Editorial de WW/MO:
Obama evade la crisis
Los 25 millones a 30 millones de desempleados/as o subempleados/as en EEUU que
quizás escucharon el discurso del Presidente Barack Obama sobre “El
estado de la Unión” no pudieron encontrar ni siquiera una sola
palabra de alivio. Lo mismo se puede decir sobre las millones de personas que
enfrentan ejecuciones hipotecarias al igual que las 47 millones que viven
oficialmente en la pobreza.
Lo que sí escucharon fue un llamado a bajar la tasa de impuestos
corporativos por primera vez en 25 años. Obama también propuso una
suspensión de cinco años en gastos domésticos para poder hacer
“recortes dolorosos”. Sugirió recortes en Medicaid y Medicare
para solucionar el problema del déficit. Glorificó el programa
“Race to the Top” (Carrera hacia la cumbre), el cual es un plan
para privatizar el sistema de educación y destruir los sindicatos de
maestros/as.
Obama insinuó la posibilidad de empleos futuros basados en planes futuros
de desarrollar ferrocarriles de alta velocidad, internet de alta velocidad,
tecnología biomédica, y más investigación y desarrollo,
pero no dijo ni una sola palabra sobre un programa concreto de empleos ni
cualquier otra forma de alivio para las masas cuyo sufrimiento aumenta.
El presidente evocó el período después de 1957, cuando la
Unión Soviética lanzó el Sputnik, el primer satélite
espacial del mundo. La administración de Eisenhower, el Pentágono y
la clase dominante estuvieron en un estado de pánico total sobre la
posibilidad de quedarse detrás de la Unión Soviética socialista
respecto a la tecnología. Lo que siguió fue una inversión masiva
en la educación estadounidense, especialmente en las ciencias y
matemáticas. Fue subvencionado por el gobierno y resultó en el
comienzo de la revolución científico-tecnológica.
Obama mencionó la situación presente, refiriéndose a China, que
tiene en la actualidad la red de ferrocarriles de alta velocidad más larga
en el mundo y la computadora más poderosa del mundo, y a otros países
que también se han adaptado al nuevo período tecnológico, en
perjuicio de los Estados Unidos. Básicamente la echó la culpa a
China, a India y a otros países por la crisis de empleos aquí.
Llamó éste “nuestro momento de Sputnik” y visualizó
una nueva revolución científico-tecnológica para enfrentarse con
el desafío a los negocios estadounidenses y crear empleos. Quiere
“hacer de América el mejor lugar en la tierra para hacer
negocios”.
Pero temprano en su discurso él inadvertidamente contradijo su argumento
fundamental. Recordó a la audiencia que hubo una vez cuando los/as
trabajadores/as aquí podían conseguir buenos empleos con buenos
beneficios de por vida. Luego, brutalmente les recordó que “las
reglas han cambiado”. La tecnología ha transformado la
situación. “Las plantas siderúrgicas que en aquel tiempo
necesitaban 1.000 trabajadores ahora pueden hacer el mismo trabajo con
100”.
En otras palabras, la revolución científico-tecnológica del
pasado ha resultado en un enorme aumento en el proceso de producción y en
una reducción semejante en la necesidad de mano de obra por el capital.
Esto es lo que está detrás de la actual recuperación sin
empleos, del desempleo masivo y de la crisis económica del
capitalismo.
Los planes de Obama de invertir en ferrocarriles de alta velocidad, internet de
alta velocidad, energía verde, etc., son en industrias todas de alta
tecnología que no pueden proveer empleos para las decenas de millones de
desempleados/as. El avance de la tecnología es lo que está impulsando
al capitalismo hacia un callejón sin salida y hacia más crisis.
Los dueños están todavía guardando $2 billones (millones de
millones) en efectivo a causa de la sobreproducción capitalista, dinero
que rechazan invertir en producción porque no pueden sacar ganancias al no
tener un mercado para sus productos. Ni Obama ni la clase dominante tienen una
respuesta a esta contradicción fundamental. Solamente la lucha de la clase
trabajadora para eliminar el sistema capitalista puede superar esta crisis de
largo plazo para los/as trabajadores/as.
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