Hambrientas y desempleadas, las masas populares tunecinas se rebelan
Por Abayomi Azikiwe Editor, Pan-African News Wire
Un levantamiento popular en el norteño estado africano de Túnez desde
mediados de diciembre ha forzado al exilio al presidente Zine El Abidine Ben
Ali, quien había dirigido el gobierno aliado del oeste durante 23
años. Ben Ali huyó el 14 de enero después de que decenas de
miles de trabajadores/as y jóvenes atacaran el Ministerio del Interior y
otros edificios gubernamentales en la capital de Túnez y en la ciudad de
Cartago.
Cuando un vendedor ambulante que fue atacado por la policía se inmoló
el 17 de diciembre, desató esta enorme lucha. Desafiando gases
lacrimógenos e incluso el fuego directo de las fuerzas de seguridad que
mató entre 50 y 100 personas, miles también se manifestaron en
decenas de ciudades provinciales de Túnez hasta derribar un jefe de estado
represivo.
La valentía del pueblo tunecino y su éxito en el primer paso de una
lucha continua ha despertado solidaridad y esperanza en todo el mundo. Esto ha
provocado protestas en países vecinos como Argelia y Egipto, donde los
altos precios y el desempleo han golpeado duro. También ha despertado
interés en Europa, donde un año de huelgas y protestas aún no ha
detenido los programas de “austeridad” destinados a privar a la
clase obrera de sus derechos.
Inicialmente, el primer ministro Mohamed Ghannouchi fue designado para suceder
a Ben Ali. Al día siguiente, sin embargo, el 15 de enero, el portavoz del
Parlamento sustituyó al ex jefe de Estado de este país de 10,4
millones de personas. Ese mismo día el Ejército tomó el
aeropuerto cerca de Túnez (capital) y luego se trasladó a la capital
en un intento por restaurar el control estatal en las calles.
Milicias sospechosas de estar vinculadas a Ben Ali han abierto fuego contra la
población y han peleado contra el ejército regular, según
algunos informes. Se han formado grupos populares de autodefensa para proteger
sus comunidades.
Nuevo gobierno inestable
Como el partido político de Ben Ali, la Asamblea Constitucional
Democrática (ACD) todavía estaba representado en el nuevo liderazgo,
esto inmediatamente generó críticas y protestas de las masas. Este
nuevo grupo anunció el 16 de enero que formaría un gobierno de unidad
nacional que incluiría la participación de representantes de partidos
de oposición, grupos profesionales y dirigentes sindicales.
Los funcionarios de la ACD invitaron a partidos moderados de oposición al
gobierno de coalición. Estos son el Partido Democrático Progresista y
el Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades. Ayman Mohyeldin
periodista de Al-Jazeera informó el 16 de enero “Sabemos que el
nuevo gobierno de unidad nacional contará con tres miembros de la
oposición. Se incluyen algunos tecnócratas, independientes y
economistas y algunos miembros del movimiento laboral y sindical. Algunos de
ellos están aún por acordar”.
Para el 18 de enero, los partidos políticos prohibidos por el régimen
de Ben Ali — los más fuertes en la oposición — estaban
excluidos del propuesto gobierno de unidad nacional.
Estos partidos incluyen el Hizr ut-Tahrir, una organización
pan-islámica formada en 1953 en Palestina y que tiene filiales en toda la
región; otro partido islámico, el Hizb al-Nahda o el Partido del
Renacimiento, que tiene cierto apoyo electoral dentro del país; y una
organización de izquierda, el Partido Comunista Obrero de Túnez
(PCOT), que surgió del movimiento estudiantil y se formó en 1986.
En una entrevista con Al Jazeera el 17 de enero, el líder del PCOT Hamma
Hammami, que había sido liberado de la cárcel el 14 de enero durante
el levantamiento popular, dijo: “Este es un gobierno nacional que no
tiene nada de nacional. Tiene la intención de conservar el antiguo
régimen en el poder con todas sus instituciones autoritarias. Por eso el
pueblo está tomando las calles con una nueva consigna ‘no queremos
la ACD’”.
La Unión General de Trabajadores de Túnez (UGTT) ha sido reprimida
durante las últimas dos décadas por el partido de la ACD. Sin
embargo, en los últimos tres años ha habido actividad sindical
independiente, especialmente en la cuenca minera de Gafsa, donde acciones
industriales han tenido lugar desde 2008.
Para el 18 de enero, tres líderes de partidos de la oposición en la
UGTT que habían aceptado puestos en el gobierno, renunciaron. Dos miembros
del gabinete que fueron dirigentes de la ACD renunciaron a ese partido. La
situación seguía siendo fluida.
Se dividen las fuerzas militares y de seguridad
Desde que comenzó la rebelión en Túnez, parece haber una
división entre los líderes dentro de las fuerzas de seguridad
presumiblemente más leales al derrocado presidente Ben Ali y el
ejército, encabezado por el general Rachid Ammar. El jefe de las fuerzas
de seguridad, Ali Seriati, fue detenido el 15 de enero al tratar de huir por la
frontera con Libia.
Hubo reportes al día siguiente de enfrentamientos armados frente al
palacio presidencial de Cartago entre los elementos aún leales a Ben Ali
por un lado, y el ejército regular en el otro. El ministro del interior,
Rafik Belhaj, que había sido relevado de sus funciones por Ben Ali a
principios de semana en un esfuerzo por calmar las protestas, se informó
que fue detenido.
Con el aumento de las tensiones entre militares y fuerzas de seguridad, el
pueblo se está armando para protegerse contra la violencia del Estado.
James Bay, corresponsal de Al-Jazeera informó que “Entre los
barricadas, encontramos grandes grupos de personas que tenían sus propias
armas de fabricación casera como hachas y barras de acero”.
¿Hacia dónde va Túnez y África del
Norte?
Los manifestantes dijeron el 17 de enero que querían más que la
salida de Ben Ali. Las demandas de los/as jóvenes y los/as trabajadores/as
se han centrado en la necesidad de empleos y el control de la inflación
causada por la crisis económica mundial. Ayesha Sabavala, editor adjunto
de The Economist Intelligence Unit en Londres, le dijo a Al-Jazeera: “Si
el gobierno interino no implementa rápidamente medidas para reducir el
nivel de desempleo y aumentar el nivel de vida, vamos a ver más de estas
protestas”.
Las manifestaciones del 14 y 15 de enero se centraron en el odiado Ministerio
del Interior y otros edificios gubernamentales. El nuevo gobierno provisional,
que sigue controlado por el partido gobernante ACD no estará dispuesto a
ceder el control de la policía y el ejército — el estado.
Tampoco los funcionarios en liderazgo del establecimiento político
renunciarán a sus puestos a menos que, como Ben Ali, no vean otra
alternativa cuando se enfrentan a una fuerza concertada, las masas populares
organizadas.
En la vecina Argelia, también han estado ocurriendo demostraciones desde
finales de diciembre. Cuatro jóvenes argelinos intentaron inmolarse en
llamas, al igual que una persona en Egipto y otra en Mauritania. Estos
acontecimientos en el África del norte repercuten en el imperialismo
estadounidense y francés, que han extendido su envolvimiento militar y
económico en la región en los últimos años.
El resultado de estos acontecimientos en Túnez y en la región
dependerá del grado de la organización y de la determinación
política de los/as trabajadores/as y de la juventud.
¿Rejuvenecerán las masas tunecinas la revolución
democrática nacional dentro del país con una orientación
antiimperialista? La historia anti-colonial y neocolonial tanto de Túnez
como de Argelia han abarcado tendencias izquierdistas que han operado dentro
del movimiento sindical y entre la juventud.
Washington se ha centrado en el norte de África en su llamada
“guerra contra el terrorismo”. Avances revolucionarios allí
pueden conducir a nuevas intervenciones militares y los/as activistas
antiimperialistas y en contra de la guerra aquí tendrán que oponerse
a la intervención imperialista. El resultado de estos acontecimientos en
la región significa mucho para la lucha internacional de la clase obrera
contra la creciente crisis económica a través del mundo.
A lo largo del año pasado los/as trabajadores/as europeos/as han llevado a
cabo manifestaciones masivas y huelgas generales para protestar contra
programas de austeridad relacionados con el empeoramiento de la crisis
económica mundial. En Portugal, Italia, Francia, España, Irlanda e
incluso Grecia, donde las manifestaciones y rebeliones han sido más
masivas y militantes, las acciones de los/as trabajadores/as y los/as
jóvenes aún no han detenido los programas de austeridad, y mucho
menos obligado a derrocar gobiernos.
Los sucesos en Túnez en el último mes han ido más lejos que
cualquier otra serie de manifestaciones y rebeliones contra la crisis del
capitalismo mundial en los países de Europa. Si bien la situación en
África del norte es más severa, los/as trabajadores/as y la juventud
en todos los estados capitalistas del mundo también se enfrentan a un alto
nivel de desempleo y creciente costo de vida.
El potencial de una toma del poder por los/as trabajadores/as o una
coalición de fuerzas progresistas con la participación fuerte y
decidida del proletariado, sería un monumental acontecimiento
político con implicaciones internacionales. Tal demostración de
organización revolucionaria y dirección política sentaría
un precedente para una respuesta general de la clase obrera internacional a la
actual crisis económica mundial.
Lecciones históricas
Como escribió el revolucionario ruso V.I. Lenin en una carta al
Comité Central del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia en
septiembre de 1917, antes de la exitosa toma del poder por los bolcheviques,
“Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en una
conjuración, no en un partido, sino en la clase más avanzada. Esto en
primer lugar”.
Lenin continúa diciendo que “La insurrección debe apoyarse en
el auge revolucionario del pueblo. Esto en segundo lugar. La insurrección
debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución
ascensional en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que
mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de
los amigos débiles, a medias, indecisos, de la revolución. Esto en
tercer lugar”.
Él entonces destaca que “Estas tres condiciones, previas al
planteamiento del problema de la insurrección, son las que precisamente
diferencian el marxismo del blanquismo [refiriéndose al revolucionario
francés que enfocaba la insurrección por un pequeño grupo].
Pero, si se dan estas condiciones, negarse a tratar la insurrección como
un arte equivale a traicionar el marxismo y a traicionar la
revolución”. (Lenin, “El Marxismo y la
insurrección”)
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