Resistamos las amenazas imperialistas de EE.UU. contra Irán
Por Sara Flounders
Crece el temor de que por un error de cálculo, una provocación deliberada o una operación de bandera falsa [Nota de la traducción: en jerga militar es cuando se ataca utilizando una bandera ajena para implicar al país adversario], se desate una guerra de Estados Unidos con Irán.
La peligrosa combinación de amenazas públicas por altos funcionarios estadounidenses, el masivo despliegue militar del Pentágono, los vuelos continuos de aviones no tripulados y el sabotaje industrial contra Irán, proporcionan una ominosa advertencia. Los medios de comunicación corporativos han estado más que dispuestos a vitorear sabotajes industriales, virus informáticos y asesinatos selectivos. Las maniobras de guerra con Israel, previstas para el 15 de enero de repente se pospusieron para mayo o más tarde.
El Congreso de Estados Unidos votó abrumadoramente para incluir disposiciones vinculantes en el Acta de Autorización para la Defensa Nacional y el presidente Obama firmó la legislación el 31 de diciembre ordenando el estrangulamiento económico de Irán. Estas disposiciones del AADN exigen que cualquier otro país del mundo se una a este bloqueo económico de Estados Unidos contra Irán o se verán sancionados por Estados Unidos. Esto en sí es un acto de guerra.
Irán ha acusado directamente a la CIA del asesinato el 11 de enero del físico Mostafa Ahmadi Roshan, el cual ha indignado a los/as iraníes. Roshan es el último de cuatro científicos asesinados selectivamente en dos años.
Estalle o no una guerra, es esencial echar un vistazo a las poderosas fuerzas que sientan las bases para esa conflagración.
Una guerra de EE.UU. podría matar a cientos de miles de iraníes y desestabilizar toda la región. Provocaría un alza descontrolada en los precios del petróleo y del gas, devastando las frágiles economías de los países más pobres y desestabilizando la zona europea que se encuentra cada vez más inestable.
Marxistas revolucionarios como Fidel Castro, líderes políticos de China y Rusia, y hasta un curtido general israelí se han unido a muchos comentaristas políticos para advertir que un ataque por Estados Unidos o un ataque coordinado con Israel contra Irán podrían convertirse rápidamente en una guerra mucho más amplia.
Mientras defiende su derecho soberano a desarrollar la autosuficiencia energética, Teherán ha hecho todo lo posible por desviar las acusaciones y amenazas de EE.UU. Irán se ha sometido a años de intrusas inspecciones de sus instalaciones de investigación e industria para confirmar su cumplimiento con el Tratado de No Proliferación Nuclear.
Pero Washington insiste en detener el desarrollo de Irán — y no sólo su desarrollo de energía nuclear, para asegurarse de que su futuro como productora de petróleo se debilite. Durante décadas, Irán se vio obligado a importar petróleo refinado. Washington ha intentado impedir que Irán importe repuestos para construir refinerías de petróleo, al igual que ha intentado detener todo el desarrollo de Irán desde la revolución de 1979.
El mito de que la guerra estimula
David Broder, corresponsal político del Washington Post durante 40 años y experto de los noticieros, describió en un artículo del 31 de octubre de 2010, cómo Obama podría abordar su debilitada situación cuando los republicanos barrieron con el Congreso. Argumentó que para arreglar la economía y recuperar su popularidad, la solución era obvia e inevitable: “Guerra con Irán”.
Broder ha tenido más de 400 apariciones en el programa de comentarios políticos “Meet the Press”. Ganó incluso un Premio Pulitzer. Se podía contar con Broder para que reflejara el pensamiento y los planes políticos de Washington. Sólo la máquina de guerra puede sacar a Estados Unidos del estancamiento económico, argumentaba Broder.
“Recordemos a FDR y la gran depresión”, escribió Broder. ¿”Qué es lo que finalmente resolvió esa crisis económica? La Segunda Guerra Mundial. [Un enfrentamiento con los mulás] ayudará políticamente [a Obama] porque el partido de la oposición le estará instándolo a hacer. Y mientras aumentan las tensiones y aceleramos los preparativos para la guerra, la economía mejorará”.
Tras la muerte de Broder en marzo, Obama le llamó “el más incisivo y respetado comentarista político de su generación”. (New York Times, 9 de marzo)
La declaración de Broder muestra una mentalidad absolutamente criminal. También muestra una ilusión peligrosa. Broder propuso tranquilamente el asesinato de decenas de miles de personas, la devastación de ciudades enteras, la destrucción de toda una cultura como una solución económica temporera para ganar una elección en Estados Unidos.
Otros comentaristas, igualmente argumentando fríamente con Broder decían que una guerra con Irán no sería lo suficiente porque todas las armas necesarias ya existen y están desplegadas. Por lo tanto, no resultaría en un aumento de pedidos militares. ¡Una guerra más grande sería necesaria para dar un empujón lo suficientemente grande!
En 1939, la revitalización de plantas cerradas en EE.UU. de acero, caucho y textiles por los pedidos del Gobierno para fabricar tanques, buques, jeeps, cascos, uniformes y chalecos de vida para vender en Europa, fue un gran estímulo. La entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial en 1941 proporcionó un enorme aumento en la capacidad productiva que sacó a la economía de Estados Unidos de una depresión económica de 10 años. Lo que funcionó como estímulo económico hace 70 años, antes de la existencia del gigantesco complejo militar-industrial de alta tecnología, ya pasó a la historia.
Hoy, Estados Unidos tiene una máquina militar y un presupuesto militar más grande que el del resto del mundo combinado, superior a 1 billón de dólares al año en gastos declarados y ocultos, incluso sin otra guerra. Está garantizado crecer a un ritmo del 5 al 10 por ciento al año. Esto está incorporado en las proyecciones del presupuesto del Pentágono incluso sin los excedentes de presupuestos.
El mundo no cederá a los mandatos de EE.UU.
Los planes de Washington de conquistar fácilmente Afganistán e Irak y establecer regímenes títeres estables quedaron frustrados. El plan estadounidense para una guerra económica en Irán también ha revelado las debilidades de EE.UU.
El secretario del tesoro Timothy Geithner inició una gira de naciones del Asia sudoriental a principios de enero para convencer a Corea del sur, China, India y Japón a que cortaran sus importaciones masivas de petróleo iraní y acataran las sanciones.
China y la India — ambas grandes economías — se negaron directamente. China compra un tercio de las exportaciones de petróleo de Irán.
La administración Obama dijo que Estados Unidos ofrecería a los países que soliciten una exención temporal, que continúen las compras de petróleo de Irán mientras estén haciendo otros arreglos. Un ministro de la India dijo que su país seguirá haciendo negocios con Irán. Corea del sur dijo que solicitaría una exención estadounidense porque planeaba aumentar las compras de petróleo de Irán.
Los oficiales japoneses, al reunirse con Geithner parecieron estar de acuerdo. Pero después de su partida, el ministro de relaciones exteriores Koichiro Gemba se retractó diciendo: “A Estados Unidos le gustaría imponer sanciones. Creemos que es necesario ser extremadamente cautelosos sobre este asunto”. (AFP, 13 de enero)
Rusia anunció que rechazará cumplir con las sanciones. También lo hizo el miembro de la OTAN, Turquía. La Unión Europea insistió en que se aplace por seis meses, debido al temor por las consecuencias económicas para los endeudados países de Italia, España y Grecia. El gobierno griego dijo que necesita al menos un año.
El petróleo crudo de Arabia Saudita requiere sustancialmente mayores costos de refinación al contener más azufre que el petróleo iraní el cual es más liviano. En un momento de recesión capitalista global, este costo añadido no es fácil de vender.
Hasta los leales colaboradores de EE.UU. están rechazando las exigencias de Washington. Pakistán, por ejemplo, se negó a abandonar un gasoducto para transportar gas natural iraní hacia Pakistán y en el futuro incluso hasta la India.
Todo esto serían buenas noticias. Pero el peligro es que el poder corporativo estadounidense viendo por todos lados su decreciente capacidad de imponer sus dictados, está cada vez más propenso a imponer soluciones militares.
Esta situación está agravada por los reveses de EE.UU. en Irak y Afganistán que han debilitado la dominación del sudoeste de Asia por la superpotencia estadounidense respecto a Irán. Cuanto más EE.UU. pierde su control sobre la región, más desesperado se puede poner el imperialismo y arriesgarlo todo en una loca aventura para recuperar su posición anterior.
Cada voz se debe levantarse en esta hora urgente contra las sanciones y la guerra.
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