Alegría por la victoria del matrimonio del mismo sexo
Luchemos por todos los derechos
Por Shelley Ettinger
Una multitud enorme, estimada en 2 millones de personas por los/as funcionarios
del Heritage of Pride (Herencia del Orgullo Gay) llenó las calles de
Manhattan el 26 de junio para el desfile de lesbianas, gay, bi, trans y queer.
Reinaba el júbilo.
Apenas 36 horas antes de que los/as manifestantes comenzaran a marchar a las 12
horas, el matrimonio homosexual había sido legalizado en el estado de
Nueva York.
La gente había estado celebrando desde que el proyecto de ley fuera
aprobado la noche del viernes. Hoy domingo, la emoción de la victoria
electrizó a la multitud en la marcha anual que marca el 42do aniversario
de la Rebelión de Stonewall.
Workers World/Mundo Obrero se une a la celebración. Saludamos a los/as
combatientes cuya lucha logró este avance hacia la igualdad. Y exigimos la
plena igualdad ahora: el reconocimiento federal de los derechos en el
matrimonio del mismo sexo, así como, finalmente, una ley federal de
derechos civiles que prohíba toda discriminación contra las personas
LGBT.
Es apropiado que este triunfo coincidiera con el fin de semana del Orgullo Gay
— porque es en realidad la lucha de masas por más de cuatro
décadas lo que ganó los derechos matrimoniales en Nueva York. El
movimiento LGBT, que se inició con la gran rebelión contra la
policía en el Stonewall Inn, hace 42 años, se ha movilizado,
protestado, marchado y realizado huelgas, levantándose una y otra vez
desde entonces.
Esta acción de masas contra la opresión ha logrado algo notable. Ha
cambiado la conciencia. Así que ahora, en un cambio impresionante que no
podía haberse previsto pocos años atrás, todas las encuestas de
opinión pública muestran que la mayoría de la gente en este
país cree que las parejas del mismo sexo deberían tener el derecho a
contraer matrimonio.
Esto no significa que la desigualdad, la discriminación y la violencia
hayan sido vencidas, especialmente para las personas LGBT de color, las
personas trans y los/as jóvenes. Tampoco significa que las fuerzas
reaccionarias estén dispuestas a rendirse. Queda bastante lucha por
delante, y habrá reveses junto a las victorias.
Sin embargo, el apoyo masivo de los derechos LGBT es un hecho, creando una
presión popular para el cambio. Es esta presión la que llevó al
estado de Nueva York a legalizar el matrimonio del mismo sexo.
No agradezcamos a Cuomo
Ningún crédito se le debe al gobernador de Nueva York Andrew Cuomo.
Nadie lo debe resaltar como si fuera el héroe de esta historia. Cuomo es
un reaccionario cruel que recorta los programas de ayuda y está en contra
de los sindicatos, los/as obrero/as y los/as pobres. La forma en que
maniobró para ponerse en la posición de gran hombre que entregó
a la comunidad LGBT esta ley, es la muestra más descarada de la demagogia
usada por un político en mucho tiempo.
Cuomo firmó la ley después de obligar a los sindicatos de empleados
estatales a aceptar una terrible serie de concesiones. Acaba de recortar
presupuestos y aumentó la matrícula en la Universidad Estatal de
Nueva York y en la de la Ciudad de Nueva York, cerrando el acceso a los
sistemas universitarios estatales y municipales para muchos/as estudiantes de
clase trabajadora, sobre todo inmigrantes y gente de color. Él está
eliminando los programas sociales por todas partes, empujando el tipo de asalto
racista contra la clase obrera y los/as oprimidos de Nueva York que ni siquiera
el pasado gobernador republicano hubiera podido salirse con la suya. Todo esto
afecta a las personas LGBT, que después de todo son, como la mayoría
de la gente, parte de la clase obrera.
Sin embargo, hete aquí, que se presenta como el gran libertador. No lo es.
Cuomo habrá firmado la ley. Habrá llevado a cabo las maniobras
parlamentarias necesarias para lograr su aprobación — y por cierto,
estuvo de acuerdo con una serie de escandalosas excepciones que permite todo
tipo de entidades religiosas y cuasi-religiosas a seguir discriminando contra
las parejas del mismo sexo. E incluso puede haber ayudado a que donantes ricos
financiaran los esfuerzos de cabildeo final. Nada de esto fue decisivo.
La lucha fue lo decisivo.
Con cada victoria contra la desigualdad, la clase trabajadora entera se
fortalece. Ahora en Nueva York, hay un instrumento menos con el cual la
patronal puede tratar de dividir a los/as trabajadores/as y oprimidos/as, una
cuña artificial menos que obstaculice la unidad.
Cuestión de igualdad de derechos
La institución del matrimonio heterosexual está arraigada en la
sociedad de clase y está fundamentada en la subyugación de las
mujeres. Su propósito original era codificar la paternidad, asegurar la
herencia patrilineal e imponer la posesión de la mujer por el hombre. El
matrimonio ha funcionado tradicionalmente como parte de la opresión de las
mujeres.
Pero el matrimonio moderno es también un compendio de más de 1.000
derechos y privilegios legales. A las parejas del mismo sexo le son negadas el
acceso a esos derechos y privilegios. Ésta es una discriminación
flagrante. Por esto la lucha para ganar la igualdad matrimonial es una
cuestión de derechos civiles básicos. Por esta razón, y porque
es parte de la lucha de clases en general, todo/a socialista debe apoyar esta
lucha y aplaudir cada avance a lo largo del camino.
A la misma vez debe ser entendido que en Nueva York y en todos los estados
donde la igualdad matrimonial sea ganada, la victoria es mayormente
simbólica. Ciertamente el simbolismo es importante; solo pregunte a
cualquiera de las parejas que alegremente festejaban en la Marcha del Orgullo
Gay. Cada batalla, en cualquier ciudad o estado, es importante —
especialmente la lucha actual en la corte para derrotar la Proposición 8,
que prohíbe el matrimonio del mismo sexo en California.
Pero más de 35 estados hoy en día prohíben el matrimonio del
mismo sexo. A nivel nacional, la Ley en Defensa del Matrimonio, firmada por el
Presidente Bill Clinton en 1996, prohíbe cualquier derecho para parejas
del mismo sexo aunque esté casada legalmente. Todo eso debe ser derrotado
a nivel federal.
Se tomará una lucha continua para ganar este cambio nacionalmente. La
mayoría de los/as políticos a nivel nacional, desde la Casa Blanca
hasta el Congreso, no están dispuestos/as a tomar una posición a
favor de los derechos plenos. En un evento del sector LGBT del Partido
Demócrata para recaudar fondos el pasado 3 de junio, el Presidente Barack
Obama habló sobre su ostensible apoyo por los derechos LGBT en forma muy
imprecisa rehusando endosar la igualdad matrimonial.
¡Que siga la lucha!
Una estrategia de estado-por-estado no puede ganar los derechos plenos. Esta es
una lucha nacional, y últimamente será el movimiento a nivel nacional
lo que ganará todos los derechos en el nivel federal.
Hay lecciones importantes qué aprender del movimiento de los Derechos
Civiles afro-americanos de los años 50 y 60. Había luchas en muchos
sitios, todas de vital importancia — pero fue la Ley de Derechos Civiles
en 1964 la que fue la victoria decisiva.
En cuanto al matrimonio, en una época cuando muchos estados todavía
prohibían el matrimonio entre negros/as y blancos/as — fue la
decisión de la Corte Suprema de EE.UU en Loving vs. Virginia en 1967 lo
que eliminó finalmente esas leyes racistas. En una declaración de
junio 2007 conmemorando el 40 aniversario de la decisión, la misma Mildred
Loving dijo que apoyaba el matrimonio del mismo sexo, un año antes de
morir.
Ahora, mientras pausamos para apreciar la dulzura de ganar el derecho al
matrimonio del mismo sexo en Nueva York y felicitar a todos/as quienes escojan
reclamar este nuevo derecho, avancemos hacia la próxima etapa de la lucha.
Luchemos para ganar derechos federales plenos para la gente LGBT.
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