Mundo Obrero
PÁGINA PRINCIPAL : :  ARCHIVO : 2012 : 2011 : 2010 : 2009 : 2008 : 2007 : 2006 : 2005
Correspondencia sobre artículos en Workers World/Mundo Obrero pueden ser enviadas a:
[email protected]

Hambrientas y desempleadas, las masas populares tunecinas se rebelan

Un levantamiento popular en el norteño estado africano de Túnez desde mediados de diciembre ha forzado al exilio al presidente Zine El Abidine Ben Ali, quien había dirigido el gobierno aliado del oeste durante 23 años. Ben Ali huyó el 14 de enero después de que decenas de miles de trabajadores/as y jóvenes atacaran el Ministerio del Interior y otros edificios gubernamentales en la capital de Túnez y en la ciudad de Cartago.

Cuando un vendedor ambulante que fue atacado por la policía se inmoló el 17 de diciembre, desató esta enorme lucha. Desafiando gases lacrimógenos e incluso el fuego directo de las fuerzas de seguridad que mató entre 50 y 100 personas, miles también se manifestaron en decenas de ciudades provinciales de Túnez hasta derribar un jefe de estado represivo.

La valentía del pueblo tunecino y su éxito en el primer paso de una lucha continua ha despertado solidaridad y esperanza en todo el mundo. Esto ha provocado protestas en países vecinos como Argelia y Egipto, donde los altos precios y el desempleo han golpeado duro. También ha despertado interés en Europa, donde un año de huelgas y protestas aún no ha detenido los programas de “austeridad” destinados a privar a la clase obrera de sus derechos.

Inicialmente, el primer ministro Mohamed Ghannouchi fue designado para suceder a Ben Ali. Al día siguiente, sin embargo, el 15 de enero, el portavoz del Parlamento sustituyó al ex jefe de Estado de este país de 10,4 millones de personas. Ese mismo día el Ejército tomó el aeropuerto cerca de Túnez (capital) y luego se trasladó a la capital en un intento por restaurar el control estatal en las calles.

Milicias sospechosas de estar vinculadas a Ben Ali han abierto fuego contra la población y han peleado contra el ejército regular, según algunos informes. Se han formado grupos populares de autodefensa para proteger sus comunidades.

Nuevo gobierno inestable

Como el partido político de Ben Ali, la Asamblea Constitucional Democrática (ACD) todavía estaba representado en el nuevo liderazgo, esto inmediatamente generó críticas y protestas de las masas. Este nuevo grupo anunció el 16 de enero que formaría un gobierno de unidad nacional que incluiría la participación de representantes de partidos de oposición, grupos profesionales y dirigentes sindicales.

Los funcionarios de la ACD invitaron a partidos moderados de oposición al gobierno de coalición. Estos son el Partido Democrático Progresista y el Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades. Ayman Mohyeldin periodista de Al-Jazeera informó el 16 de enero “Sabemos que el nuevo gobierno de unidad nacional contará con tres miembros de la oposición. Se incluyen algunos tecnócratas, independientes y economistas y algunos miembros del movimiento laboral y sindical. Algunos de ellos están aún por acordar”.

Para el 18 de enero, los partidos políticos prohibidos por el régimen de Ben Ali — los más fuertes en la oposición — estaban excluidos del propuesto gobierno de unidad nacional.

Estos partidos incluyen el Hizr ut-Tahrir, una organización pan-islámica formada en 1953 en Palestina y que tiene filiales en toda la región; otro partido islámico, el Hizb al-Nahda o el Partido del Renacimiento, que tiene cierto apoyo electoral dentro del país; y una organización de izquierda, el Partido Comunista Obrero de Túnez (PCOT), que surgió del movimiento estudiantil y se formó en 1986.

En una entrevista con Al Jazeera el 17 de enero, el líder del PCOT Hamma Hammami, que había sido liberado de la cárcel el 14 de enero durante el levantamiento popular, dijo: “Este es un gobierno nacional que no tiene nada de nacional. Tiene la intención de conservar el antiguo régimen en el poder con todas sus instituciones autoritarias. Por eso el pueblo está tomando las calles con una nueva consigna ‘no queremos la ACD’”.

La Unión General de Trabajadores de Túnez (UGTT) ha sido reprimida durante las últimas dos décadas por el partido de la ACD. Sin embargo, en los últimos tres años ha habido actividad sindical independiente, especialmente en la cuenca minera de Gafsa, donde acciones industriales han tenido lugar desde 2008.

Para el 18 de enero, tres líderes de partidos de la oposición en la UGTT que habían aceptado puestos en el gobierno, renunciaron. Dos miembros del gabinete que fueron dirigentes de la ACD renunciaron a ese partido. La situación seguía siendo fluida.

Se dividen las fuerzas militares y de seguridad

Desde que comenzó la rebelión en Túnez, parece haber una división entre los líderes dentro de las fuerzas de seguridad presumiblemente más leales al derrocado presidente Ben Ali y el ejército, encabezado por el general Rachid Ammar. El jefe de las fuerzas de seguridad, Ali Seriati, fue detenido el 15 de enero al tratar de huir por la frontera con Libia.

Hubo reportes al día siguiente de enfrentamientos armados frente al palacio presidencial de Cartago entre los elementos aún leales a Ben Ali por un lado, y el ejército regular en el otro. El ministro del interior, Rafik Belhaj, que había sido relevado de sus funciones por Ben Ali a principios de semana en un esfuerzo por calmar las protestas, se informó que fue detenido.

Con el aumento de las tensiones entre militares y fuerzas de seguridad, el pueblo se está armando para protegerse contra la violencia del Estado. James Bay, corresponsal de Al-Jazeera informó que “Entre los barricadas, encontramos grandes grupos de personas que tenían sus propias armas de fabricación casera como hachas y barras de acero”.

¿Hacia dónde va Túnez y África del Norte?

Los manifestantes dijeron el 17 de enero que querían más que la salida de Ben Ali. Las demandas de los/as jóvenes y los/as trabajadores/as se han centrado en la necesidad de empleos y el control de la inflación causada por la crisis económica mundial. Ayesha Sabavala, editor adjunto de The Economist Intelligence Unit en Londres, le dijo a Al-Jazeera: “Si el gobierno interino no implementa rápidamente medidas para reducir el nivel de desempleo y aumentar el nivel de vida, vamos a ver más de estas protestas”.

Las manifestaciones del 14 y 15 de enero se centraron en el odiado Ministerio del Interior y otros edificios gubernamentales. El nuevo gobierno provisional, que sigue controlado por el partido gobernante ACD no estará dispuesto a ceder el control de la policía y el ejército — el estado. Tampoco los funcionarios en liderazgo del establecimiento político renunciarán a sus puestos a menos que, como Ben Ali, no vean otra alternativa cuando se enfrentan a una fuerza concertada, las masas populares organizadas.

En la vecina Argelia, también han estado ocurriendo demostraciones desde finales de diciembre. Cuatro jóvenes argelinos intentaron inmolarse en llamas, al igual que una persona en Egipto y otra en Mauritania. Estos acontecimientos en el África del norte repercuten en el imperialismo estadounidense y francés, que han extendido su envolvimiento militar y económico en la región en los últimos años.

El resultado de estos acontecimientos en Túnez y en la región dependerá del grado de la organización y de la determinación política de los/as trabajadores/as y de la juventud. ¿Rejuvenecerán las masas tunecinas la revolución democrática nacional dentro del país con una orientación antiimperialista? La historia anti-colonial y neocolonial tanto de Túnez como de Argelia han abarcado tendencias izquierdistas que han operado dentro del movimiento sindical y entre la juventud.

Washington se ha centrado en el norte de África en su llamada “guerra contra el terrorismo”. Avances revolucionarios allí pueden conducir a nuevas intervenciones militares y los/as activistas antiimperialistas y en contra de la guerra aquí tendrán que oponerse a la intervención imperialista. El resultado de estos acontecimientos en la región significa mucho para la lucha internacional de la clase obrera contra la creciente crisis económica a través del mundo.

A lo largo del año pasado los/as trabajadores/as europeos/as han llevado a cabo manifestaciones masivas y huelgas generales para protestar contra programas de austeridad relacionados con el empeoramiento de la crisis económica mundial. En Portugal, Italia, Francia, España, Irlanda e incluso Grecia, donde las manifestaciones y rebeliones han sido más masivas y militantes, las acciones de los/as trabajadores/as y los/as jóvenes aún no han detenido los programas de austeridad, y mucho menos obligado a derrocar gobiernos.

Los sucesos en Túnez en el último mes han ido más lejos que cualquier otra serie de manifestaciones y rebeliones contra la crisis del capitalismo mundial en los países de Europa. Si bien la situación en África del norte es más severa, los/as trabajadores/as y la juventud en todos los estados capitalistas del mundo también se enfrentan a un alto nivel de desempleo y creciente costo de vida.

El potencial de una toma del poder por los/as trabajadores/as o una coalición de fuerzas progresistas con la participación fuerte y decidida del proletariado, sería un monumental acontecimiento político con implicaciones internacionales. Tal demostración de organización revolucionaria y dirección política sentaría un precedente para una respuesta general de la clase obrera internacional a la actual crisis económica mundial.

Lecciones históricas

Como escribió el revolucionario ruso V.I. Lenin en una carta al Comité Central del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia en septiembre de 1917, antes de la exitosa toma del poder por los bolcheviques, “Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en una conjuración, no en un partido, sino en la clase más avanzada. Esto en primer lugar”.

Lenin continúa diciendo que “La insurrección debe apoyarse en el auge revolucionario del pueblo. Esto en segundo lugar. La insurrección debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución ascensional en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, a medias, indecisos, de la revolución. Esto en tercer lugar”.

Él entonces destaca que “Estas tres condiciones, previas al planteamiento del problema de la insurrección, son las que precisamente diferencian el marxismo del blanquismo [refiriéndose al revolucionario francés que enfocaba la insurrección por un pequeño grupo]. Pero, si se dan estas condiciones, negarse a tratar la insurrección como un arte equivale a traicionar el marxismo y a traicionar la revolución”. (Lenin, “El Marxismo y la insurrección”)


: :  MUNDO OBRERO : :  NOTICIAS EN INGLES  : :