El legado de Martin Luther King y los nuevos ataques contra trabajadores/as y oprimidos/as
Por Azikiwe Abayomi Editor, Pan-African News Wire
El Dr. Martin Luther King Jr., activista por los derechos civiles, justicia
social y por la paz que fue asesinado el 4 de abril de 1968, nació el 15
de enero hace 82 años. Desde el 1986, el cumpleaños del Dr. King ha
sido una conmemoración federal el tercer lunes de enero. Este año ese
día festivo cayó el 17 de enero.
El reconocimiento del cumpleaños del Dr. King como día festivo
federal fue el resultado de casi dos décadas de lucha por líderes
políticos afro-americanos y artistas. Llevaron a cabo manifestaciones
masivas en este día todos los años y promovieron una legislación
en el Congreso estadounidense que finalmente fue aprobada, incluso bajo el
gobierno de derecha de Ronald Reagan. Hoy en día las oficinas federales,
estatales y locales, así como los bancos y muchas instituciones educativas
están cerradas, y literalmente, miles de conmemoraciones se celebran en
todo los Estados Unidos.
En el 2011, el día de Martin Luther King se da en un momento en que todo
por lo que el Dr. King y el movimiento pro derechos civiles lucharon durante
los años 1950 y 1960, se encuentra bajo ataque por Wall Street y sus
agentes en la administración y el Congreso. La propaganda de la clase
dominante que se transmite diariamente a través de los medios corporativos
sancionados por el gobierno, está específicamente diseñada para
reforzar las condiciones actuales de explotación y opresión contra la
clase obrera en general.
Se está llevando a cabo una nueva ronda de ataques que busca culpar de los
crecientes déficits presupuestarios en numerosos estados y ciudades
impactando los beneficios de los/as empleados/as del sector público, de
los/as desempleados/as y de los pobres; beneficios que han sido arduamente
ganados. Las elecciones de 2010 fueron ideológicamente manipuladas para
que una agenda social reaccionaria fuera la prioridad para el actual Congreso y
las legislaturas estatales en todo el país.
Por lo menos durante dos décadas y media, los despidos masivos, las
reducciones salariales y los recortes en beneficios han hecho estragos en
los/as trabajadores/as del sector privado. Utilizando la misma
metodología, la clase dominante ahora se ha dirigido al sector
público. Los principales voceros de la clase dominante, tanto dentro como
fuera del gobierno, están abiertamente demandando la eliminación del
derecho a la huelga de los/as maestros/as y otros/as empleados/as
públicos/as, reducciones drásticas en los salarios y beneficios, la
incautación de los fondos de pensiones municipales y estatales por Wall
Street, y la erradicación completa de los derechos de negociación
colectiva para los/as funcionarios/as públicos/as, allí donde
todavía existen.
La clase obrera debe afrontar este desafío político y construir
alianzas más amplias para impulsar su propio programa para exigir
trabajos, seguridad laboral y beneficios; moratorias sobre las ejecuciones
hipotecarias, desalojos y cortes de servicios públicos, y el fin del
presupuesto del Pentágono y el rescate de los bancos, los cuales cada
año drenan billones de dólares de las arcas nacionales.
Lecciones del 1968: Dr. King y la lucha contra la pobreza, la
guerra y el racismo
Cada año, los medios corporativos deliberadamente ignoran o distorsionan
el papel fundamental de los movimientos pro derechos civiles y del Poder Negro
en el período antes y después del asesinato del Dr. King. Aunque King
y otros/as líderes carismáticos/as fueron importantes en la lucha
para terminar con la segregación y ganar el sufragio universal y programas
de acción afirmativa, fue la participación de millones de afro
americanos/as, latinos/as, mujeres, jóvenes y trabajadores/as conscientes,
lo que constituyó el factor decisivo para obtener los logros de ese
período.
En la primavera del 1967, el Dr. King y la Conferencia del Liderazgo Cristiano
del Sur se pronunciaron decisivamente en contra de la ocupación militar de
EEUU en Vietnam. Al adoptar esta posición contra la guerra, la CLCS
vinculó la guerra en Vietnam con el fracaso de EEUU para abordar
adecuadamente los problemas de pobreza, desempleo, discriminación nacional
y opresión.
El Comité Coordinador Estudiantil Pacífico había adoptado una
posición clara en contra de la guerra de Vietnam en enero de 1966. En
junio, durante la “Marcha Contra el Miedo” a través de
Mississippi, la consigna “Poder Negro” había avanzado. Estos
acontecimientos coincidieron con una creciente rebelión en las comunidades
afro-americanas y puertorriqueñas en todo el país.
La posición de King sobre la guerra de Vietnam sirvió de base para
una mayor unidad entre el Poder Negro y los movimientos por los derechos
civiles y anti guerra de la época. Además de la posición de King
contra la guerra, la CLCS había identificado la necesidad de erradicar la
pobreza en los Estados Unidos como prerrequisito para la creación de una
sociedad realmente democrática e igualitaria.
En febrero de 1968 los trabajadores del saneamiento en Memphis, Tennessee, que
eran casi todos negros, se declararon en huelga para exigir el reconocimiento y
el derecho a la negociación colectiva a través de la Federación
Americana de Empleados del Estado, del Condado y del Municipio. La
administración racista del alcalde Henry Loeb se negó a negociar con
los trabajadores, y se estableció un comité de apoyo a la huelga
dirigido por James Lawson, un veterano organizador por los derechos
civiles.
King fue invitado a Memphis para hablar en una asamblea de la comunidad el 18
de marzo donde 13.000 personas se reunieron para escucharlo. Llamó a una
huelga general en Memphis para forzar a la administración municipal a
reconocer a los trabajadores de saneamiento.
El 28 de marzo, el día de la huelga general, la policía se
amotinó y atacó una manifestación masiva en el centro de
Memphis. La administración municipal disparó, matando a un joven
afro-americano de 14 años y declaró un estado de emergencia, llamando
a la Guardia Nacional para suprimir las manifestaciones y la huelga de los
trabajadores de saneamiento.
Tres días después, el 31 de marzo, Dr. King pronunció un
importante discurso en la Catedral Nacional en Washington, D.C. Dijo “No
se puede negar el hecho de que una gran revolución está teniendo
lugar en el mundo hoy en día. En un sentido es una revolución triple:
es decir, una revolución tecnológica con el impacto de la
automatización y los adelantos cibernéticos; también hay una
revolución de armamentos, con el surgimiento de armas de guerra
atómicas y nucleares”. (“Testamento de esperanza”,
1991)
King continuó diciendo: “Entonces [también] hay una
revolución de derechos humanos, con la explosión de liberación
que está teniendo lugar por todas partes del mundo. Sí, vivimos en
una época en que están teniendo lugar cambios y hay todavía la
voz que grita a través del tiempo diciendo, ‘Mirad, yo hago nuevas
todas las cosas, las cosas antiguas desaparecen’”.
A continuación, King hizo hincapié en la necesidad de una visión
global de los acontecimientos durante el periodo: “Primero, tenemos el
desafío de desarrollar una perspectiva mundial. Ningún individuo
puede vivir solo, ninguna nación puede vivir sola, y cualquier persona que
crea que puede vivir sola, está durmiendo mientras acontece una
revolución. El mundo en que vivimos es geográficamente uno solo. El
reto que enfrentamos hoy es hacerlo uno en términos de
hermandad”.
Después del asesinato del Dr. King, brotaron rebeliones y manifestaciones
masivas por todo Estados Unidos. En Washington, D.C., miles de tropas federales
fueron despachadas para resguardar la Casa Blanca y el Capitolio.
Aunque la Campaña de los Pobres iniciada por la CLCS tuvo lugar unas
semanas después y cientos de trabajadores/as marginados/as de todas las
nacionalidades acamparon en Washington exigiendo ayuda inmediata al Congreso de
los Estados Unidos, el esfuerzo fue frustrado y eventualmente destruido por el
gobierno federal.
Las rebeliones continuaron en ciudades y recintos universitarios durante el
verano y el otoño de 1968. En Detroit, trabajadores/as afro-americanos/as
formaron el Movimiento Revolucionario del Sindicato de Dodge, el cual se
envolvió en huelgas “wildcat” (no autorizadas por la
dirección del sindicato) contra los patronos racistas.
En la Universidad Estatal de San Francisco y en otros recintos alrededor del
país, estudiantes afro-americanos/as y sus aliados/as cerraron las
universidades, demandando programas de Estudios Étnicos Negros y otros
esfuerzos para hacer los estudios académicos relevantes a la
situación de la gente oprimida en los Estados Unidos. En la Universidad
Estatal de Wayne en Detroit, estudiantes afro-americanos/as tomaron control del
periódico del recinto de South End, haciéndolo un órgano
revolucionario que fue repartido al pueblo en las comunidades, en escuelas
secundarias y en las entradas de las fábricas.
Retos para la clase trabajadora y oprimida de hoy
La clase dominante tomó ventaja de la crisis económica causada por la
sobreproducción capitalista, la cual ha resultado en un desempleo masivo y
una pobreza creciente para intensificar la represión política y los
ataques contra los sueldos y beneficios de los/as trabajadores/as. La
posición estratégica de los/as trabajadores/as afro-americanos/as
dentro de la industria y las zonas urbanas se ha debilitado con la
globalización del capital y la reducción sistemática de los
sueldos y el nivel de vida entre los/as oprimidos/as y la clase trabajadora en
general.
Hoy, se ha forzado al pueblo oprimido y a los/as trabajadores/as a una
posición defensiva. Hay más ataques proyectados contra todos los
sectores de la clase trabajadora, especialmente donde los/as trabajadores/as
pudieron conquistar empleos en el sector público, derechos de
educación y otros beneficios sociales. La reestructuración del
capital por la clase dominante, sin una lucha monumental, inevitablemente
resultará en millones más lanzados al desempleo y la pobreza.
A los/as trabajadores/as y oprimidos/as no les queda más remedio que
formar alianzas más amplias para luchar contra el sistema de capitalismo
de bajos salarios. Este es un periodo crítico y la cuestión de los/as
trabajadores/as con salarios bajos debe ser específicamente discutida para
contrarrestar la propaganda de la clase dominante que dice que no tienen nada
en común con sectores del proletariado que tienen seguros de salud, unos
pocos días de vacaciones y pensiones — todo lo cual está
amenazado y puede terminar incautado por los bancos.
Si los sindicatos del sector público fueran destrozados, esto
proveería aun más oportunidades a la clase dominante de explotar y
reprimir más a todos/as los/as trabajadores/as y oprimidos/as. Si se sigue
permitiendo la continuación de todas las guerras de ocupación contra
los pueblos del mundo, los/as jóvenes oprimidos/as y de la clase
trabajadora estarán aun más condenados/as al estrago del
Pentágono y el complejo prisión/industrial.
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