Protestas en Egipto se intesifican, desafiando 30 años de dictadura pro-estadounidense
Por John Catalinotto
Decenas de miles de personas han salido a las calles en las ciudades de Egipto
exigiendo la destitución del aliado de EEUUA, el presidente Hosni Mubarak.
Éstas son las protestas más grandes contra el régimen de Mubarak
quien durante 30 años ha gobernado este país norteafricano de 85
millones de habitantes. Aunque la Casa Blanca ha calificado al régimen de
Mubarak como “estable”, se esperaban protestas aún más
extensas el 28 de enero luego de los servicios del viernes en las mezquitas a
través de todo el país.
Las fuerzas de oposición egipcias se inspiraron en el levantamiento
popular en Túnez, que el 14 de enero obligó al dictador de ese
país, Zine El Abadine Ben Ali, a huir hacia Arabia Saudita. El
levantamiento en Túnez sorprendió no sólo a sus propios
gobernantes, sino también a sus amos imperialistas en París y
Washington.
Siendo el más pequeño de los países del norte de África, el
papel de Túnez en el mundo ha sido limitado. En cambio, el régimen
egipcio es el eje de la política exterior estadounidense en el mundo
árabe.
La diplomacia de EEUUA en la región y su apoyo para el estado colono
israelí también depende del cumplimiento y la cooperación de
Egipto. Así, un colapso de la dictadura de Mubarak en Egipto provocado por
un levantamiento popular podría tener un enorme impacto en la
política imperialista e israelí para toda la región.
En Egipto, una coalición de grupos de la oposición — incluyendo
el Karama, el Movimiento 06 de abril, la Asociación Nacional para el
Cambio, el Movimiento Popular Democrático para el Cambio, el Movimiento
por Justicia y Libertad de los Jóvenes y los Socialistas Revolucionarios
— había convocado manifestaciones nacionales contra el régimen
de Mubarak para el 25 de enero. El régimen celebra ese día como
“Día de la Ley”, pero la oposición lo rebautizó como
el “Día de la Ira”.
Por lo general, las protestas contra el gobierno de Egipto consisten de unos
cientos de personas desafiando valientemente el doble número de
policías brutales. El 25 de enero, decenas de miles se manifestaron en las
calles en Cairo y otras miles en Alejandría, Suez y muchas otras ciudades
egipcias.
Policía reprime, pero el pueblo lucha
Al día siguiente, decenas de miles de personas más salieron para
continuar las protestas. Sus demandas incluían la retirada de Mubarak, que
su hijo Gamal Mubarak — quien se esperaba que fuera nombrado su sucesor
— se retire de la política, y libertad, justicia y un régimen
democrático. Egipto tiene entre 5.000 y 10.000 presos políticos. El
régimen arrestó a otros 1.200 manifestantes en la tarde del 26 de
enero, según abogados independientes.
La mayoría de los informes describen que esa tarde los/as manifestantes
esquivaban cañones de agua, gases lacrimógenos y bastones de la
policía. Jack Shenker, el corresponsal en el Cairo del periódico
británico Guardian, y quien fue apresado con un grupo de manifestantes,
trajo al mundo lo que los/as manifestantes egipcios ya conocían. Él
describió gráficamente cómo las personas fueron golpeadas y
maltratadas, y casi asesinadas, mientras les llevaban en camiones hacia el
desierto.
Luego, el 27 de enero, la policía abrió fuego con balas de goma y
munición real. En la localidad de Sheik Suwajed en la península del
Sinaí, un beduino fue asesinado. Superando el miedo hacia un sistema que
depende de la fuerza bruta para mantenerse en el poder, el pueblo volvió
aún más fuerte.
En la ciudad de Suez esa mañana, los manifestantes incendiaron la sede de
la policía local. Además de las exigencias políticas, las
familias provenientes de todas partes se reunieron para exigir que sus
familiares que han estado encarcelados hasta por tres días, fueran puestos
en libertad.
Informes oficiales reportaron que seis personas murieron durante los primeros
tres días de manifestaciones, dos de ellas policías. Cientos de
manifestantes resultaron heridos.
El papel de EEUUA
Washington suministra $2 mil millones en ayuda anual a Egipto, la mayor parte
para el ejército. Washington contó con el apoyo de Egipto en 1991
para el primer asalto y la invasión de Irak. Israel cuenta con Egipto para
que patrulle la frontera sur de Gaza, bajo bloqueo durante los últimos
cuatro años.
Washington ha apoyado a Mubarak durante décadas. Ahora se enfrenta a la
alternativa de respaldar a su régimen hasta el final o tratar de organizar
una transición hacia un nuevo gobierno que dependa también del apoyo
del imperialismo y que, básicamente, siga las mismas políticas. Esto
significa tener un gobierno pro-imperialista y partidario de la política
exterior de EEUUA y que mantenga políticas económicas neoliberales
dentro de Egipto.
En situaciones semejantes en el pasado — por ejemplo en las Filipinas y
Haití en 1986, Zaire e Indonesia en los 90s — el imperialismo
estadounidense pudo realizar los dos objetivos. Ha respaldado dictaduras hasta
que su gobierno se hizo insostenible y luego cambió su apoyo a la
oposición, ayudando a organizar la transición. Si el cambio [en
Egipto] fuera instalar al líder de la oposición Mohamed ElBaradei y
su grupo reemplazando a Mubarak, probablemente sería un cambio que
Washington pudiera aceptar.
Las declaraciones del Presidente de los Estados Unidos Barack Obama y de la
Secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton han expresado la necesidad de
reformas políticas en Egipto pero también han pedido al gobierno y a
los/as manifestantes que contengan la violencia. Sin embargo, es el gobierno
quien tiene un monopolio virtual en la violencia. Todos sus tanques, gases
lacrimógenos y municiones vienen de los Estados Unidos. Pero si las
decenas de millones de egipcios/as que sobreviven con menos de $2 al día
se unen a las protestas de la oposición política, estas armas no
serán suficientes para salvar al régimen.
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