las tensiones mundiales. Aumenta su arsenal de destrucción. A finales de julio de 2012, Washington y la OTAN están tratando de derrocar al gobierno de Siria tras haber aniquilado al de Libia. La amenaza de guerra contra Irán sigue en aumento. El “reequilibrio” militar en el Pacífico y la coordinación militar más estrecha con el imperialismo japonés es una amenaza para China. Y las tensiones militares con Rusia han sido deliberadamente alimentadas con la construcción de sistemas de defensa de misiles.
Pero las opciones que se utilizaron para reactivar el sistema en crisis anteriores ahora se han reducido. La expansión imperialista había logrado diluir la lucha de clases en el país cuando la patronal utilizó parte de sus enormes beneficios para hacer concesiones a una capa superior de los/as trabajadores/as con el fin de mantener la paz entre las clases. Pero hoy, en la era de la producción globalizada, la competencia salarial planetaria significa la propagación en todas partes de los empleos de bajos salarios gracias a la revolución científico-tecnológica. Las tensiones de clase están aumentando en EE.UU., Europa y Japón. La era de las concesiones ha sido reemplazada por la de las revocaciones.
La maquinaria militar está ya muy desarrollada y es de alta tecnología. Por lo tanto, la opción de la movilización militar como estímulo económico para alimentar la economía ha disminuido en gran medida. Además, los billones de dólares inyectados por el Estado capitalista no han conseguido reactivar el sistema.
A medida que la clase dominante se queda sin opciones y avanza hacia la aventura militar y la reacción política, las medidas tradicionales de recuperación ya no podrán invertir la crisis. Eso hace que la situación sea históricamente favorable a la intervención de la clase obrera y de los/as oprimidos/as para resolver la crisis de manera revolucionaria.
El sistema de ganancias está entrando en una fase que sólo puede hacer retroceder a la humanidad. Las masas están llegando a un punto en que les resulta imposible continuar por el viejo camino, porque el capitalismo les bloquea todas las vías hacia la supervivencia. Este es el punto en que la humanidad sólo puede avanzar si limpia el camino hacia la sobrevivencia, lo cual significa nada menos que la destrucción del capitalismo mismo.