Frente Nacional de Resistencia Popular de Honduras celebra asamblea de delegados/as
Por Heather Cottin Tegucigalpa, Honduras
El Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) en Honduras celebró una
asamblea nacional en Tegucigalpa, la ciudad capital, el 26 y 27 de febrero. Mil
quinientos delegados/as representaron a los 18 departamentos municipales de
Honduras y al “departamento número 19”, miembros de la
diáspora de Honduras alrededor del mundo. Tres miembros del Comité de
Solidaridad con América Latina y el Caribe del Centro de Acción
Internacional (IAC/CAI) estuvieron presente: dos como observadores y una
delegada electa de la diáspora hondureña.
En una reunión dos días antes de la asamblea, a la que el Comité
del IAC/CAI fue invitado, el subcoordinador del FNRP, Juan Barahona, nos dijo
que la Asamblea Nacional de Resistencia Popular debe centrarse en tres cosas:
“unidad, unidad y unidad”. Durante la asamblea el 26 de febrero,
él dijo que los objetivos del grupo eran “la celebración de una
asamblea nacional constituyente, el retorno de [presidente exiliado Manuel]
Zelaya al país y tomar el poder político para transformar la sociedad
hondureña”. (Washington Post, 26 de febrero)
Esta fue una asamblea democrática, llena de debate y pasión. La
cuestión clave fue si el FNRP participaría en las elecciones del
2013. La mayoría votó por no participar. El FNRP no dijo que nunca
participaría en elecciones, pero que tienen la intención de organizar
a su manera.
Un delegado describió el “océano” de personas allí:
“Esta gran multitud tiene inicio en los arroyos de las montañas, que
alimentan las grandes corrientes en las colinas y se vacían en los
ríos de los valles vertiéndose en el mar de la resistencia popular en
Honduras”.
El llamado a la unidad abarca diversas comunidades en Honduras, incluyendo
comunidades de lesbianas, gays, bi, trans y las mujeres, la comunidad
afro-hondureña Garífuna, los pueblos indígenas, campesinos,
líderes sindicales, trabajadores/as, incluyendo maestros/as y abogados/as,
los/as jóvenes y estudiantes, los/as dueños de negocios
pequeños, intelectuales y muchos/as más. Agitando las tarjetas de
identificación amarilla, los/as delegados/as votaron a favor de
resoluciones para promover una justa inclusión y representación.
Analizaron las condiciones objetivas y planificaron desarrollar, en asambleas
regionales por todo el país, la estrategia y las tácticas necesarias
para hacer frente a la oligarquía y sus defensores. Y votaron a favor de
Zelaya para servir como coordinador del FNRP.
El presente es histórico
Casi dos años atrás, el 28 de junio de 2009, el ejército
hondureño secuestró a Zelaya por orden de la oligarquía del
país. Lo sacaron del país a través de la base aérea militar
estadounidense en Palmerola en Honduras.
Aunque Zelaya pertenecía a la clase rica, como presidente fue convencido
por los/as dirigentes sindicales y campesinos/as a trabajar para mejorar las
condiciones en Honduras, el país más pobre de Centroamérica.
Estos/as líderes le mostraron cómo las políticas neoliberales
privatizadoras estaban empobreciendo a Honduras.
Zelaya escuchó y promovió la reforma agraria y el ambientalismo y el
aumento del salario mínimo. Zelaya quería convertir la base
aérea de Palmerola, desde la cual el ejército de EEUU domina
Centroamérica, en un aeropuerto civil. Comenzó a hablar de sacar a
Honduras del Tratado de Libre Comercio de América Central, que estaba
económicamente devastando a los/as agricultores y trabajadores/as de la
región. Unió a Honduras a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América (ALBA), que promueve la integración social,
política y económica entre los países de América Latina y
el Caribe.
Como la Constitución hondureña del 1982 favorecía a los
inversores extranjeros y a la oligarquía, el gobierno de Zelaya proyectaba
una votación que se celebraría el 28 de junio de 2009, que de
aprobarse, daría los pasos hacia la creación de una nueva asamblea
constitucional. En vez de elecciones, esa mañana los militares actuaron en
su contra. Documentos revelados por Wikileaks muestran la participación
del gobierno de EEUU.
Nace la Resistencia. Por 214 días, miles de valientes miembros de la
resistencia salieron a las calles de todas las ciudades y en cada departamento
en señal de protesta. El ejército y la policía enfrentaron al
pueblo con armas de fuego, gases lacrimógenos, cañones de agua y
camiones cargados de tropas. Zelaya mismo regresó clandestinamente,
refugiándose en la embajada de Brasil.
El gobierno estadounidense organizó una elección espuria administrada
por los golpistas el 27 de enero de 2010. Pepe Lobo Sosa llegó a la
presidencia y la oligarquía se quedó en el poder. Con la ayuda de su
rico Tío Sam, una docena de familias ricas siguen dirigiendo el país.
Todas las reformas de Zelaya han sido canceladas.
El gobierno de EEUU considera a Honduras una “democracia” y hace
caso omiso de la creciente pobreza, los asesinatos y la tortura de cientos de
campesinos/as, personas LGBT, mujeres, sindicalistas, indígenas,
maestros/as, periodistas, el pueblo garífuna y jóvenes activistas.
Estos son los/as mártires de la resistencia.
En la Asamblea Nacional de Resistencia Popular, los/as oradores/as denunciaron
la impunidad que el gobierno de Lobo otorga tácitamente a los autores de
estos crímenes. El FNRP dedicó la asamblea a los/as mártires y
se comprometió a construir una verdadera democracia en Honduras.
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