¿Está México volviéndose otro Egipto?
Por Teresa Gutiérrez
El presidente Barack Obama y el presidente ilegítimo de México,
Felipe Calderón Hinojosa se reunieron el 3 de marzo en la Casa Blanca y
anunciaron planes para seguir trabajando juntos.
En concreto, los dos presidentes, según el New York Times, anunció un
“gran avance en una enconada disputa comercial” acerca de camiones
mexicanos que operan en territorio de EEUU. Después de una larga disputa,
una donde el sindicato de los choferes de camiones (Teamsters) lucharon contra
el uso de camiones mexicanos en las carreteras de EEUU, Obama dijo que
comenzaría un plan de transporte transfronterizo.
Más importantemente, Obama elogió los esfuerzos de Calderón en
la lucha contra la droga que hace noticia en EEUU casi diariamente.
Desde que Calderón se robó la elección presidencial en 2006, la
narcoguerra en México ha cobrado más de 35.000 vidas mexicanas. Se ha
convertido en una guerra contra el pueblo, no una guerra para detener las
drogas.
México se ha vuelto ominosamente cada vez más militarizado y las
protestas se han penalizado cada vez más. Vidas inocentes se han perdido.
El gobierno mexicano ha utilizado la industria del narcotráfico para
aterrorizar al pueblo, atacar a activistas políticos y tratar de infundir
miedo y terror entre las masas.
Sin embargo, el presidente Obama no dijo ni una sola palabra acerca de la
situación real que atraviesa México. En cambio, autorizó la
entrega de más dinero — robado al pueblo de este país —
al gobierno de México bajo la Iniciativa Mérida, un acuerdo que forma
parte del Tratado de Libre Comercio, conocido como TLC.
Por ejemplo, Obama anunció que EEUU acelerará la entrega de equipos
militares, así como el entrenamiento que Washington había prometido a
México bajo la Iniciativa Mérida.
Guerra contra las drogas es parte de un intenso plan imperialista
La cobertura en los medios de comunicación de EEUU de la reunión del
3 de marzo se refiere a las tensiones entre los dos países. Esta
caracterización es engañosa y distorsiona la realidad: Calderón
está totalmente en manos del imperialismo estadounidense.
Cualquier publicidad sobre una desavenencia entre los dos gobiernos tiene la
intención de disfrazar el creciente intento por el imperialismo
estadounidense de dominar a México. También tiene el propósito
de aparentar respetar la resistencia que el pueblo mexicano ha mostrado frente
al control estadounidense desde hace siglos.
El plan EEUU-Calderón para usar la llamada guerra contra las drogas para
facilitar el control estadounidense de México se está haciendo
más ominoso. James Cockcroft, autor de varios libros sobre México y
Latinoamérica, lleva esta complicidad entre imperialismo y la
burguesía mexicana aún más allá. Cockcroft escribe:
“Algunos describen a Calderón como ‘la figura más visible
de la mafia’ que está tratando de crear un estado policíaco
militar. Esto incluye la participación de los capos [líderes de las
organizaciones dedicadas a las drogas] en la administración de la
sociedad, no como un estado paralelo ni como un estado dentro del estado sino
como parte integral del estado. Como Calderón mismo ha reconocido, en
algunas partes de México líderes del narco cobran impuestos, imponen
leyes y toques de queda, y ganan el apoyo del público con sus proyectos
locales de servicio social”.
Esto claramente ilustra la militarización de México. Ya sea por
medidas legales o extralegales, el imperialismo estadounidense y sus
títeres mexicanos que hacen lo que EEUU quiera, están militarizando
al país en preparación de más dominación y de un asalto
total contra el pueblo mexicano.
Cockcroft dice: “Calderón está desechando la soberanía
nacional al integrar México con los Estados Unidos”.
Según el investigador de ciencias políticas y activista Gilberto
López y Rivas que escribe en Contralinea.mx, una publicación
investigadora, “Calderón está en camino de vender completamente
la autonomía de México”.
López, un miembro de Paz con Democracia, revela el peligro de “Plan
México 2030: proyecto de gran visión”, el cual según
López, viola totalmente la Constitución Mexicana de 1917 y garantiza
“la futura ocupación integral” de México por los Estados
Unidos, lo que terminaría el estado mexicano.
El plan traza un programa para la “privatización del sector de
energía, reservas de biosferas, educación, seguridad social de
empleados/as estatales, y otros sectores públicos” y pide la
represión de movimientos políticos.
Es obvio que el plan ya está en camino. El acoso y encarcelamiento de
activistas continúan. Claramente este plan estaba detrás de los
acontecimientos del 2009 para privatizar la compañía pública
eléctrica de México y eliminar 40.000 empleos, despidiendo a
trabajadores/as electricistas que son miembros/as del sindicato SME.
En ese momento, Calderón usó tropas del ejército mexicano para
desalojar a los/as trabajadores/as electricistas de las centrales de
energía, abriendo paso a una justa ola de lucha contra este ataque
fomentado contra los sindicatos. Esa lucha continúa hasta el día de
hoy.
A pesar de los planes estadounidense-mexicanos de vender la soberanía de
México, asumir control de los recursos naturales de México y reprimir
al pueblo mexicano, una gran lucha se está esparciendo por el país en
la frontera sureña de Estados Unidos.
Después de décadas de explotación imperialista, las condiciones
allí están abriendo paso a tremendos acontecimientos como lo que
ocurrió en Egipto. Después de décadas de una cruel dictadura, la
lucha masiva del pueblo egipcio derrumbó al General Mubarak, un
títere de los Estados Unidos.
Desde Egipto a México, desde la Plaza Tahrir al Zócalo, a la capital
de Wisconsin en Madison, estos movimientos demuestran que son las masas quienes
son los agentes de cambio.
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