¿Se repite la farsa?
En abril de 2010, la cámara de representantes de los EE.UU.
aprobó el proyecto HR 2499, conocido irónicamente como “la ley
de democracia de Puerto Rico de 2010”, un plebiscito que en palabras del
mismo Congreso según su sitio web, “proveerá un proceso para la
autodeterminación del pueblo de Puerto Rico, sancionado por el sistema
federal”. (www.gpo.gov)
Este fue presentado por el representante (con voz pero sin voto) de la
colonia en el Congreso de los EE.UU., Pedro Pierluisi. Él es Comisionado
Residente de Puerto Rico en Washington, bajo la administración
pro-estadidad del gobernador Luis Fortuño, en cuyo nombre el proyecto de
ley fue presentado. Sumando a las contradicciones y falsedades de la
situación colonial, el gobernador Fortuño pertenece al ala derecha
del Partido Republicano en los EE.UU. y al PNP (Partido Nuevo Progresista) en
la isla, mientras que su representante en el Congreso de los EE.UU., el
Comisionado Residente, es del PNP en la isla, pero miembro del Partido
Demócrata en los EE.UU.
Se han realizado muchos plebiscitos y referendos sobre el estatus en Puerto
Rico, pero esta es la primera vez que el Gobierno de la isla busca la
aprobación formal de su amo en el imperio, pues este plebiscito, de ser
aprobado en el Senado, legalmente autorizará a P.R. a realizar un
plebiscito. ¡Qué prueba de la situación colonial!
Aunque las fuerzas pro independencia en la isla están muy claras sobre
esta farsa, hay algunas dudas en la mente de algunas personas. Con el fin de
responder a estas dudas, el patriota puertorriqueño y ex preso
político Rafael Cancel Miranda escribió el 21 de junio la carta
abierta a continuación titulada ¿Se repite la farsa?
En estos días me preguntó un reportero acerca de un llamado
plebiscito sobre el futuro de Puerto Rico en el cual podrían participar
los extranjeros que juren ciudadanía, pero no así los
puertorriqueños que residen fuera de Puerto Rico.
Respondí que cualquier plebiscito en la colonia sería ilegal y
fraudulento pues el poder colonial y sus serviles controlan la vida
sociopolítica, económica y hasta síquica del pueblo
puertorriqueño. Y, además, ¿de qué ciudadanía hablan?
¿Qué ciudadanía juraría un extranjero? ¿La
puertorriqueña o la estadounidense? Ya sabemos de qué lado
estarían esos extranjeros y por qué. La ciudadanía
estadounidense de por sí constituye una ciudadanía extranjera
ilegalmente impuesta en Puerto Rico. Por otra parte, los puertorriqueños,
no importa dónde se encuentren, siguen siendo puertorriqueños.
En 1952 el gobierno de Estados Unidos intentó engañar al mundo con un
supuesto “plebiscito” para la creación del llamado ELA.
Declararon en ese entonces que por virtud de ese “plebiscito”
Puerto Rico había dejado de ser colonia. Ya casi 60 años
después, todos saben que aquello fue un engaño pues los mismos
comités nombrados por la Casa Blanca han afirmado que Puerto Rico sigue
siendo una colonia, confirmando así lo que Lolita Lebrón, Andrés
Figueroa Cordero, Irvin Flores Rodríguez y yo fuimos a denunciar en el
Congreso de Washington, D.C. el 1 de marzo de 1954. Podríamos ampliar,
pero no lo haré. Simplemente diré que los yanquis no hicieron
ningún plebiscito en 1898 para invadirnos. ¿Por qué
tendrían que hacerlo para irse? Es la misma treta, con las mismas
palabras, para justificar ante el mundo el coloniaje al que nos tienen
sometidos. Muchos puertorriqueños fueron engañados en 1952. No
caigamos en la misma trampa. Además, el derecho de los pueblos a su
independencia no es cuestión de tanto más cuanto, y solo los libres
pueden votar libremente. No hay poder que pueda alterar esa verdad.
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